¡Feliz Año Nuevo!

carranzabrenes

gabriel

Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que escribí en el blog, y con buena razón. El 15 de noviembre del año pasado a la 1:32 am le dimos la bienvenida al nuevo miembro de la familia: nuestro segundo hijo Gabriel. Los últimos días han estado llenos de sonrisas, pañales, desveladas y cambios mientras que nos adaptamos a ser una familia de 4. Pero ya pasaron las semanas más locas y con este nuevo año estoy muy emocionada de retomar este espacio.

En este 2017 se vienen cosas lindísimas para el blog: más episodios de Niños a la Cocina, más posts de lugares para salir con niños y bebés que tengo varados desde hace mucho tiempo, un cambio de look para el blog y algunas sorpresas más. Espero que me acompañen en este nuevo año, que se suscriban al blog si no lo han hecho ya y que hagan de este también su espacio, nuestra pequeña comunidad de cosas de niños, comida y aventuras.

Por mientras los dejo con este video, un resumen de nuestras primeras semanas siendo 4, y el primero de una serie de 12 videos en los que documentaremos el primer año de nuestro hijo, al igual que lo hicimos durante los primeros 365 días de nuestra primera hija Ali. ¡Feliz Año Nuevo!

Gabo Aventuras 1: Bienvenido al mundo from Gloriana Brenes on Vimeo.

La OTRA lista de artículos para bebés

Todo el mundo la ha hecho cuando ha estado esperando su primer bebé: la famosa lista con todos los artículos que se necesitan conseguir antes de que nazca el nuevo miembro de la familia. Usualmente incluye un coche, un portabebé, una cuna, a veces una sillita mecedora y otro montón de cositas que creemos escenciales para la comodidad del recién llegado. En nuestro caso contamos con la ayuda de varios amigos que nos pasaron sus listas (ya depuradas gracias a su experiencia) y eso nos dio una ventaja a la hora de distinguir entre lo necesario y lo innecesario. Sin embargo, luego de nacer nuestra hija descubrí que para nuestra situación en particular y escogencias de crianza aún se podía simplificar más la cosa y usar casi que solo 4 artículos sencillos que nos facilitaron la vida los primeros meses (una cuna no está incluida porque practicamos colecho).

Nuestra bebé fue lo que todos los libros nuevos llaman una “bebé de alta demanda” (cariñosamente “bebé velcro”). Nunca me gustó ese término, pues implica partir de que sus necesidades eran más altas de lo esperado comparadas a un estándar arbitrario de normalidad. En realidad era una bebé común y corriente que amaba el contacto físico y prefería estar con mamá y papá antes que con cualquier otra persona. Ese constante deseo de  apego hizo que tomáramos una serie decisiones como cargarla muchas horas al día,  dormir con ella y hacer las cosas un poco distintas a la norma y lo que me inspiró a escribir este post para otros papás. De todas formas, indiferentemente del temperamento de su bebé, creo que estos son artículos que vale la pena al menos considerar incluirlos en la lista final.

1. Fular  

El fular es de los artículos más versátiles para bebés que existen. Toma un par de intentos aprender a ponérselo (vale la pena ver videos de Youtube como este), pero luego de eso es inmensamente útil. Puede ser usado desde que el bebé está recién nacido, hasta la edad preescolar y existen distintas maneras de “amarrarlo” para llevar a los chicos de frente, en la espalda o cadera. En palabras sencillas no es más que un trozo de tela muy largo (que puede o no ser elástico), que al pasarlo por nuestro cuerpo se transforma en el mejor portabebé. Permite tener las manos libres y tener al bebé cerca en todo momento entonces elimina el dilema del bebé que quiere estar alzado todo el día y la mamá que necesita hacer otras cosas porque permite tener las manos libres. Con un fular (de la marca Moby Wrap) cargué a mi hija para todas las cosas del día a día como bañar a la mascota, jardinear, caminar, ir al supermercado, trabajar en la computadora… Ella estaba feliz porque estaba a la par de mamá, y yo estaba feliz porque sentía un poquito más de libertad. Se dormía riquísimo mientras que estaba en el fular, y para los primeros meses de cólicos fue una maravilla. En nuestro caso sustituyó por varios meses al coche, ya que no fue hasta los 10-11 meses que aceptó (y le encontró la gracia) ir sentada solita.

2. Aceites esenciales y difusor

DoTerra

Los aceites esenciales de grado terapéutico han sido una enorme ayuda con nuestra bebé. Se pueden conseguir aceites esenciales de varias marcas, sin embargo mi favorita personal ha sido DoTerra por un par de años ya. Mi experiencia con ellos empezó cuando una vez compré en una feria holística en la playa un kit pequeño que tenía solamente tres aceites: lavanda, limón y menta. Escuché la charla de todos sus usos y me gustaron mucho, pero la verdad los metí en mi mesa de noche y no utilicé ni una gota por muchas semanas. Una noche estaba cocinando pasta para mi esposo y para mí (mi hija no estaba ni en planes) y al volcar la olla para escurrir la pasta me cayó el agua hirviendo encima de una mano. Por supuesto que casi me muero del susto y dolor, pero lo que más me angustió fue que era muy tarde (todas las farmacias del pueblo donde vivimos estaban cerradas) y no teníamos un solo medicamento para quemaduras. En eso recordé que teníamos ese kit y que en la charla habían mencionado que la lavanda servía para quemaduras, y como no tenía nada que perder entonces me puse un montón en toda la mano. Casi de inmediato se alivió el dolor, al ratito se bajó la inflamación y al día siguiente la mano estaba como si nada. Lo volví a probar con una cortadura de rasuradora y me dio el mismo resultado. De nuevo lo usé en el post parto cuando leí este artículo. A partir de ahí me volví “creyente” de los aceites.

Para mi hija los que más usamos fue una mezcla que se llama DigestZen en las plantas de los pies para los primeros meses de cólicos, el famoso aceite de lavanda para la noche (ayuda a promover el sueño) y otra mezcla que se llama Breathe en un difusor cuando tiene congestión nasal. 100% recomendados a cualquier nuevo papá.

3. “Nuestros Hijos y Nosotros” de Meredith Small

Nuestros-hijos-y-nosotros

Hay una oferta tan grande de libros para padres acerca de los bebés que uno a veces no sabe ni que escoger. Muchos prometen el santo grial para los papás primerizos: un bebé que duerma toda la noche, otros hablan acerca de todas las cosas que un bebé “debería” de estar haciendo y la edad precisa para lograrlo. Todos nos hacen sentir como que no sabemos nada acerca de nuestros bebés y necesitamos todo un equipo de expertos que nos expliquen como dormirlos, alimentarlos y hasta como jugar con ellos para que se desarrollen de manera óptima. Todas las cosas que instintivamente queremos hacer como cargarlos mucho, arrullarlos para dormir, darles de nuestra misma comida cuando están más grande son vistos como pecados capitales en algunos libros de crianza. Muchos de los que escriben estos libros los basan en su opinión personal y parcial acerca de como deberían de comportarse los niños en nuestro mundo.

“Nuestros Hijos y Nosotros” es totalmente diferente. La autora del libro, Meredith Small es una antropóloga que se dedicó a observar hasta donde nuestra forma de criar a nuestros bebés es dictada por sus necesidades biológicas, y hasta que punto por nuestra cultura. Ella se atreve a cuestionar si las cosas que más aceptamos culturalmente realmente son las mejores para nuestros hijos. También relata como duermen, se alimentan y viven el día a día los bebés en distintas culturas alrededor del mundo. Es un libro sumamente interesante y que me hizo pensar muchísimo y confiar en mis instintos. Creo que debería estar en la mesa de noche de cualquier nuevo papá (también se puede conseguir el libro en digital para Kindle).
4. Almohada de lactancia

Boppy

Una almohada cómoda de lactancia no está limitada a solo ser utilizada cuando se amamanta al bebé, aunque en ese sentido es maravillosa para posicionar al recién nacido y darle un descanso a los brazos de mamá. Estas almohadas también pueden utilizarse para “tummy time” (ratos del día supervisados con el bebé boca abajo) o para un poco más de apoyo cuando ya se pueden sentar solitos.

Honor a quien honor merece

Pareja

Tanto hablamos las mamás acerca de nuestros hijos, tanto ocupan nuestro tiempo y pensamientos que en ocasiones pareciera que se nos “olvida” mencionar a la otra persona importante que forma nuestra familia. Pareciera a ratos como que la otra persona estuviera “tras bambalinas” en un acto que es sólo de mamá y bebé. Es algo inevitable: nace una personita, tan pequeña, tan dependiente, tan perfecta en todas sus particularidades que es imposible no enamorarse completamente y sin medida… es inevitable que ocupe casi todos nuestros pensamientos de día y de noche, y que su bienestar esté súper alto en nuestra lista de prioridades. Entre las carreras, los pañales y las noches sin dormir se nos va el día y a veces no llegamos a decirlo, pero nunca se nos olvida: antes de ser tres éramos dos.

Esta es una oda a mi esposo, al otro protagonista de nuestra familia, al que empezó todo esto conmigo, porque en la vida hay que darle honor a quien honor merece. Porque aunque hemos viajado por el mundo, escalado montañas y remado por el mar no hemos vivido aventura más grande que la de ser papás. Porque aunque hemos tenido momentos lindísimos, cenas románticas y atardeceres inolvidables, nunca me he sentido más enamorada que cuando lo vi alzar a nuestra hija por primera vez. Cada cambiada de pañal, cada baño que le da, cada momento que comparten solo suma a lo que ya sentía por él.

Por acompañarme en mis decisiones y volverse un activista de lo que me apasiona. Por levantarse temprano a jugar con mi hija, cuando él nunca había sido madrugador. Por documentar todo el primer año de nuestra paternidad y editarlo para que siempre tengamos el mejor recuerdo. Por pasar al supermercado 800 veces después del trabajo a traer todas las cosas que se me olvidan por ir de compras con una pequeña. Por buscar aventuras los fines de semana para que nuestra hija disfrute la naturaleza tanto como nosotros. Por ir a las citas del pediatra. Por decirme que me veo bien aún cuando he pasado el día en un pantalón de yoga, sin maquillaje y con el pelo en una cola a medio hacer. Por hacer noches de película en casa por todo un año para que esta mamá gallina disfrutara sin dejar a su bebé muy largo. Por hacer de estos últimos años los mejores de mi vida.

Algún día se acabará esta aventura de ser papás de bebés y niños pequeños. Algún día no hablaremos tanto de tetas, siestas y pañales. Algún día habrá pasado el kínder, la escuela y el colegio y nuestros temas de conversación volverán a cambiar. Algún día despediremos a nuestra hija para que ella viva sus propias aventuras (ojalá todavía más emocionantes y locas que las que hemos vivido nosotros). Y cuando eso pase, volveremos a ser dos. Los dos que todo lo empezaron.

¡Bebés a la Cocina!

Estoy muy emocionada de compartir esto. Desde hace rato había estado con la idea de crear un canal de Youtube para el blog, porque hay cosas que es mejor compartirlas en video. Pues bueno, agarré impulso ayer y lo hice.

El canal empieza con una “serie” de videos mensuales que se llama Bebés a la Cocina, que tiene como propósito compartir recetas fáciles para preparar con los más pequeños de la casa. Si hay algo de lo que me he dado cuenta es que mi bebé disfruta montones cuando le doy tareas para hacer en la cocina, y quería compartir eso con más personas. La primera receta es un queque de banano libre de lácteos y huevos, basada en la que ya había posteado hace unas semanas.

¡Espero que lo disfruten! Mi bebé y yo gozamos mucho filmando (y comiendo).

Duerme uno, duermen dos, duermen tres: colecho seguro

En mi casa hay tres habitaciones, pero desde hace más de un año todos dormimos en una sola. Si, así como lo lee, la bebé, mi esposo, nuestra perra ancianita y yo. Con excepción de la mascota, quien tiene una deliciosa camita en el suelo, todos dormimos en la misma cama. Bueno, algo así, mi hija duerme más o menos la mitad de la noche en la superficie de su cuna, pero no hay separaciones ni barrotes entre nosotros.

Hay muchas maneras de hacer colecho, las cuales involucran mantener al bebé siempre a “un brazo de distancia”. Esto puede ser con alguna cunita, moisés o encierro en el mismo cuarto de los padres (como comienzan la mayoría de los bebés), en un “co-sleeper” que es como una cunita de tres lados al mismo nivel de la cama de los papás o compartiendo la misma cama. Nosotros pasamos la noche en un híbrido de las dos últimas, ya que nuestra bebé duerme en su “co-sleeper” pero durante la noche en vuelta que va y vuelta que viene termina con la mitad del cuerpo (o el cuerpo entero) de mi lado de la cama.

El colecho no es algo que planeamos. Creo que más de la mitad de la gente que termina colechando no pensaba hacerlo así desde un inicio, no necesariamente porque piensen que es algo malo, sino porque hay una serie de reglas tácitas cuando se tiene un hijo y una de esas es que a partir de unos cuantos meses este duerma en su propia habitación. Pintamos la habitación de la bebé, compramos una cuna, pusimos un silloncito para darle de mamar y asumimos que ahí dormiría a los pocos meses, nunca nos cuestionamos esa manera de hacer las cosas.

Hay personas que se ponen muy apasionadas con respecto al tema de dormir a los bebés: que uno les hace un daño si no les da independencia y espacio, que no les pone límites al dejarlos dormir con uno, que la cama de los papás es sagrada… yo la verdad me lo tomo con un poquito más de humor: no pienso que compartir cama sea la única manera correcta de dormir a un bebé, lo que sí pienso es que es la mejor forma de dormir para mi familia en este momento y lo disfruto inmensamente. Tampoco tengo ninguna urgencia de sacar a nadie de mi cuarto, ni ahora ni en los próximos años. En un futuro, cuando esté lista, mi hija probablemente preferirá su propia habitación, pero si ella desea “pasarse” por la razón que sea nunca planeo cerrar esa puerta. Entiendo a las personas que por su situación personal o de pareja no lo vean como una opción y lo respeto muchísimo.

Empezamos a dormir así porque le doy lactancia a demanda a mi hija. Eso significa que durante las noches también toma lechita, a veces una vez, a veces 570 veces (tal vez exagero, pero creo que ese es más o menos el número de tomas cuando le está saliendo un diente). Luego de un par de semanas de tenerla en un “pack and play” a nuestro lado me resultaba muy cansado tener que sentarme, sacarla de ahí, darle de mamar en la cama y luego volverla a acostar. Hacer eso significaba que todas las veces me despertaba del todo y luego tenía que volver a conciliar el sueño… ¡y eso era teniéndola en la misma habitación! Tal vez me gane el premio a la mamá más vaga del mundo, pero me agotaba de solo pensar en tener que hacer eso pero cruzando el pasillo. Así que tomamos la decisión de que hasta que ella durmiera toda la noche de un solo tirón, dormiría con nosotros lo más cerca posible y así podría mantenerme acostada junto con ella y descansar más. Claro que en ese momento vivíamos bajo la errónea idea de que los bebés duermen toda la noche e ignorábamos que la norma biológica es que se despierten frecuentemente, en especial cuando aún maman. Éramos algo así como víctimas de lo que venden todos los libros de “especialistas en bebés”.

Una vez que empezamos a dormir juntas empecé a notar que ella a veces se despertaba y mamaba, a veces abría un ojito, se daba cuenta que yo estaba ahí y se volvía a dormir profundamente, en todo caso no duraba despierta más que un minuto, y rara vez llorando. De verdad casi de inmediato cambió mi nivel de energía durante el día: seguía cansada por supuesto (ser mamá de un bebé cansa sin importar las circunstancias) pero ya no era un “zombie”. Ella empezó también a dormir siestas más largas durante el día y a despertarse de mejor humor. Al no tratar de separarla físicamente de nosotros empezamos a ver un dichoso efecto secundario: sus horarios se empezaron a hacer más predecibles. Rápidamente me quedó muy claro que era la mejor opción para nosotros.


No sabía si era yo la que me estaba inventando todos esos efectos positivos del colecho, entonces empecé a leer e investigar más, y me encontré con el libro “Nuestros Hijos y Nosotros” de la antropóloga Meredith Small, el cual es una lectura recomendada para cualquiera que tenga un bebé. En este ella analiza las distintas maneras en las que los hijos son criados en distintas culturas y afirma que la mayoría de los bebés alrededor del mundo duermen con sus padres, y que estudios del sueño infantil indican que hay una enorme cantidad de ventajas de que un bebé y una mamá duerman juntos: se regula su temperatura corporal, su respiración es mucho más estable, sus patrones de sueño de armonizan con los de su madre, se promueve la lactancia, entre otro montón de ventajas. Resulta que aunque nosotros vemos raro el hecho de que un niño pequeño duerma con sus papás, para otras culturas esa es una parte incuestionable del inicio de la vida y más bien les resulta muy extraño que los papás en estos países contemos los días para sacar al bebé de nuestras habitaciones y le enseñemos a dormir solo. Distintas culturas valoran distintas cualidades y la nuestra le pone mucho valor a la independencia (incluso en los bebés), de ahí la disonancia.

En mis primeros días de colecho me di cuenta que hay ciertas reglas que se deben seguir para que este sea seguro (al igual que hay ciertas cosas que se deben hacer para que la cuna sea segura si esa es la opción que escogemos para nuestros bebés).  Estos son los consejos de UNICEF para que el colecho sea seguro: (también vale la pena ver este post de Crianza Natural)

  • El colchón debe ser firme y limpio, sin huecos entre el respaldar (o la pared) en los que el bebé pudiera quedar atascado. Nunca se debe dormir con el bebé en un sillón o colchón de agua.
  • Acostar al bebé siempre de espaldas, no boca abajo ni de lado (esto aplica también para cunas).
  • Ninguno de los que comparte cama con el bebé debe de haber consumido alcohol, drogas, tabaco o medicamentos que puedan afectar su capacidad de reacción.
  • Es preferible usar sabanas y fundas a colchas y edredones gruesos, tampoco se debe vestir en exceso al bebé. Muchas veces las personas recomiendan vestir a los bebés muy calientitos para domir, y eso tiene mucho sentido si los bebés dormirán solos en una cuna, pero junto a mamá se regula mejor su temperatura corporal.
  • Es preferible que el bebé duerma del lado de mamá. Aunque muchas parejas prefieren que sea entre mamá y papá (y nosotros hemos dormido varias veces así) se ha observado que las mamás lactantes siempre tienen conciencia de donde se encuentra el bebé y hasta se colocan (estando dormidas) en posiciones de “protección” con el bebé.

Cuando nuestros amigos, familiares, conocidos (o desconocidos) se enteran de la manera en la que dormimos siempre tienen las mismas dos dudas. La primera es si no tenemos miedo de aplastar a la bebé. Esa es una pregunta común, e incluso hay países que hay hecho esfuerzos por hacer campañas de miedo en contra del colecho, pero una vez que se analizan los estudios existentes restándole los factores que mencioné en la lista (padres fumadores, dormir en sillones, etc) el riesgo de esto es prácticamente nulo. Por experiencia puedo contar que nunca se ha despertado mi hija sin que yo me de cuenta, tampoco he estado ni cerca de aplastarla, botarla o siquiera de ponerle una mano encima sin darme cuenta (ni aún en los primeros días de cansancio absoluto post parto). Es importante aclarar que las cunas no son 100% libres de riesgos, en especial si los papás las llenan de “bumpers”, y cobijas o si tienen un colchón poco firme.

La segunda es acerca de nuestra vida de pareja, pues a veces un bebé se ve como una invasión al cuarto. Desde pequeñita hicimos una rutina de sueño para nuestra hija (masaje, pijamas, mamar) con luces bajas, voz suavecita y logramos (no se si por suerte o insistencia) que se acostumbrara a dormirse entre 7 y 8 p.m. En ese momento ella hace un “tirón largo” de sueño en el cual nosotros cenamos, conversamos, vemos una película, y nos ponemos como prioridad pasar tiempo de calidad. Pero creo que lo principal es que no la vemos como lo que sobra en nuestro cuarto, sino que cambiamos el chip para disfrutar de las noches con ella sabiendo que es por un tiempo limitado (sea corto o largo) en beneficio del sueño de todos y que tendremos muchos años para tener el cuarto “libre”.

Muy recientemente considerando las nuevas habilidades de escalar de mi hija, hicimos de su cuarto (que por un año no fue más que un cuarto de juegos) un espacio para dormir al estilo Montessori de manera que ella pueda dormir las siestas y el inicio de la noche (momento en el que no estamos con ella) ahí sin riesgos de caídas, pero en las noches continúa durmiendo con nosotros ya que cuando estamos todos juntos ella nunca se trata de parar, sentar, gatear o salir de la cuna o cama (supongo que cuando lo hace sola es para ir a buscarnos), y si se medio despierta a buscar mi pecho yo siempre estoy a la par y me doy cuenta de inmediato. Muy pronto estaré publicando un post escrito por una blogger invitada de todo lo que hay que saber para hacer un cuarto Montessori.

El engaño de la súper mamá

 
Este es un post políticamente incorrecto. Quizás hasta impopular, pero hoy ando con ganas de decir lo que pienso y de liberarnos a las mujeres de ese engaño auto inflingido. Querida mamá: no puede usted tenerlo todo. Es más, enójese con el que le dijo que para ser una mujer “completa” debía usted mantener un balance perfecto entre su vida de esposa, mamá, hija y profesional. Ese balance no existe y tratar desesperadamente de buscarlo solo la va a dejar agotada y sintiendo que no lo está haciendo suficientemente bien. Ya nos han convencido de que para ser exitosas hay que estar delgadas, bien arregladas y perennemente sonrientes, no dejemos que nos pongan un peso más sobre nuestras espaldas, seamos desobedientes y no hagamos caso. Usted no necesita que todo esté en perfecto balance para ser feliz. Las vidas caóticas pueden ser más hermosas, más interesantes. Usted no necesita ser la más exitosa en su trabajo, la más guapa de la fiesta, la más interesante de las mamás de la escuela. Lo más probable es que si usted tuviera solo un mes para vivir, esas cosas le resultarían absolutamente insignificantes.

Es más, sinceremos todas: si usted tuviera los días contados poco le importaría si su hijo duerme toda la noche, si se pasa a su cama todos los días, si come mucho o poco, si saluda a todo el mundo, si llora “mucho” o poco, si hace las cosas como la mayoría de los niños, si la deja tener sus espacios, o es “muy demandante”. Lo que trataríamos de hacer más bien es aprovechar cada beso, recordar cada segundo, andarlos en brazos, complacerles en lo que no sea peligroso para ellos. Trataríamos de gastar menos tiempo y energía en los lugares en donde somos reemplazables como los lugares de trabajo y los compromisos sociales poco importantes y nos dedicaríamos casi por completo a donde somos irremplazables: al lado de nuestros hijos y seres queridos, en lugar de andar por la vida quebrándonos la cabeza para encontrar un balance. 

“No es bueno perderse en la maternidad” repiten algunos, pero ¿perder qué? ¿la identidad? Mi definición de “quien soy yo” ha cambiado muchas veces. Cambió de niña a adolescente, de adolescente a adulta joven, de mujer soltera a casada, ¡por supuesto que eso no se llama perderse, se llama redefinirse! En la naturaleza llevan las de ganar los que mejor se adaptan al cambio, no los que se quedan estáticos. Y si realmente se tratase de una pérdida, con gusto dejo perdida a la que yo era antes de ser mamá, a esa que se preocupaba por cosas banales y sin sentido. Con gusto me consumo por completo en el calorcito de mi hija cuando se me duerme encima, y cambio los días de andar con el bolso lleno de maquillaje por días de andar el corazón lleno de amor. 

“Los hijos se van y luego no agradecen lo que hiciste por ellos” dicen otros con tono fatalista. Oh sociedad esta en la que vivimos, en la que todo se hace por recibir algo a cambio. La maternidad es un trabajo que exige la vocación de servicio, la mejor manera de encontrarnos a nosotros mismos es perdiéndonos en el servicio a los demás. La única recompensa que necesito es la sonrisa de mi hija hoy, lo que me diga cuando tenga 20 años me es indiferente. Y si en ese momento me siento perdida y sin identidad, haré lo que mejor hago e inventaré una nueva mujer y seré quien desee ser en ese momento, con la gran diferencia de que nunca me quedará la duda de que le di cada onza de amor que tenía en el corazón a mi familia.

Sacudamonos hoy mamás de las exigencias sin sentido que ponemos en nuestras listas de pendientes y vivamos como si nos fuéramos a morir mañana, porque la verdad es que no hay garantía de que veamos el siguiente amanecer. Encerremos hoy todas juntas el absurdo fantasma de la “súper mamá” que nos persigue a todas y nos quita el sueño, y perdamos la llave. Reconozcamos que ser mamá no es solo una cosa más en nuestra lista de metas, sino la más grande misión en la vida que nos va a encomendar Dios, y olvidémonos de todo lo demás. ¡Qué viva el caos!

Queque de cumpleaños para bebés con alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV)

  
Cuando nuestra bebé tenía menos de 1 mes de nacida fue diagnosticada con alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV). Ese diagnóstico nos ayudó a explicarnos varios síntomas que la habían estado molestando y marcó para mí el inicio de la aventura de seguir una alimentación libre de alergenos para poder darle lactancia materna (compartí un poco de eso en este post). Luego de eso llegó a los 6 meses la introducción de alimentos sólidos para ella y las pruebas con comidas para ver que le causaba reacciones y lo logramos resumir a lácteos y huevos para sus 11 meses. En realidad no era un tema muy complicado evitarlos mientras que se comieran alimentos enteros y naturales y le anduviéramos de largo a los más procesados, pero se acercaba su primer cumpleaños y yo quería que ella pudiera disfrutar su primer pedacito del infaltable queque de cumpleaños. 

La mayoría de los queques tienen algún derivado de leche (mantequilla o margarina que también tiene sólidos lácteos) y/o huevos ya sea en los ingredientes o en el lustre, entonces había que buscar una receta que fuera rica y no tuviera ninguno de estos dos alergenos. Aquí no me voy a “echar flores”, en realidad fue mi hermana la que hizo todo el research y la que cocinó el susodicho queque a la cumpleañera, pero quedó tan rico que me pareció que valía la pena compartir la idea para otras mamás con bebés alérgicos. 

La receta es una versión de una que está en el blog Milk Allergy Mom y puede ser modificada de muchas maneras. Este es un queque básico de vainilla, pero se le puede agregar cacao puro en polvo para hacerlo de chocolate, banano y nueces o zanahoria y hacerlo a gusto de cada persona. Libre de alergenos no significa light por aquello de las dudas, el queque lleva una cantidad considerable de azúcar y grasa (en especial si se hace con lustre) pero como se trata de una ocasión especial, vale la pena porque queda delicioso. 

  

Aquí les dejo la receta (rinde 12 porciones)

Ingredientes del queque:

1 1/2 tazas de harina 

1 taza de azúcar cruda 

1 cdita de bicarbonato de sodio

1/2 cdita de sal

1 cda de vinagre 

2 cdas de extracto de vainilla 

1/3 taza de aceite de canola

1 taza de agua fría 

Instrucciones :

Precalentar el horno a 350 •F

Mezcle todos los ingredientes utilizando una batidora de mano hasta que no queden grumos.

Engrase un molde para queque con aceite y vierta la mezcla.

Hornee hasta que esté bien cocinado (para probarlo puede meterle un palillo de dientes o cuchillo al queque y este debe salir limpio). El tiempo de cocción varía dependiendo del molde utilizado pero puede tardar de 15 a 30 minutos.

Mi hermana decidió hacer el queque sin lustre (igual le encantó a la bebé) y lo decoró con azúcar en polvo, pero si desea que su queque tenga lustre aquí comparto las indicaciones.

Ingredientes para el lustre:

1/4 de taza de margarina sin lácteos ni soya fría (Earth Balance, se consigue en Súper Kosher)

1/4 de taza de aceite de coco virgen frío 

1-3/4 de taza de azúcar en polvo 

1 cdita de extracto de vainilla

Mezclar el aceite y margarina fríos en un bowl frío con una batidora de mano. Agregar lentamente el azúcar  y la vainilla. Poner la mezcla en la refrigeradora a enfriar antes de aplicarle el lustre al queque para que tenga la consistencia deseada.

¡Espero que las receta les sea tan útil como a nosotros y que disfruten al máximo el cumpleaños de sus bebés!

 

La historia de un nacimiento

ALI NACIO

Esta es la historia de nacimiento de mi hija. Por supuesto que yo considero que su nacimiento es el más bello de toda la historia, al igual que toda mamá con el de sus hijos. Si algún día tengo otro hijo probablemente empezaría a decir que ambos nacimientos están empatados en el puesto número uno. Lo comparto porque fue una experiencia maravillosa en mi vida y porque quiero plasmarlo para luego poder volver a verlo una y otra vez cuando pasen los años y no esté tan fresco en mi memoria; tal vez incluso lo escriba para alguna mamá curiosa que ande buscando historias de parto tal como lo hacía yo semanas antes de tener a mi hija. Definitivamente no lo escribo porque piense que me deba ganar alguna medalla por la manera en la que escogí vivir ese momento. Cualquier forma de traer un niño al mundo, sea vaginal, cesárea, sin una gota de anestesia o contodas las ayudas anestésicas del mundo es un milagro impresionante. Tiene también muchas partes espirituales que rayan en lo fantasioso  que no las puse para “ponerle sazón” al texto, sino porque las viví y disfruté durante mi labor de parto. Espero que disfruten de esta historia de amor.

El parto es la única cita a ciegas en la puedes estar segura que conocerás al amor de tu vida.

Todo empezó el 3 de octubre del 2014 como a las 10 de la noche cuando un sentimiento de completa urgencia me llenó. Me acuerdo que me levanté de la cama como un resorte y no me podía dejar de mover porque sentía que ella ya quería salir. Había estado varios días con contracciones, pero debido a que mi embarazo no estaba aún no estaba a término (tenía 36 semanas y unos días), se estaba tratando de alargar el asunto lo máximo posible. Pero las contracciones no se detenían y esa noche no me dejaban dormir, no por el dolor (en ese momento no sentía nada muy doloroso) pero porque yo me sentía lista, como haciendo nido. Recuerdo que mi esposo me decía que tratara de acostarme, que todavía no era el momento, que ella tendría que esperar más y yo le repetía que no era así, que el momento se acercaba. Él se fue a dormir pensando que yo era una terca y yo seguía dando vueltas por el cuarto convencida de mi idea, sin poder acomodarme de ninguna manera.

Desde que quedé embarazada supe que quería recibir a Alicia de una manera muy especial, y estaré por siempre agradecida con mi esposo, mi hermano, mi hermana y un par de ángeles más en el camino quienes permitieron cumplir ese deseo. Cuando mi doctor (casualmente mi hermano) me preguntó que como quería que fuera mi parto yo le dije “agarrada de un árbol en frente de un río”. Sólo estaba bromeando a medias. Siempre había querido un nacimiento lo más natural posible, en calma, con música y rodeada de la gente que quería más a mi hija. Por un rato incluso consideré un nacimiento en agua. Estaba consciente de que no todo dependía de mi voluntad, sino de como Dios dispusiera que ella viniera el mundo por lo que estaba lista para todo, pero también tenía muy claro de que si no había ningún riesgo quería que eso se cumpliera.

Al amanecer el 4 yo seguía con contracciones en la mañana y llamé a mi hermano. No recuerdo la conversación exacta pero la conclusión fue que ya era el momento de dejar el proceso seguir. Me senté en la sala de mi casa y mi esposo me puso un “playlist” con la música que me acompañaría hasta el nacimiento: una combinación de canciones relajantes, mantras cantados, música clásica y una canción que yo quería que fuera la primera que escuchara mi hija al nacer: Oceans de Hillsong United, que me había acompañado durante todo el proceso de embarazo. En ese momento con los ojos cerrados y sintiendo las contracciones ir y venir me quedé dormida (probablemente agotada de lo poco que descansé la noche anterior) y tuve un sueño precioso: una mujer llena de luz se me acercó y me dijo que yo estaba ya en el camino a conocer a mi hija, que millones de mujeres habían pasado por eso y que si en algún momento yo sentía que ocupaba más fuerza de la que tenía, podía cerrar mis ojos y volver al lugar donde estábamos en ese momento. Sueño, fantasía hippie o alucinación por hormonas, no se, pero esa conversación eliminó del todo mi miedo y me dio pilas para todo lo que venía.

Como por ahí de las 11:30 am después de chequear que de hecho estaba dilatando, nos dieron la hoja de internamiento a la clínica y ahí empezó la fiesta.

Desde que entré a la clínica hasta que conocí a mi hija pasaron 10 horas de labor de parto, con la ayuda de un suerito de oxitocina. Todos hemos escuchado las historias de terror, hemos visto las películas y nos han vendido la idea de que ese es un momento de tortura, algo de lo cual debemos huir o soportar.  Pero es que el dolor de parto no es como un dolor de muela, no es desesperante y sin propósito, en mi experiencia personal fueron momentos emocionantes de anticipación: un preludio antes del gran momento, un momento muy “primal” a falta de una mejor palabra.

Al principio traté de no “gastar” las pilas porque se avecinaba lo más intenso y pasamos en familia viendo “Friends” en la tele de la clínica, y practicando tracks de Hipno-parto. Algunas enfermeras bromeaban con que ese no parecía cuarto de “parturienta” porque seguíamos sonriendo y vacilando. Había un doctor anestesiólogo a la espera en caso de que quisiera utiliza analgesia. En la habitación había música súper relajante y mi hermana me puso aceites esenciales para ayudar en el proceso. Entre ella y mi esposo masajeaban mi espalda y manos cuando venía una contracción y Dios me mandó un ángel de enfermera, quien estuvo conmigo hasta el final apoyándome con cariño maternal.

Luego llegó EL momento. Todos los cursos de parto hablan de él, todos los libros “hippies” de parteras que me había leído lo mencionaban: la transición. Los últimos centímetros de dilatación, las contracciones más fuertes y el momento en que uno se transforma. Realmente no se como explicarlo, la mejor manera de describirlo es que es como entrar en un trance por un par de horas. Ahora cuando veo los vídeos que tomó mi esposo del parto me doy cuenta de eso. Cada mujer lo vive muy distinto, en mi caso lo que me pasó fue que me mantuve demasiado enfocada, con los ojos cerrados la mayor parte del tiempo, y cuando trataban de hablarme yo no les contestaba o les respondía en monosílabos. Es como si alguien le diera “off” a la parte racional y entrara uno a funcionar a puro instinto. Para cualquiera que esté afuera es una mujer “con mucho dolor”, pero para uno que lo está viviendo es un momento verdaderamente impresionante, incomparable a otras experiencias. Fue en ese “trance” que pasé a sala de partos y ahí donde nació mi hija.

Ali fue recibida en este mundo con manos de amor y luego puesta sobre mi pancita aún unidas por el cordón que nos había mantenido conectadas por 37 semanas mientras que su tío (quien es un muy talentoso cantante) le cantaba su primera serenata, su papá le tomaba sus primeras fotos y yo le decía un millón de veces lo mucho que la habíamos esperado y lo mucho que la queríamos. Luego su papá cortó su cordón umbilical y ella pudo descansar en mi pecho un rato antes de ir con él a que su pediatra la pesara y la midiera.

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Yo no lo sabía, pero mientras que todo esto ocurría se había empezado a formar un pequeño grupo de personas afuera de la sala: familiares, padrinos, amigos quienes esperaban ansiosos la llegada de la bebé. Cuando Ali hizo su primera toma en mi pecho y que todo lo demás estuvo listo, salimos de la sala de partos hacia la habitación. Todos estaban contentísimos de ver a mi hermano quien había sido una parte tan importante de mi vida, y por supuesto a Ali, la protagonista de la noche.

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Ali pequeña

Una vez que todos vieron y saludaron a la pequeña quedamos nosotros tres en la habitación. Nada como esa primera noche como familia de tres: llena de dudas, llantos inexplicables, momentos de alegría absoluta y también de temor extremo de tener a esta nueva persona para cuidar, proteger y guiar, sin manual ni pistas para hacerlo. Sin saberlo, estábamos dando inicio a lo que ha sido el mejor año de nuestras vidas: un año lleno de aventuras, amor y momentos inolvidables.

Ali bebé


7 de los mejores lugares en Costa Rica para pasear con bebés

No es ningún secreto que los niños pasan cada vez menos tiempo en la naturaleza. En el afán de mantenerlos más seguros y por nuestro ritmo acelerado de vida es más común que los chicos pasen la mayor parte de su tiempo rodeados de paredes y pantallas. Devolverle a los más pequeños la oportunidad de pasear, explorar y curiosear en lo natural es, en mi opinión, uno de nuestros deberes como padres.

¿Cuándo es el mejor momento para empezar? Pues entre más pequeños, mejor. La naturaleza es la original estimulación temprana: es la mejor forma para exponerlos a distintos colores, olores, sonidos y texturas. Esto está empezando a ser comprobado por muchos estudios científicos en donde se demuestra que el contacto con los espacios “verdes” mejora el desarrollo cognitivo de los niños, y que solo con caminar un rato en la naturaleza se puede mejorar notablemente la salud mental.

Costa Rica es un país lleno de lugares de enorme belleza natural, muchos de ellos cerca de las principales zonas residenciales. Luego de 10 meses de recorrerlo con una pequeña, aquí les dejo un resumen de 7 de mis lugares favoritos para pasear con bebés. Los 6 primeros son ideales para paseos cortos de 1 día, de fácil acceso y llenos de comodidades. El último es uno de mis lugares favoritos del país, el cual merece una visita de par de días y una actitud más aventurera para disfrutarlo de la mejor forma.

1. La Paz Waterfall Gardens

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Ubicación: Vara Blanca, Heredia

La Paz Waterfall Gardens es un verdadero “playground” de atracciones naturales. Tiene senderos de muy baja dificultad, varias cataratas realmente impresionantes y una reserva de vida silvestre privada que cuenta con aviario, mariposario, ranario y en la que se pueden observar otros animales interesantes como felinos (pumas, ocelotes, etc.) y monos que forman en su mayoría parte de un programa de rescate. Es realmente un paseo muy sencillo de hacer cuando los bebés están muy pequeños por su accesibilidad y comodidades.

2. Punta Leona

Punta LeonaUbicación: Pacífico Central, Puntarenas

A menos de 1 hora de San José, Punta Leona es desde hace años un destino ideal para toda la familia. Puede que sea una opinión un poco parcial porque paso la mayoría de mis fines de semana ahí, pero Playa Blanca es una de las playas más bonitas del Pacífico Central. Tiene una gran cantidad de espacios con sombra, es segura y con comodidades como mesas y duchas a una corta distancia. Este fue el primer lugar que oficialmente conoció mi bebé a pocas semanas de nacida y sigue siendo el que más disfruta. Nada más divertido para un bebé como un bocado de arena y un poquito de agua de mar.

3. Freddo Leche Tours

Freddo Leche

Ubicación: Poasito, Alajuela

Este lugar realmente me encanta. Es una iniciativa local, con trabajadores locales en una gran finca, en donde uno hace un recorrido en tractor que pasa por un escenario campesino, un mirador al volcán Poas, un invernadero con fresas y una lechería y quesería preciosas. Por supuesto que todo esto le resulta muy atractivo a niños grandes y adultos, pero también hay atractivos para los más pequeños. Mi hija realmente estaba fascinada con las vacas, las fresas y la vegetación. Un tip importante es bajarse a caminar en el sendero del bosque, son solamente unos minutos de caminata pero fue mi parte favorita de todo el paseo.

4 . Zoo Ave

Zoo Ave

Ubicación: La Garita, Alajuela

El Zoo Ave es otro lugar fantástico para ir con bebés y de paso ayudar a un proyecto de Rescate Animal. Los senderos son de muy baja dificultad, tiene muchísimos lugares donde sentarse, hay una enorme cantidad de plantas interesantes para que ellos observen y todo el parque está impecablemente cuidado. Los animales que se encuentran ahí no reúnen las condiciones para ser liberados en su hábitat natural, por lo que este no es un zoológico cualquiera.  Tip para papás: el estanque es un favorito de los bebés, que se quedan como hipnotizados por el sonido del agua y las formaciones que hacen las tortugas.

5. Parque Nacional CararaCarara

Ubicación: Tárcoles, Puntarenas

Justo después del río Tárcoles y antes de llegar a las playas del Pacífico Centro está este parque nacional que se distingue por ser uno de los pocos lugares turísticos con un sendero universal (accesible para todos, incluso los que se movilizan en silla de ruedas). En sólo un par de horas que estuvimos ahí una mañana pudimos ver en medio de los senderos a venados, guatusas, lapas, patos y tucanes, además de disfrutar de lindísimas vistas de un bosque de transición único en el país. El truco para disfrutar de todos los animales locales es hacer el recorrido bien temprano y tratar de hacerlo lo más en silencio posible. Hay muchos lugares en el recorrido donde se pueden hacer paradas de descanso y un sendero adicional de mayor dificultad para los más aventureros.

6. Jardín Botánico Else Kientzler

Else Kientzler

Ubicación: Sarchí, Alajuela

Nunca había oído hablar de este lugar hasta hace un par de meses y puedo decir que se transformó muy rápidamente en uno de mis favoritos. En un par de horas uno siente que paseó por un montón de lugares distintos. El río fue definitivamente una de las partes favoritas para mi bebé, quien estaba llena de sonrisas curiosas mientras que escuchaba el agua pasar entre las piedras. Hay muchas zonas para disfrutar en familia, una área de juegos divina para los chicos más grandes, lugares para comer una merienda, descansar o admirar cientos de plantas distintas. De verdad un lugar que vale la pena.

7. El Bosque Eterno de los Niños – Bajo del Tigre

Bosque Eterno de Los NiñosUbicación: Monteverde, Puntarenas

El Bosque Eterno de los Niños es una reserva privada enorme, de más de 20 000 hectáreas que tiene varios puntos de acceso y visita distintos. Con nuestra hija visitamos Bajo del Tigre, un punto separado del resto y ubicado en Monteverde. Aquí hicimos el recorrido completo por los senderos de este bosque nuboso (dificultad media), con parada en el mirador incluida. Nuestra hija gozó al máximo de toda la caminata tocando árboles enormes y viendo como la luz entraba por el bosque a los senderos. A diferencia de los demás lugares que he compartido en este post, este no es de tan fácil acceso, pero es espectacular y realmente vale la pena. Mi recomendación es tomarse al menos un fin de semana completo para disfrutar de Monteverde y sus atracciones.

Por supuesto que estos no son los únicos lugares en Costa Rica que vale la pena visitar con bebés pero son algunos de mis favoritos. Espero también que me compartan algunas de sus sugerencias para disfrutar con los más pequeños y que sigamos todos en este esfuerzo de devolverles a nuestros hijos su derecho a disfrutar sanamente en la naturaleza.

Cómo acabar con la “guerra de mamás” usando los cuatro acuerdos

Ali y mama

La maternidad… Cuando estaba embarazada soñaba con el momento de unirme a esa fraternidad de mujeres con sus hijos, todas compartiendo sus experiencias para que cada nueva miembro pudiera hacer lo mejor en su nuevo rol de mamá. Estaba un poco engañada. Aparentemente nunca me llegó el memo de que a veces la maternidad y todos sus matices (en especial entre extrañas y en redes sociales) se parece más a un campo de batalla que a una hermandad.

Los medios en un afán de que suene todo más atractivo ya le pusieron nombre: “guerra de mamás” (“mommy wars”). Y este es en mi opinión el peor término de todos, porque toma algo sagrado y hermoso como lo es la maternidad y lo vuelve en algo chabacano. Todos lo hemos visto pasar: se publica en alguna red social algún artículo científico o artículo de opinión acerca de un tema “X” de nacimiento o crianza y en 3…2…1… empiezan los comentarios. Las personas que están de acuerdo por supuesto alaban el tema y las que están en desacuerdo sienten una necesidad imperante de defender su punto de vista. Eso está genial, los debates me fascinan. Lo que no está genial es cuando estos comentarios se tornan en juicios de valor y competencias de quien es “más” o “menos” mamá.

No me mal interpreten. Soy una persona que ama la información. Creo que todo nuevo dato que venga de un hallazgo científico debe estar al alcance de nuestras manos para que nuestras decisiones sean informadas. Si no hubiera sido por el libre acceso a la información mi experiencia de parto probablemente habría sido muy distinta, y con toda seguridad no habría podido ni siquiera llegar al punto de escribir posts compartiendo vivencias de lactancia. Habiendo dicho eso, creo que todo el mundo tiene derecho de elegir, y creo que cada mamá hace realmente lo mejor para sus hijos, familia y situación actual.

Así que pensando como podría acabarse esta pseudo guerra, me vino a la mente un libro de Don Miguel Ruiz que me leí hace unos años (y me he releído varias veces desde ese entonces) que habla de cuatro acuerdos, supuestamente extraídos de la sabiduría tolteca, que nos ayudan a entender mejor a las otras personas, a nosotros mismos y primordialmente a ser felices. Quizás la fraternidad utópica que yo me imaginaba no esté tan largo de nuestras manos.

1. “Se impecable con tus palabras”

Nuestras palabras tienen magia. Una palabra positiva y edificante puede cambiarle el día a cualquier persona. Antes de hablar (o escribir) siempre deberíamos tener esto súper presente. Decirle a alguien que es una mala mamá no nos hace mejores mamás a nosotras. Si consideramos el poder de nuestras palabras y la manera en que transmitimos nuestros mensajes todo cambiaría muchísimo. Nunca usemos palabras para juzgar, y no dudemos en ofrecer palabras positivas a las personas que las necesitan en el momento oportuno (que somos todas, en todo momento).

2. “No te tomes nada personalmente”

Este es uno de los acuerdos más importantes si uno quiere ser feliz, no sólo en la maternidad, sino en la vida. El hecho de que una persona vaya con una filosofía con la que yo no voy o tenga una opinión que no sea igual a la mía no quiere decir que me esté atacando personalmente. Esto es súper difícil de interiorizar, lo sé. Antes los comentarios no deseados le llegaban a las mamás sólo de unos cuantos allegados y se acabó; ahora nos inundan en las redes sociales y es complicado escapar de ellos, pero no son ataques hacia nosotras.

Es una maravilla que se realicen estudios acerca del sueño de los niños, de las formas de alimentación, del modo de nacer, de su crianza cuando son pequeños y grandes. Esto nunca debería de dejar de pasar porque nos permite tener acceso a todo tipo de información. Sin embargo eso no quiere decir que si hemos decidido tomar otros caminos, o nuestras circunstancias han sido distintas a las que se alaban en los estudios entonces estos sean dirigidos a nosotros personalmente y la labor que estamos haciendo como mamás. Una cosa es un hallazgo científico y otra cosa es un juicio de valor. Las organizaciones de salud deben emitir criterios utilizando hallazgos científicos, pero nos corresponde a nosotros tomar decisiones basadas en todos los factores que rodean a nuestra vida. Somos las expertas en nuestra propia familia.

3. “No hagas suposiciones”

Mamás que dan teta: no supongan que todas las que dan el biberón lo hacen porque no quisieron dar de mamar. Mamás que dieron a luz por cesárea: no supongan que todas las que dieron a luz de forma vaginal piensan que esa es la única manera correcta de hacerlo. Mamás que practican el colecho: No supongan que esa es la única manera de darle amor en la noche a un hijo y que la que no lo hace así lo hace mal. Mamás cuyos hijos duermen en sus cunas desde el inicio: No supongan que las mamás que practican colecho son desinteresadas en su matrimonio y están condenadas a tener hijos dependientes hasta la adolescencia. Mamás que se quedan en casa: No supongan que las mamás que trabajan fuera del hogar no les pueden dar el mismo amor a sus hijos sólo porque pueden estar presencialmente con ellos por menos horas.

En fin, suponer sólo nos mete en problemas. Con costos conocemos a profundidad a nuestros mejores amigos, no asumamos nunca que conocemos a alguien sólo porque sabemos algo tan minúsculo como la manera de dormir con su hijo. Cada familia es un mini mundo, cada persona es un mini mundo. No hagas suposiciones.

4. “Haz siempre tu máximo esfuerzo”

Ese creo que no necesita mayor comentario, porque es lo que las mamás siempre hacemos. No importa que tan cansada haya sido la noche anterior, nos levantamos con la idea y la intención de hacer nuestro máximo esfuerzo, que a final de cuentas es lo que más importa y lo que nuestros hijos podrán ver cuando crezcan y ya no sean nuestros bebés.

Mucha luz, paz y amor para todas