A inicio de año cumplí una de mis primeras metas para el 2014: tener una huerta en casa. Después de varios intentos fallidos con plantitas de albahaca, romero y otras hierbas que duraban apenas unos meses por falta de agua, desconocimiento de sus cuidados, etc. decidí que era hora de investigar un poquito y de buscar un diseño que fuera práctico y que no ocupara muchísimo espacio.
Empecé a buscar inspiración, ya que la idea de hacer una huerta en un solo nivel no era la mejor forma de aprovechar el espacio que teníamos. Varios conceptos me gustaron, pero el que más llamó mi atención fue uno que vi hecho con bloques de cemento en varios niveles (como este), y así empezó este proyecto.
Primero, a escoger las plantas. Esta es una decisión que cada uno debe tomar basándose en cuáles hierbas y vegetales se utilizan más en su casa, y a cuáles se les puede brindar el cuidado correcto (hay que recordar que hay plantas que requieren más sol que otras, una mayor cantidad de atención, etc.). En el caso de mi huerta escogí como hierbas la albahaca (tanto verde como morada), el orégano, el estragón, la menta, la hierbabuena y el romero. Como vegetales escogí tomates cherry (por facilidad), chiles dulces y lechugas mantequilla.
El segundo pasó consistió en “armar” la huerta. Para esta en específico utilicé 12 bloques de cemento de 20 x 20 x 40 cm, colocados en distintas posiciones de manera que algunas de las plantas quedaran “suspendidas”. Dentro de los huequitos de los blocs coloqué macetas con las plantas pequeñas o con semillas sembradas. El lugar escogido fue un punto en el patio que recibe unas 3 horas de sol al día, que está parcialmente protegido por un techo, pero que es suficientemente abierto como para recibir agua de lluvia también. El resultado final fue aprobado por todos en la casa, incluyendo a Paprika, la perrita salchicha, quien se metió en cada foto que traté de tomarle a la huerta hasta que me di por vencida.
Una vez que todo está en su lugar hay que asegurarse de que cada planta reciba la cantidad apropiada de agua. Como yo hice la huerta a inicios de año (durante el verano) tuve que ser muy diligente con los cuidados porque el sol de El Coyol en esas épocas mata a cualquier planta en 2 días.
No habían pasado ni 3 semanas cuando ya los vegetales habían dado su primera “cosecha”: dos mini tomates cherry. A los pocos días ya había madurado el primer mini chile dulce. Esto de mini es muy importante, ya que si se deciden a hacer una huerta orgánica, por más abonos y cuidaditos que le den a las plantas, las cosechas van a ser (en la mayoría de los casos) significativamente más pequeñas que los vegetales que estamos acostumbrados a ver en el súper, pero 2 veces más deliciosos.
Meses después tuvimos las primeras lechugas mantequilla. En realidad pudieron haber estado listas en unas pocas semanas, pero mis perritas decidieron “redecorar” la huerta con sus patas y botaron las macetas de las lechugas, por lo que tuvimos que volver a sembrar las semillas. Las hierbas también crecieron bastante rápido (en especial la hierbabuena, ¡esa duplica su tamaño como en un mes!) y desde entonces hemos preparado desde pastas hasta refrescos y más platillos con ellas.
A cualquiera que quiera hacer una huerta en casa lo invito a que se anime. No importa si cuentan con mucho o poco espacio, siempre hay un campito para ponerse en contacto con la tierra (aunque sea en macetas) y participar en la lindísima actividad de sembrar algo de lo que comemos. Y no se los digo sólo yo, la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) declaró el 2014 como el “Año de la Agricultura Familiar”, así que ya hay una excelente excusa para empezar.