La constancia da frutos

La constancia es la virtud por la que todas las cosas dan su fruto

Las últimas semanas he estado compartiendo en el blog historias acerca de mamás que han hecho “la dieta del amor”, una dieta en la cual se eliminan una gran cantidad de alimentos para poder continuar dando lactancia materna a los bebés alérgicos. Cuando pienso en todas ellas y en sus casos me vienen distintas palabras a la mente para describirlas: determinación, persistencia, paciencia… El caso que comparto hoy es el de Adriana, apenas lo leí la primera palabra en la que pensé fue “constancia”. Leyendo luego la definición en el diccionario me quedó aún más claro que esta es la palabra perfecta para describir su historia: la constancia es la voluntad inquebrantable y continuada en la determinación de hacer una cosa. Adriana fue constante en su deseo de amamantar a su hijo, y con el apoyo de su esposo y una excelente profesional de la salud logró vencer todos los obstáculos en su camino. Ella estará compartiendo su inspirador testimonio este 16 de abril a las 11 a.m. en Expo Kids.

Adriana y bebe

30 de enero del 2015. 40 semanas exactas. 10 horas de labor de parto y nació a las 2:04 am ¡el bebé más lindo del mundo! (Por lo menos así lo vi yo jeje). Durante el embarazo llevé un curso de preparación de parto en el cual Ingrid Broitman (consultora de lactancia) fue invitada a dar una charla de lactancia, muchas cosas de esa charla me marcaron pero recuerdo cuando dijo “no dejen que en el hospital le den fórmula a sus bebés a menos de que sea estrictamente necesario”. Ya mi esposo Ignacio estaba re entrenado y sabía que al nacer Mauricio no se le podía despegar y se tenía que asegurar que no recibiera nada mas que mi leche. ¡Excelente papá desde el principio y logro cumplir su misión! La primera vez que le di de mamar a pocos minutos de su nacimiento fue maravilloso, no tuve dolor, se pego y succionó perfecto y pensé “¡gracias a Dios, qué fácil!”.

A los dos días ya en casa todo iba muy bien, estábamos como todos padres primerizos un poco nerviosos pero formando un buen equipo.

Todo comenzó a sus 4 días de nacido, cuando Mauricio comenzó a vomitar. Al principio pensamos que era normal; ya me había bajado la leche tal vez había comido mucho, tal vez lo movimos mucho, tal vez esto o lo otro. Pero siguió, más cantidad, más frecuente y en proyectil. Era realmente aterrorizante su forma de vomitar.

Mi pediatra que fue un gran apoyo en el proceso nos dijo que fuéramos a verlo, eran las 10 de la noche y nos topó en el hospital. Examen físico bien, la pancita hinchada, un poquito distendida por lo que nos mando a hacer varios exámenes en esa semana.

Cada día era peor que el otro, mas vómitos, más llanto, más retorcijones. Logramos conseguir una cita de emergencia con un gastroenterólogo muy conocido, ya le llevaba resultados de exámenes y al verlos me dijo: “mijita usted no va a poder darle de mamar a este niño nunca, tiene un caso severo de Alergia a la Proteína de Leche de Vaca (APLV), le regalo este tarrito de Elecare (una fórmula especial) y aquí está la receta para el HNN… para secarse su leche compre estas pastillas etc. etc. etc.” ¿QUE?!!! No entendí nada ¿APLV? ¿Qué es eso? ¿No poder dar de mamar? ¿Cómo no voy a dar de mamar? ¡Jamás!! ¿Fórmula? ¡Pero si no tengo ni un chupón! Dar fórmula no estaba en mis radares. No, alguna solución tenía que existir. Salí de esa consulta sumamente alterada, preocupada, confundida. Llamé a mi pediatra de cabecera y me dijo que fuera adonde otro gastroenterólogo pediatra y me ayudo a conseguir la cita. Mientras tanto seguí dando de mamar y mi gordito seguía igual. Emocionalmente me estaba afectando mucho y fueron unos días muy difíciles.

A los 3 días tuve cita con la Dra. Jimenez, quien fue súper empática y comprensiva con mi deseo de dar lactancia a mi hijo. Me explicó que para hacerlo mi vida iba a cambiar y que tenía que hacer una dieta radical. Me suspendió todo lácteo y sus derivados, soya, semillas, pescado, cerdo. Tal vez no suene tanto, pero realmente el 99% de las cosas que uno normalmente come contiene alguno de estos ingredientes prohibidos.

Conversé con una mama que había pasado una situación parecida y que la había logrado superar con éxito, me dio muchos consejos e iniciamos contactando mamas que estaban pasando por lo mismo y construimos una red de apoyo que terminó en gran amistad.

Cada día el malestar de mi hijo mejoraba, sin embargo la dieta se hacía más y más difícil. Decidí dejar de comer fuera, y si teníamos algún plan familiar yo llevaba mi lonchera y pedía en los restaurants que me calentaran mi comida en el microondas. Mucha gente no lo entendía, me criticaban, me decían exagerada e incluso se burlaban, pero yo no dejé que nada de eso me afectara ya que sabía que estaba haciendo lo mejor por mi bebé. Con la dieta empecé a ver mejoría de inmediato, y aun más motivada continuaba con ella viendo a mi bebe sonreír y dejar de llorar todo el día.

A sus 3 meses, la Dra. me dijo que era hora de iniciar con las pruebas, por lo que me permitió comer algún alimento y decidimos empezar con la yema del huevo. Comí un lunes y a partir del miércoles Mauricio empezó a sangrar en sus heces y así continuó por 15 días: pañal que cambiaba tenía sangre. Prueba #1 fallida. A los dos meses hicimos de nuevo otra prueba, pescado. Prueba #2 fallida. Decidí entonces no hacer más pruebas hasta que tuviera 9 meses. Se me estaban acabando las opciones de menú, realmente me estaba agotando de comer lo mismo, ya mi hijo comía sólidos y gracias a Dios todo lo que habíamos probado hasta el momento le había caído bien. Inconscientemente cuando Mau tenia 8 meses, comí un producto sin saber que contenía soya, me di cuenta a las semanas. Es decir, comí algo sin querer, que NO podía, ¡y no había pasado nada!!! ¿Será que vuelvo a tratar? Luego lo consumí con conocimiento de que contenía un alergeno y pasaban los días y Mauricio estaba bien. De ahí en adelante fui hacienda pruebita por pruebita y como milagro de Dios no volvió a presentar ninguna reacción. Más adelante fui introduciendo alergenos en alimentos de él y ninguno parecía afectarle. A sus 10 meses y medio yo ya tenia una dieta completamente libre, ¡podía consumir cualquier cosa! Realmente siento que fue increíblemente rápido como él empezó a superar sus alergias, y también creo que la leche materna ayudaba increíblemente a superar este proceso. ¡Ahora mi bebé tiene 1 año y 2 meses y come ABSOLUTAMENTE DE TODO! Mis oraciones y paciencia fueron recompensados. Yo realmente soñaba con que mi gordo pudiera comerse un queque con helados el día de su cumpleaños, y así fue. Irónicamente no le gustan los helados ni el queque, pero bueno, ¡lo puede comer! Me siento muy contenta de haberle podido dar leche materna por mas de un año y mas aun agradecida con tanta gente como mi esposo y mi familia que me apoyaban cada día. Fue difícil, ¡pero lo volvería a hacer mil veces!

 

Adriana Mauricio

El 16 de abril a las 11:00 a.m. en el Centro de Eventos Pedregal estaremos compartiendo todas nuestras experiencias en Expo Kids, ojalá todas las mamás que estén leyendo este post pueda acompañarnos en este evento tan especial. Para conseguir una entrada hacé click en este link.

Un ejemplo de perseverancia y amor

Cada historia de lactancia es una aventura distinta, con sus propios matices, alegrías y dificultades.  Durante el próximo par de semanas el blog estará lleno de relatos de mujeres cuya perseverancia y compromiso permitió que  pudieran amamantar a sus hijos a pesar de sus alergias siguiendo una dieta especial, a la cual algunos llaman la dieta del amor. Esta es la segunda historia de esta serie, en la que sus protagonistas Gabriela y Mateo vencieron muchos obstáculos y lograron disfrutar por casi dos años de una hermosa relación de lactancia.

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Antes de que Mateo naciera yo me leí veinte libros. Todos me decían lo importante de la lactancia materna, como consecuencia en mi mente estaba decidida: le daría lactancia exclusiva.

“El Gordi” nació por parto natural a las 38 semanas en la madrugada y mientras estuvo en la incubadora le dieron un chupón de fórmula (el cual siento yo que ayudó a que la alergia se despertara). Nota de la blogger: el llamado “biberón pirata” (la administración de fórmula durante la estancia hospitalaria) es actualmente considerado como una de las posibles causas del desarrollo de alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV) en individuos predispuestos  a la misma, de ahí el énfasis de la mamá en el tema.

Luego de eso a él se le subió la bilirrubina y la recomendación médica fue combinar fórmula con leche materna. Cualquier mamá sabe que una como primeriza se asusta mucho, y si era mi leche lo que le estaba subiendo la bilirrubina, entonces estaba bien, yo iba a ceder.

Después de eso tuvimos un par de semanas complicadas con síntomas de colitis en nuestro bebé pequeñito hasta que luego de varios exámenes la pediatra nos contó que era APLV. Yo he sido siempre intolerante a la lactosa así que mi consumo de lácteos no era muy abundante, pero no tenía idea de en qué consistía la dieta del amor.

Esta dieta para mi inició eliminando muchos alimentos que le daban reacción a través de leche materna, como huevo, semillas, carnes, ciruela, legumbres,soya y otros que ahorita ya no recuerdo. Poco a poco fui introduciendo todos los alimentos, hasta quedar sólo con la restricción de lácteos. Suena fácil, pero ¡una no se imagina a todas las  comidas a las que les ponen lácteos!

Fue así que empezamos con una lactancia mixta. Mi bajada de leche fue muy lenta y tenía una producción baja, pero yo siempre estuve determinada a quitarle la fórmula y que tuviera una lactancia exclusiva. El saca leches y yo nos volvimos mejores amigos y por fin a los cuatro meses Mateo se tomó su último chupon de fórmula. Él continuó amamantando cuando yo regresé al trabajo, usualmente cobrándome las horas de ausencia en la noche.

Llegaron los 6 meses y con ellos la hora de la ablactacion. Introdujimos todos los alimentos sin mayor complicación y mantuvimos la restricción de lácteos para ambos. Mi esposo también nos acompañaba en este camino de la dieta del amor, consumía muy pocos lácteos y buscaba siempre recetas nuevas en especial para la mamá dulcera que extrañaba los postres.

En septiembre del año pasado cuando cumplió un año y medio hizo un cambio muy grande y decidió solo pedir “tete” para dormir y en alguna que otra situación donde se sintiera incomodo o asustado como confort. Para finales de noviembre  ya solo hacía 3 tomas al día y con la salida de los colmillos comenzó a morderme un poco por lo que hablamos con él y le explicamos que a mama le dolía y que íbamos a descansar dos días para que mamita se sintiera mejor y poder seguir tomando “tete”. Resultó que así y sin más Mateo ya no volvió a pedir “tete”,  solamente me veía, se acurrucaba y nos dormíamos abrazados. Hasta ese momento me mantuve haciendo dieta por él y si bien era un sacrificio valió totalmente la pena pues sé que su salud mejoró montones y pudimos tener casi dos años de lactancia.

Hoy día él continúa haciendo dieta pues después de pruebas de alergias el Gordi necesito más restricciones, añadimos el gluten, la miel de abeja, el garbanzo, el pollo y otros; pero uno de los resultados más importantes fue que la APLV de Mateo había disminuido muchísimo y que podemos empezar a hacer pruebas en un mes.

Debido al interés que me nació en defender la lactancia materna, empecé a finales del año pasado a colaborar con la Fundación Banco de Leche Humana Catalina Vega la cual promueve la donación hospitalaria de leche humana a niños prematuros en el país a traves del Banco de Leche del Hospital de San Ramón.

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El 16 de abril a las 11:00 a.m. en el Centro de Eventos Pedregal estaremos compartiendo todas nuestras experiencias en Expo Kids, ojalá todas las mamás que estén leyendo este post pueda acompañarnos en este evento tan especial. Para conseguir una entrada hacé click en este link.

La Fundación Banco de Leche Humana Catalina Vega también estará presente en Expo Kids con un stand. Para conocer más acerca de su misión y como ayudar podés hacer click en donandoleche.org

Para leer la primera historia de lactancia y la dieta del amor de esta serie hacé click aquí.

Yo hice la dieta del amor

“Es alérgico a su leche, ya no puede darle de mamar”
“Su leche le está haciendo daño, tiene que destetarlo”
Estas frases eran comunes hace tan sólo unos años. Cuando un niño presentaba molestias gastrointestinales constantes de una vez se sugería que la leche de la mamá era mala y que por su bien había que rescatarlo. Hoy, gracias a la ciencia, se entiende mucho más y se sabe que (salvo en muy raros casos patológicos) la leche de mamá es el mejor alimento para el lactante.
La mayoría de las mamás puede comer lo que desee durante el período de lactancia, sin embargo hay bebés (aproximadamente un 2,5%) que presentan reacciones adversas a las proteínas de ciertos alimentos que consumen sus madres y que pasan a ellos a través de la leche. La proteína de leche de vaca es la principal causante de alergias en los lactantes.
Cuando un niño es diagnosticado con alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV) la mamá, para poder continuar la lactancia, debe ajustarse a una dieta especial. Debido a que este cambio requiere de paciencia y fuerza de voluntad muchos le han llamado “la dieta del amor”.
En estas próximas semanas estaré publicando las historias de 5 valientes mamás, quienes por muchos meses vigilaron diligentemente su alimentación para poder darle a sus bebés el mejor regalo: su leche materna. Algunas de ellas amamantaron de forma exclusiva, otras (como Daniela, la protagonista de nuestra primera historia) dieron lactancia mixta. Todas ellas hicieron el mismo sacrificio con un objetivo en común: darle a su bebé el mejor alimento posible.
Espero que estas historias sirvan como inspiración y apoyo para aquellas mamás que están pasando por la misma situación.

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Nuestra hija María Fernanda nació el 30 de Octubre del 2013, en la semana 41 de gestación por cesárea debido a una preeclampsia. Todo iba súper bien en las primeras horas, pero ese día en el hospital se demoró un poco en bajar mi presión y entre el cansancio y desconocimiento del tema, le dieron una onza de fórmula. Siempre he pensado que tal vez ese primer biberón  fue el inicio de toda su alergia, pero bueno nada que hacer.
Los primeros días Nanda era súper dormilona, yo me la ponía al pecho y se quedaba dormida; en cambio cuando agarraba el chupón se lo devoraba. Eso me puso un poco nerviosa, sin embargo a los días me visitó una muchacha de la Liga de la Leche y me dio tranquilidad de que sí me estaba saliendo leche, y continúe con una toma de pecho y una de fórmula.
A los 15 días empezamos a ver que ella hacía mucha caquita y con moco. Por órdenes del pediatra le hicimos exámenes y salió lo que parecía ser una intolerancia a la lactosa entonces ese mismo día el médico me dijo que era mejor que hiciéramos cambios. Por 5 días ella no tomó pecho, sólo una fórmula deslactosada, pero todo seguía igual o peor. Nanda empezó a vomitar todo (parecía un tubo, al piso llegaba el vómito).
Cuando volvió al pecho, las noches eran  eternas porque tenía que darle de mamar sólo sentada porque si la acostaba se vomitaba, y además tenía que dejarla quieta en posición vertical por un largo rato para que no devolviera todo lo que comió. Muy preocupados, empezamos a hacerle todo tipo de exámenes (esofagogramas, radiografías de de tórax, medicinas para el reflujo, etc), y la situación seguía empeorando.
Empecé con mi dieta super estricta pero aún no había mejoría. Ella continuaba tomando pecho y fórmula deslactosada pero cada día se ponía peor. Su alergia empezó a reflejarse a nivel respiratorio: empezó a padecer de bronquiolitis.
El momento más difícil de toda esta historia fue cuando a los casi 4 meses tuvo un episodio horrible en el que casi se ahoga. Ese día yo casi me muero de la angustia, pues sabía que eso no podía ser normal. Al día siguiente estábamos en el Hospital de Niños y la pediatra que la atendió me dijo de una vez que empezáramos a darle una fórmula hidrolizada especial para niños alérgicos en lugar de la que tomaba, en adición al pecho.
Muy pronto se fue viendo la diferencia, ella ya no vomitaba y disfrutaba de las tomas de pecho y las de chupón. Todo fue bonito hasta que empezamos a introducir alimentos sólidos. Ella se brotaba y se hinchaba con varias comidas. A los 7 meses un médico le hizo un mapeo y resultó alérgica a muchas cosas en especial a la caseína (proteína de leche de vaca), al trigo, huevo, espinaca, maíz, pollo, ayote , uvas, entre otros. Yo decidí eliminar esos de mi dieta también para continuar con la lactancia.
La opinión de las personas con respecto a mi decisión fue dividida: por un lado tenía gente que me apoyaba y me decía “que campeona!” y por otro lado la mayoría de los que me rodeaba constantemente me decían “ya no seas tonta, dejá de darle de mamar”. Tuve días muy difíciles, evitaba los restaurantes y cafés para prevenir contaminación cruzada y aunque sabía que para muchos no tenía sentido que yo me privara de ” antojos”, yo me mantuve firme pues sabía que cada gota de leche materna era valiosa para mi bebé. Terminé aliandome con una prima celíaca y su apoyo fue muy importante para mí.
Continué con la dieta y la lactancia hasta los 10 meses. Desde ese entonces mi hija paulatinamente ha empezado a tolerar muchas de las cosas que le causaban reacciones alérgicas hasta el punto de comer pequeñas cantidades de yogurt sin mayor problema.
Al poco tiempo quedé embarazada de nuevo y a los meses le dimos la bienvenida a nuestro hijo Felipe. La historia con él ha sido otra, ya que él no quiere nada que no sea teta y es súper comelón. Por recomendación médica hice la misma dieta los primeros 4
meses, pero actualmente estoy comiendo de todo gracias a Dios, con moderación.
Estoy inmensamente feliz con mis dos angelitos y no cambiaría nada de lo que pasé, ambas experiencias muy distintas, ambas muy sacrificadas, pero son lo mejor que me han pasado en mi vida. De todo esto aprendí que uno debe disfrutar lo que tiene y como viene, y que definitivamente por mis hijos haría cualquier cosa.

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Para conocer mi experiencia con la dieta del amor y consejos de lactancia en niños alérgicos podés ver mis posts aquí y aquí.

La última gota

Ultima gota

Me tomó un rato decidir como escribir este post. Sabía que quería compartirlo, porque este blog para mí es en muchas formas un medio para hacer catarsis, pero a la vez ha sido un tema con el que me costó un poquito encontrar paz, principalmente porque no estaba lista. Hace varios días, mi hija decidió solita decirle adiós a la teta, dándole fin a una lindísima relación de lactancia de 1 año y más de 1 mes. Una mezcla de emociones entre tristeza, nostalgia y orgullo llenan mi mente y creo que desde esa óptica es que quiero compartirles esta experiencia, que cambió completamente mi vida. Quiero que ella pueda leer esto en un futuro y entender lo importante que fue esta etapa para nosotros y como esto sentó las bases de la hermosa relación que tendremos durante toda la vida.

Antes de ser mamá mi posición acerca de la lactancia era sumamente relajada: si podría, le daría de mamar a mis hijos; si se hacía muy complicado el asunto, pues entonces no perdería sueño y no les daría de mamar. Nadie me explicó que el “paquete de lactancia” viene con un montón de emociones incluidas, que tienen poco o nada que ver con que tan “práctico” es el medio de alimentación de los bebés. Resulta que en muchas formas (aunque es completamente natural) dar teta no es siempre lo más fácil del mundo: hay que saber identificar todos los obstáculos culturales y el poquísimo conocimiento que tenemos la mayoría de las mujeres acerca de este maravilloso proceso, y hay que armarse de una tribu que le de empujoncitos a uno en los primeros meses como mamá primeriza. Pero luego de subir esa cuesta inicial se llega al paraíso.

El pecho además de ser una fuente de alimento perfecto (siempre listo, siempre estéril, siempre con los nutrientes necesarios), se transforma en una forma de comunicación entre el bebé y la mamá. Para dormir, para consolar, para compartir, la teta lo tiene todo. En mi caso incluso fue más allá, y puedo asegurar que amamantar ayudó a sanarme emocionalmente. Después de años de vivir entre inseguridades, el gestar a mi hija, darla a luz y por último darle de mamar me hizo descubrir lo increíble que es mi cuerpo: un verdadero milagro. El tema de tener un “cuerpo ideal” perdió toda su importancia cuando descubrí y me maravillé en lo que era capaz de hacer. Ya tenía el cuerpo ideal, ¡solamente me hacía falta descubrir sus superpoderes!

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Por eso fue inevitable sentirme triste cuando ella empezó a dejar de amamantar. Primero fue de día: el mundo era más interesante que tomar pecho. De último llegó la noche. Yo se que la mayoría de los papás se mueren por dormir toda la noche y que sus hijos dejen de despertarse, pero para mí las tomas nocturnas eran el cielo. En la oscuridad, todo en silencio, en el calor de la cama, fue muy duro decirles adiós. Fue intermitente y después acabó.

Luego pasó un día, dos, tres, luego una semana. La esperanza que tenía al inicio de que solo fuera “una fase” y que ella fuera a volver al pecho se fue desapareciendo lentamente.

De una manera, esto es lo que yo siempre había deseado. Mi objetivo como mamá es conocerla a ella, para poder respetarla en sus decisiones y preferencias y siempre quise que nuestra relación de lactancia terminara con un destete natural: ella escogiendo que ya no quería más, sin lágrimas ni sufrimiento. Por otro lado, tenía la ilusión y la disposición de continuar con una lactancia que se extendiera más allá del año de edad, no me urgía que ella dejara la teta  y hasta escribí un post al respecto luego de su primer cumpleaños. Pero esta es la realidad y ella tomó su primera decisión independiente… ahora es mi deber como mamá honrarla y respetársela, por más duro que fuera para mí. Estoy segura de que no será la última decisión que ella tome que me hará sentir emociones encontradas, después de todo ese es el sacrificio que supone ser mamá: amar con todo a una personita y darle alma, vida y corazón para luego verlos crecer y transformarse en las personas que escojan ser.

Pero no todo es nostalgia. También me acompaña un sentimiento de orgullo, porque lo logramos. Fueron miles (literalmente) de tomas indelegables, cientos de noches de pasar pegadas, todo un año de dieta especial por las alergias alimentarias de mi bebé. Yo sé que a veces es mal visto “echarse flores” a uno mismo pero en medio de todo esto que ha sido tan inesperado para mí, lo que me hace sonreír mientras que espero que mi cuerpo deje de producir las últimas gotas, es verla jugando feliz y pensar “misión cumplida”.

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Lo que nadie cuenta acerca de la lactancia después del primer año de vida

Cada experiencia de lactancia es absolutamente distinta, al igual que cada bebé es diferente. Algunas personas dan pecho a sus hijos por los primeros días, otras por los primeros meses, algunas no les dan del todo; todas lo hacen con el bienestar de su familia en mente y haciendo lo que consideran mejor para su caso y su bebé. Estando embarazada de mi hija yo quise sugerirme a mi misma una meta: 1 año de lactancia materna. En ese momento sonaba tan lejana y tan difícil de imaginar. Por alguna razón me imaginaba que cuando se cumplieran los 365 días yo iba a querer destetarla, y que para mi cumpleaños en diciembre (un par de meses después del de mi hija) iba a tener mis pechos “de vuelta”. Subestimé demasiado lo que iba a significar todo esto para mí y para mi hija.

Pareciera que fue ayer. Un sábado de octubre a las 10:08 p.m. estaba conociendo a mi hija por primera vez, bastó una mirada para saber que ese amor que sentía por ella me acompañaría toda la vida. Ese día, además de conocernos nos iniciamos en la lactancia, al principio con aparente facilidad, y luego con muchas dificultades: mastitis, conductos bloqueados, pezones lastimados, una huelga de lactancia de varios días a los 3 meses, aversión a un pecho por muchas semanas, alergias… Cada obstáculo que venía me hacía pensar si realmente valía la pena, y terminaba por convencerme más de que quería continuar dándole pecho a mi hija.

Cuando íbamos por los 9 meses y ya sentía el inminente año acercarse, empecé a ponerme nerviosa. Yo no quería terminar nuestra relación de lactancia, después de todas las dificultades era algo que ambas amábamos y disfrutábamos muchísimo, ella crecía fuerte y sana y las cosas iban súper bien. Sentía un poco de presión con mucha gente preguntando “¿y hasta cuando pensás amamantar?” o “¿ya has empezado a darle chupón?”. Deseaba continuar pero me daba cuenta de que estábamos entrando en “territorio tabú”, al menos en nuestra sociedad. Ya para algunos el hecho de que yo le diera pecho a una chiquita que se podía sentar sola y decir palabras era demasiado. Cuando ella empezó a hacer teta-yoga (entiéndase movimientos acrobáticos mientras que tomaba leche) y me pedía el pecho por nombre y apellido yo sabía que ya habíamos cruzado una línea que nunca pensé que cruzaría. Si usted es una mamá (o no) y en este momento está pensando “ay no, que barbaridad, eso no es normal” créame que la entiendo. Antes de quedar embarazada y de conocer lo que conozco de la lactancia debo aceptar que juzgué silenciosamente a las mamás que daban pecho a niños “muy mayores”, que ya podían caminar y hablar.

Podría hablar muchos párrafos de los beneficios nutricionales e inmunológicos, o contar que la edad  del destete natural del ser humano está entre los 2,5 y los 7 años según estudios antropológicos. También se podría decir que la Organización Mundial de la Salud recomienda lactancia hasta los dos años o más, pero lo más probable es que eso no haga nada por cambiar el pensamiento de que la lactancia “prolongada” es extraña, y de eso ya se ha escrito mucho. Lo que quiero compartir los detalles de los que poco se habla cuando se trata de plantear un argumento a favor de la lactancia después del año de vida, cosas que me han parecido lindas, curiosas y hasta graciosas con mi hija.

No hay “un antes y un después”

Muchas personas hacen parecer como que una vez que un niño cumple un año se parpadea un par de veces y ya se va para la universidad. Es muy distinto darle de mamar a un recién nacido chiquitito y frágil a darle a un bebé de un año, pero la transición no ocurre en el cumpleaños. Se va dando de manera muy gradual y tanto la mamá como el bebé se van acostumbrando. La verdad me imaginaba que como mínimo me iba a sentir extraña cuando mi hija interrumpiera su toma para “conversar” conmigo (tengo una bebé muy parlanchina), pero es una de las experiencias más lindas de mi vida.

La tetanalgesia es real

Últimamente en redes sociales han circulado vídeos y artículos que hablan de la tetanalgesia, que es el consuelo que reciben los bebés cuando maman, en especial en situaciones que les provocan dolor, como a la hora de las vacunas, procedimientos médicos o simplemente un golpes fuerte. Ha sido estudiada y se ha descubierto que no es solo un invento de las mamás y sus bebés consentidos, sino que amamantar de hecho alivia el dolor y tranquiliza a los lactantes. Con todo lo que se golpean los niños aprendiendo a gatear y caminar es buenísimo tener esta “herramienta” para ayudarlos a ellos y a nosotras. 

Te permite hacer pausas 

Los bebés grandes se mueven todo el día. Todo. El. Día. Es parte de la vida con chicos, pero una de las ventajas de amamantar a un pequeño de más de un año es que ese rato de lactancia nos permite hacer una alto, estar cerquita de ellos, reconectarnos y disfrutar de una deliciosa pausa.

Esta pareciera ser una razón muy “egoista”, pero me he dado cuenta que esas pausas hacen maravillas por el humor de mi hija y que ella las disfruta montones.

Sea cual sea la razón por la que una mamá decide continuar con la lactancia más allá del primer cumpleaños, debemos seguir abogando por una sociedad que la apoye en lugar de hacerla sentirse juzgada para que ella pueda sentirse cómoda con su decisión. Desmitifiquemos la lactancia después del primer año de vida y compartamos en comunidad nuestras experiencias.

5 mitos comunes que podrían afectar tu lactancia

Lactancia en Epcot

Hace un par de meses escribí un post acerca de las 5 cosas que deseaba haber conocido de la lactancia antes de que naciera mi bebé. Lo hice en el afán de compartir un poquito de lo que he aprendido y tal vez ayudar a un par de mamás que como yo buscaban apoyo y respuestas en la aventura de amamantar a su bebé. Desde ese momento me quedé pensando también que existen muchos mitos que rodean el tema de la lactancia, que están súper engranados en nuestra cultura, y que me han hecho dudar en varios momentos en este primer año de mi bebé.

Si hay algo de lo que me he dado cuenta en todos estos meses es que para poder dar de mamar, hay que saber identificar los mitos de las realidades. El problema es que muchos de estos mitos son perpetuados por familiares, amistades e incluso por profesionales de la salud quienes a veces, queriendo hacer un bien, terminan por sembrar dudas que hacen que una relación de lactancia que va perfectamente bien se termine antes de lo que la mamá y el bebé querían.

Les comparto algunos de los más comunes que he escuchado / leído en este último año, que disfrazan algunas situaciones 100% normales en la lactancia como situaciones problemáticas y sobre los cuales no deberíamos de perder mucho sueño.

1. Las tomas deberían de espaciarse con los meses

Muchos de los libros de bebés e incluso profesionales de la salud usualmente nos indican que un recién nacido mama aproximadamente cada 2-3 horas. Luego, cuando van creciendo pareciera ser el consenso que las tomas se “separan” en el tiempo y los niños empiezan a aguantar 4-5 horas. La mayoría afirma que ya para el año unas 3 tomas al día son lo normal, y por supuesto, nada de tomas en la noche, porque eso debe empezarse a acabar por ahí de los 6 meses. Todo esto es basado en la capacidad gástrica de un bebé (cuanta leche/comida le cabe en la pancita) y sus reservas de energía. El problema es que pensar que un bebé solamente mama por hambre es simplificar demasiado la lactancia.

Los bebés maman cuando tienen hambre, cuando tienen sed, cuando tienen frío para calentarse con mamá, cuando el día está muy caliente para hidratarse, para el confort durante la noche… cuando van creciendo maman cuando se golpean, cuando algo los pone nerviosos, cuando necesitan recargar pilas después de un día muy activo. A veces eso significa cada 4 horas, a veces eso significa amamantar muy seguido, así el bebé tenga 1 mes o 1 año. Muchas mamás se angustian muchísimo porque su bebé de 4 meses “no aguanta las 3 horas entre tomas”, o porque su hijo de 11 meses “mama demasiado”. Esas son conductas absolutamente normales de un lactante y si no van acompañadas de otras señales de alarma (pérdida de peso, por ejemplo) no deberían de representar ninguna preocupación.

2. A partir de X momento el bebé no debe mamar en la noche

Pediatras, autores, tías, vecinos… todo el mundo “mete la cuchara” en los hábitos nocturnos de los bebés. Para los papás primerizos no hay nada más añorado que una noche seguida de sueño (tal como en los viejos tiempos), y una de las formas de lograr tan elusiva meta es logrando que los bebés no amamanten más de noche. Existen maneras de alcanzar esto: unas involucran dejar al bebé llorar hasta que deje de hacerlo (la ciencia cada vez apoya menos esta opción por razones neurológicas), otras involucran enseñarle al bebé a no relacionar el acto de mamar con dormir, sin embargo ninguna de las dos es necesaria. Por supuesto que cada quien hace lo que le parezca más apropiado para sus hijos y su situación, sin embargo nadie está en la obligación de quitarle la lactancia a su hijo de noche. Nadie le “hace un daño” a su hijo por darle de mamar en la noche, ni lo está malcriando ni malacostumbrando a nada.

Antiguamente una preocupación de la lactancia nocturna eran las caries, ya que se observaba que los bebés que realizaban tomas de chupón en la noche eran más propensos a desarrollar caries porque los dientes quedaban expuestos a la leche por muchas horas. Esto no pareciera ser así en los bebés amamantados, tanto por la composición de la leche materna, como por la posición en la que queda el pezón en la boca (muy atrás, casi sin ningún contacto con los dientes). La asociación española de pediatría recientemente dijo que no existe evidencia científica para relacionar la lactancia materna con las caries.

Otra preocupación común es que los niños nunca aprenderán a dormir toda la noche seguida y que siempre tendrán una “asociación negativa” del acto de mamar con el de dormir. Primero, no hay manera de que amamantar sea una asociación negativa, negativo sería que el bebé relacione golpes o gritos con el sueño, pero jamás algo tan dulce como mamar. Tampoco es cierto que haya que hacer algo para que algún día los hijos duerman de un sólo tirón. La evidencia científica dice que tarde o temprano los patrones de sueño de un niño maduran y se parecen más a los de un adulto. El problema usualmente es que ese tiempo no coincide con el tiempo en que los padres desearían que esto suceda. Con raras excepciones, lo normal es que los bebés mamen en la noche, y siempre que la mamá y el bebé estén cómodos y felices no hay que angustiarse por cambiar la situación.

3. A partir de cierto momento, la leche materna no tiene ningún valor nutricional

Este es uno de los mitos más populares y más poco ciertos. Cada uno le tiene una “fecha de expiración” distinta a la teta: a partir de los 6 meses ya no los alimenta, después del año es diluida, y ni que se diga después de los dos años, ahí es como tomarse un vaso de agua. Esto no tiene ningún fundamente científico. La leche materna funciona perfectamente como la única comida y bebida que los bebés necesitan hasta por ahí de los 6 meses o más, luego de eso pueden empezar a complementar su alimentación con comidas sólidas, pero no porque la leche materna ya no alimente, sino porque es el proceso normal y natural de destete de todos los mamíferos. A partir de más o menos 1 año de edad un niño puede empezar a consumir lácteos (si no tiene alergias o intolerancias a estos), sin embargo eso no quiere decir que ya la leche materna no le sirva de nada. El consumir lácteos de otra especie es una particularidad de los seres humanos, un gusto por así decirlo, no una necesidad. Somos el único mamífero que consume con regularidad la leche de otro animal y disfruta de algunos de sus beneficios, sin embargo la mejor leche para un humano sigue siendo la leche humana, tanto al nacer como después del primer año de vida, de eso podemos estar seguras.

4. El bebé te agarra de chupeta

¿Quién no ha recibido esta advertencia? Aquí el problema es uno de definiciones: el bebe no agarra la teta de chupeta, sino que usa la chupeta como teta. Si su bebé no solo usa su pecho para comer sino que además chupetea por confort, no está haciendo nada incorrecto. Está comportándose de una manera absolutamente normal y sana. Conste que con esto no estoy  criticando las chupetas… Mi hija ha usado una desde que tiene un mes y ha sido mi salvación en el carro, cuando la duerme papá o cuando yo ya no doy, pero saber que no tenía nada de malo cuando ella usaba mi pecho por confort cambió por completo mi relación de lactancia.

5. La calidad de la leche depende de la alimentación de la mamá

Hace poco tiempo salió una campaña que lanzó una sociedad de pediatría de Brasil, que tenía como objetivo promover la alimentación saludable en el embarazo y la lactancia, pero que ha ayudar a perpetuar un mito e incluso quizás desincentivado la lactancia materna. En la campaña se dice que los hijos son lo que uno come y se ve un bebé pegado a un pecho que tiene dibujada una dona o alguna otra comida “chatarra”. Rápidamente uno puede pensar que si la mamá come eso la leche materna tendrá el mismo valor nutricional de una comida rápida. Eso es falso.

Si la lactancia materna fuera una cosa así tan frágil, que requiere de una dieta absolutamente perfecta para funcionar, la humanidad nunca habría evolucionado. Muchas mujeres alrededor del mundo han dado leche materna a sus bebés con dietas de distintísimas composiciones, dándole prioridad a los alimentos que culturalmente son la norma en su país. La leche materna se ve mínimamente afectada por los alimentos que consume la mamá (no estamos hablando de alergias o intolerancias de los niños, esa es otra historia) y es el mejor alimento para un bebé sin duda.

Si usted tiene una alimentación a base de alimentos azucarados, grasosos y muy procesados pues lo ideal es que haga algunos cambios e incorpore más frutas, vegetales y  alimentos enteros, pero no porque vaya a tener una leche distinta o de mejor calidad, sino porque una alimentación balanceada y saludable es una manera de disminuir las probabilidades de padecer enfermedades como diabetes, hipertensión y cáncer, y para una mamá vivir más años sana significa que tiene más tiempo para disfrutar a sus hijos.

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¿Con cuáles otros mitos te has topado durante tu lactancia?

El amor trasciende todo

El amor de una mamá y un hijo tiene miles de formas de manifestarse. Indiferentemente de como el bebé nazca o se alimente, es un vínculo que trasciende todo. En mi limitada experiencia como mamá he conocido sólo lo que he vivido con mi hija, y esto me ha llevado a escribir varios posts de lactancia materna (y muy pronto, uno de su nacimiento) que son temas que me apasionan muchísimo y me llenan de felicidad… sin embargo mi corazón entiende que el amor de una madre va mucho más allá de eso y deseo que mi blog refleje también otras formas de vivir la maternidad. En mis ratos en línea conocí a otra mamá que comparte muchas de mis perspectivas, pero tuvo experiencias muy distintas a las mías con su bebé. De inmediato sabía que ella debía ser quien contara su punto de vista y experiencia, para otras mamás que han vivido lo mismo. Sue Mey escribe acerca de su vida de mamá en thecrazywolfpack y es mi primera blogger invitada y autora del post que a continuación leerán: una historia de amor entre un bebé y su mamá.

Sue Ultrasonido 

Cuando decidimos tener un hijo, yo tenía el panorama clarísimo. Iba a dar lactancia exclusiva sin fecha de finalización, el parto iba a ser en agua, natural, sin medicamentos y demás distracciones. Mi posición sobre la lactancia y la nutrición de los hijos era bastante severa. No había espacio para la fórmula (la cual era usada por quienes no querían arruinar sus pechos, según yo) ni para la comida de paquete, cuando llegara el momento.

Fueron pasando los meses y la anticipación se sentía a flor de piel. Esperábamos al chico por ahí del 5 de octubre pero decidió venir al mundo el 19 de setiembre, en mi cumpleaños. Pero la experiencia fue completamente opuesta a todo lo que yo tenía idealizado en mi ignorancia informada.

Sue y bebé

El 18 rompí fuente y esta es la fecha en que si me preguntan qué se siente una contracción no puedo responder, no sentí nada. Hasta solicité la satanizada pitocina y nada. Muchas horas después de empezar la labor de parto y de no sentir nada, pedí que procediéramos con la cesárea. EL CONSENTIMIENTO fue la clave de mi experiencia. En mi cuarto de hospital pude moverme como quise, comer lo que había, ver a mi familia, en fin, todo eso que uno desea en esta experiencia.

Cuando fue el momento de la operación, solicité que no me quitaran los lentes y que no me durmieran, quería escuchar cada sonido de instrumentos, de líquidos y demás. A mi lado se encontraba mi esposo, quien le recordó al equipo médico que no cortaran el cordón umbilical de modo inmediato y cuando terminaron de sacar a mi hijo, todo culminó en el llanto de un niño perfecto.

Cuando salí de recuperación fue una experiencia cinematográfica, viendo a todos desde abajo mientras me llevaban al cuarto. “La tribu” estaba ahí. Hay quienes aman la individualidad y el ser aislado pero hay momentos en que se necesita ese calor humano que se ha perdido, pero por fortuna yo lo tuve. “La tribu” es necesaria, de ese modo sobrevivimos. Todo iba a pedir de boca, hasta que me trajeron a mi bebé y la lactancia se convirtió en la pesadilla que me siguió por un mes.

El bebé no quería succionar, yo sabía que lo primero que sale es el calostro y que era súper importante, por lo que hasta con cuchara se lo daba. En casa tenía mi super Pump Medela, preparado y esterilizado para comenzar el viaje. Pero lo que sacó fue un martirio, sentimientos de culpa y depresión. Pero no me iba a dar por vencida por lo que fui hasta a la Liga de la Leche y contraté una consultora de lactancia, hice power pumping por 48 horas hasta que dijimos que la salud del bebé y mi paz mental son primordiales y no dimos vuelta atrás.

La fórmula permitió que mi bebé creciera sano, grande y fuerte. No tiene rollos de piel saliéndose de su ropa, no se ha atrasado y no le ha pasado ninguna de las situaciones de las que me advirtieron, si le daba de comer tan villanizada bebida.

Este sábado mi bebé cumple un año, “la tribu” sigue ahí, apoyándonos a la distancia, con palabras, cuidando al bebé cuando no podemos hacer nada más que trabajar. Ya he superado la culpa de no poder haber alimentado a mi hijo como suponía debía ser la norma, pero no me arrepiento, no es tan grave haber usado este sustituto y saber que si padeces de hipogalactia, existen alternativas, es reconfortante.

Debemos como personas interiorizar que toda ayuda es bienvenida y que hay gente que no la necesita y todo se da de modo natural y sin problema, pero que hay otras como yo, que necesitan algo externo para poder mantener sano al cachorro y que eso está bien.

Dejemos de juzgarnos y seamos parte de LA TRIBU de otro ser humano.

Casi ha pasado un año

Lactancia

Se acerca rápidamente tu primer cumpleaños. Casi 12 meses desde que naciste y que vi tu cara por primera vez. Casi un año ha pasado desde que conocí un amor tan profundo y verdadero que me hizo dudar de todo lo que yo daba por un hecho en ese momento. Ese mismo día a los minutos de haber nacido empezó también nuestra mayor aventura: con toda la curiosidad que te caracteriza buscaste mi pecho y empezaste a amamantar.

Y de mi brotó leche. Unas gotas al inicio, apenas para calmar tu sed y llenarte de defensas para enfrentar el nuevo mundo; y a los tres días fluía en cantidad siendo para vos comida, bebida, cariño, confort.

Y nos empezamos a mover a puro instinto, tal como una mamá con su cachorro. En el camino dejamos perdido el reloj, se nos olvidaron los estándares sociales, las expectativas y nos perdimos la una en la otra. Toda vos pidiendo mamá y yo entregándome de forma completa, una conexión perfecta, sellada por una teta.

Y me dediqué a conocerte. A conocer tus ojos, tus manos, tus piecitos, tu personalidad, todos tan perfectos. Al hacerlo me olvidaba de la prisa, aprovechamos cada segundo y por meses fuimos una.

Nos saltamos con garrocha los comentarios, las insinuaciones de que mi leche no era suficiente, que mamabas mucho, que debíamos separarnos de alguna forma para no ser tan apegadas, que era malo que no recibieras el biberón y que nos haría bueno estar más lejos, porque ¡cómo le asusta a la sociedad el vínculo tan poderoso de un bebé y su mamá! Es demasiado amor, demasiado irracional para los que todos lo miden.

Nos brincamos los obstáculos, los dolores del inicio, tus alergias, la información errónea y seguimos hacia adelante.

Cada día que pasa te veo un poco más niña y un poco menos bebé, y eso lejos de llenarme de nostalgia me llena de felicidad. Estás menos en mis brazos, pero no porque yo te obligara a bajarte sino porque voluntariamente escogiste curiosear el mundo. Ya usás menos mi pecho para dormirte, pero no porque te lo prohibiera sino porque a veces te basta un abrazo y una canción, o los brazos de papá. Ya cada vez llorás menos mi ausencia cuando te alejás a explorar, a pesar de que nunca te dejé derramar lágrimas “para que te acostumbraras”. Y es que eso hizo la teta por nosotros: me hizo entender que para un bebé la necesidad de mamá es tanto o más grande que la necesidad de comida y que empezarías a independizarte poco a poco, a tu propio ritmo. Nada nos urgió, todo se disfrutó.

Casi un año después me siento tan orgullosa de vos, de la tribu de mujeres que me han apoyado, de tu papá que ha sido mi fortaleza.

No se cuando será el final de esta hermosa lactancia, lo que sí veo es que tus tomas son ahora distintas: el mundo es más interesante que mi pecho y lo que antes duraba largos ratos ahora dura pocos minutos o incluso segundos. Falte lo que falte y pase lo que pase en los próximos años, siempre tendremos un lazo que nos une, que empezó por una teta pero que no tendrá nunca final.

Gracias a Dios que me dio el privilegio de ser tu mamá y gracias a la vida que me ha permitido producir tu principal fuente de alimento por todos estos meses. Gracias a vos por hacerme mamá y abrir mi corazón de par en par. Muchos se preocuparon que yo en mi dedicación me “perdiera” a mi misma, pero lo que nunca entendieron es que nunca he estado más hallada, más feliz. Una persona se redefine muchas veces en su vida, pero este año que está a punto de irse nadie nos lo puede devolver, y estoy muy feliz de haberlo vivido sin ninguna restricción, sumergida en el amor. Y con emoción, espero las nuevas aventuras nos traerá la vida.

Guía de supervivencia cuando se tiene un bebé con alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV) | Parte 1 |

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Todo empezó con un pañal.

Los recién nacidos ensucian muchísimos pañales al día, eso no es ningún secreto. Tampoco es ningún secreto que los papás nos volvemos algo así como expertos en las… ahem… deposiciones de nuestros bebés. Ya sabemos más o menos que esperar y cuando algo no parece normal lo captamos en un segundo. Pues ese superpoder fue el que nos permitió a mi esposo y a mí darnos cuenta de que algo no andaba 100% bien. La presencia de sangre en el pañal, acompañada de mucho reflujo nos tenía a este par de papás primerizos muy nerviosos.

Luego de algunos exámenes el pediatra nos tenía una idea de lo que estaba pasando: alergia a la proteína de la leche de vaca. Yo de inmediato tenía muchas preguntas, las cuales luego fui contestando poco a poco con la ayuda del doctor y de un poquito de research de mi parte.

En resumen: aunque usualmente las mamás que dan pecho pueden comer lo que desean sin que esto afecte de manera negativa al lactante, existen algunos pocos casos en los que el bebé sí presenta una reacción a los alimentos consumidos por su madre, especialmente cuando se trata de lácteos y soya. Esto causa que el bebé presente lo que se llama en el mundo médico una “proctocolitis alérgica” que da como resultado la salida de sangre cuando defeca. (Para una explicación mucho más sofisticada les recomiendo leer este protocolo clínico de Breastfeeding Medicine, que está completísimo).

Hay varias hipótesis de lo que puede aumentar la incidencia de esta alergia como por ejemplo que al bebé se le dé un “biberón pirata” (chupón con fórmula en la clínica durante las primeras horas o días de nacido) o la manera de nacer (por cesárea); sin embargo hay casos como el de mi bebé, quien nació de manera natural y solo ha tomado leche materna desde el día uno, en el que lo que más pesa es una historia familiar de alergias alimentarias.

Cuando un bebé tiene alguna alergia alimentaria la primera línea de tratamiento es que la mamá siga una dieta libre del alergeno sospechado (usualmente lácteos y soya). Suena relativamente sencillo, pero se pone interesante cuando uno se da cuenta que esto no es tan simple como nada más no comer queso, yogurt y leche, o de simplemente evitar los alimentos de soya. El truco es que la industria alimentaria utiliza decenas de ingredientes derivados tanto de la leche de vaca como de la soya para elaborar muchísimos alimentos procesados que consumimos con frecuencia.

En este post de dos partes quiero tratar de dar tips para ayudar a las mamás que se han hecho las dos preguntas que yo me hice al inicio:

1.¿Qué debo evitar?

2. ¿Entonces, qué como?

Voy a empezar en ese orden, como para ir de lo más aburrido a lo más divertido. Esta primera parte será de lo que se debe evitar y la segunda parte de TODO lo que se puede comer (que creanme, es mucho y delicioso), incluyendo un menú con algunas ideas de mis comidas favoritas de estos meses, y de cómo ordenar en restaurantes para garantizar una comida que se adapte a esta nueva forma de alimentación.

Lo que se debe evitar

Cuando uno piensa en no consumir lácteos se le viene a la mente evitar los alimentos más obvios como la leche de vaca, el yogurt, el queso, la crema, la mantequilla, la natilla y los helados; sin embargo hay que volverse medio detective para leer etiquetas. La siguiente lista (tomada de la página de la facultad de medicina de la Universidad de Chicago) indica que cuando un alimento tenga alguno de los siguientes ingredientes, significa que contiene leche:

  • Aromatizante de mantequilla artificial.
  • Mantequilla, grasa de mantequilla
  • Caseína.
  • Caseinatos (amonio, calcio, magnesio, potasio, sodio).
  • Queso, requesón, cuajadas.
  • Crema.
  • Natillas, pudín.
  • Ghee
  • Half and Half™ (Mitad y Mitad)
  • Hidrolizados (caseína, proteína de la leche, proteína, suero lácteo, proteína del suero lácteo).
  • Lactoalbúmina, fosfato de lactoalbúmina.
  • Lactoglobulina.
  • Lactosa.
  • Leche (derivados, proteína, sólidos, malteada, condensada, evaporada, deshidratada, entera, baja en grasas, sin grasas, desnatada).
  • Turrón.
  • Cuajo de caseína.
  • Crema agria.
  • Sólidos de la crema agria.
  • Suero lácteo (sin lactosa, desmineralizado, concentrado de proteína).
  • Yogurt

Algunas otras fuentes de productos lácteos que se usan en alimentos procesados pueden ser:

  • Condimento de azúcar morena.
  • Condimento de caramelo.
  • Chocolate.
  • Harina alta en proteína.
  • Margarina.
  • Condimento natural.
  • Simplesse™.

La soya también toma nombres distintos cuando se encuentra en alimentos procesados. Cuando algún alimento contiene los siguientes ingredientes, lo mejor es evitarlo:

  • Proteína de soya hidrolizada.
  • Miso.
  • Salsa de shoyo.
  • Harina de soya.
  • Sémolas de soya.
  • Nueces de soya.
  • Leche de soya.
  • Brotes de soya.
  • Concentrado de proteína de soya.
  • Aislado de proteína de soya.
  • Salsa de soya.
  • Tempeh.
  • Proteína vegetal texturizada (su sigla en inglés es TVP).
  • Tofú.

Además, existen alimentos que contienen lecitina de soya y aceite de soya. Existen estudios que afirman que las personas alérgicas a la proteína de soya usulamente pueden consumir ambos, por su alto contenido de grasa y bajo contenido de proteína, sin embargo yo tomé la decisión personal de eliminarlos también al inicio.

El último tema importante de conocer es que la gran mayoría de los embutidos (jamones, salchichas, etc) y carnes procesadas contienen leche.

Lo que les puedo decir es que la primera vez que vi esa lista quedé como mareada. Y todavía más cuando iba al súper y veía la cantidad de productos que contenían esos ingredientes. Como por dos semanas le tuve miedo a la comida y me pensaba todo como mil veces antes de comerlo. Lo cuento por si alguna le pasa para que sepa que es 100% normal y que no está sola, uno quiere siempre lo mejor para sus hijos y se angustia de pensar que algo que uno coma pueda provocarle aunque sea la mínima incomodidad. Eso, como todo en la vida, pasa y se supera en el momento en el que uno se da cuenta del montón de cosas que sí puede comer y de las posibilidades deliciosas.

Creo que en esta jornada lo más importante es buscar apoyo, tanto de mamás que pasan por lo mismo como de su círculo familiar. Habrá una que otra persona que piense que es ilógico que la mamá se “prive” de alimentos cuando podría dejar la lactancia y comer lo que quiera. Esa es una opinión válida para algunas personas, sin embargo debe ser una decisión informada de la mamá. Hay muchas ventajas de continuar la lactancia en especial cuando se trata de un bebé alérgico, por lo que vale la pena hacer al menos el intento con esta nueva forma de comer y dar suficiente tiempo para que el bebé mejore y la mamá se informe con respecto a la alimentación libre de alergenos. Con esto no digo que no hayan casos que ameriten del uso de una fórmula hidrolizada especial, pero eso le corresponde a un especialista prescribirlo de acuerdo a un protocolo establecido en caso de que bebé no mejore con la dieta de eliminación de la mamá. Hay ocasiones en que lo que hace falta es descubrir si hay algún otro alimento afectando; en el caso de mi hija ella también reaccionaba cuando yo comía huevos.

En la segunda parte voy a compartir algunas de mis comidas favoritas libres de lácteos y soya y tips de compras, productos y como ordenar en restaurantes.

¡Hasta el próximo post!

Las 5 cosas que desearía haber conocido de la lactancia antes de que naciera mi bebé

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Este es un post pro lactancia materna. Eso no quiere decir que sea un post en contra de la lactancia artificial. Decir que estoy en contra de la lactancia artificial sería algo absurdo, ya que desde casi recién nacida tomé solo fórmula. Igualmente mi esposo, mi hermana y mucha gente inteligente, sana y feliz que conozco. Tampoco significa que piense que las mamás que no han dado lactancia materna a sus hijos (por cualquier razón que sea) sean “menos mamás”, algunas de las mejores mamás que conozco han dado lactancia artificial o mixta a sus hijos, y son mamás espectaculares, que me han enseñado lo que es amar incondicionalmente a un hijo y cuyos consejos valoro como el oro. ¿Por qué empiezo el post así? Bueno, pocos temas son tan polarizantes como este de la alimentación de los bebés, y cada vez que se menciona en un grupo, foro o blog toca fibras muy profundas en la mamás; después de todo, ¿quién no quiere darle lo mejor a sus hijos?

¿Por qué lo escribo entonces? Porque la lactancia es algo de lo que vale la pena hablar, es un asunto de salud pública y porque muchas madrugadas en mis primeras semanas como mamá buscaba en distintas fuentes respuestas para todo y en esta era digital muchas las encontraba en blogs de personas que habían pasado por lo mismo. Encontraba consuelo en saber que no estaba sola y que otra gente había recorrido ya el mismo camino. Porque en mi círculo no existía una “cultura de lactancia” y yo no tenía un grupo de mamás que me enseñaran a dar teta, o que me dijeran que esperar.

Una vez una señora amiga me dijo “dar de mamar es lo más lindo del mundo” y 8 meses después coincido con ella en un 100%, sin embargo se le olvidó decirme que al principio no siempre se iba a sentir así. Al principio iba a dudar hasta de mi propia sombra y tendría sentimientos encontrados en muchas ocasiones mientras que se acomodaba el desorden hormonal post parto, y mientras que encontraba esa fuerza en mí para decir “esto lo quiero hacer, sí vale la pena y no estoy sola”.

Hay 5 cosas que de haberlas sabido, habrían hecho todo más fácil. Por eso hoy las comparto, para que quien lo lea pueda encontrar en ellas apoyo y pilas para seguir sus instintos y escuchar a su bebé.

1. La lactancia tiene que ser A DEMANDA

Si si, yo se que este consejo se puede leer en cualquier libro, curso de preparación para el parto o foro de bebés del mundo. Pero rara vez alguien se dedica a explicar que significa realmente eso. Recuerdo salir del hospital con la idea de darle aproximadamente cada 3 horas y nunca más de 20 minutos porque sino “me estaba agarrando de chupeta”. En mi opinión no hay un consejo más dañino para establecer la lactancia que ese. Al incio lo seguí al pie de la letra, luego empecé a hacer “mi versión” (si había pasado como 1 hora y media o 2 horas desde que mamó le volvía a dar) y luego leí más y más y lo mandé por un tubo todo. Puede ser cierto que los bebés necesitan comer en promedio en intervalos de 2 a 3 horas pero ¿quién dice que un bebé sólo mama para comer? Para los bebés el pecho es una de las formas de conectarse con mamá, de tocar base en el mundo tan grande al que acaban de entrar. Se despegaron de mamá y ocupan pegarse otra vez, sea para comer, confort, chupetear ¿a quién le importa?.

Antes de tener a mi hija me imaginaba que yo iba a ser súper estricta con los horarios para tener una vida muy estructurada y bien planeada. Por supuesto que esto es un absoluto chiste y que nada puede ser meticulosamente planeado con un bebé… De vuelta a la realidad, sí he logrado establecer con bastante éxito rutinas para siestas y la hora de dormir, pero el pecho en mi casa no tiene hora. Ningún otro mamífero se fija en el reloj para dar de mamar en una hora “normal”, lo dan cuando su cría lo necesita. Esto no hace bebés malcriados, tiranos o glotones; esas son ideas locas y muy recientes.

Seguir horarios estrictos es una de las razones por las que la lactancia fracasa, o por las que una mamá llega a sentir que no tiene suficiente leche, cuando en otras circunstancias podría haber dado de mamar sin problema. Además es una gran fuente de frustración las primeras semanas. Recuerdo pasear a mi hija por toda la sala de la casa porque hacía una hora había comido (o sea, en mi mente no podía tener hambre) y revisar por qué estaba llorando. Me preguntaba si tendría el pañal mojado o sucio (no), si tendría un gas (no), si tendría frío o calor (de nuevo no) y me convencía de que seguro lloraba porque los bebés lloran y listo. Hoy sabiendo lo que sé estaría casi segura de que lo quería era mi pecho, o por lo menos lo habría ofrecido con mucha más frecuencia. Ojo que para seguir esto es muy importante hacerse de hierro porque inevitablemente llegarán las preguntas ¿está comiendo OTRA vez? ¿no será que tu leche no le sustenta?. Y esas si que lo hacen a uno sudar la gota gorda al inicio.

2. No todo es como al inicio

Que la lactancia sea natural no quiere decir que sea súper sencilla; el inicio es cansado, confuso y hasta a veces doloroso. Uno no sabe lo que está haciendo, el bebé medio sabe lo que está haciendo y hay un coctelazo de hormonas suficiente para hacer perder hasta el más cuerdo la razón. Pero no es así para siempre, lo prometo. Mamá de bebé recién nacido que quiere con todo su corazón dar de mamar pero que está pensando en renunciar en las primeras semanas porque duele, o le cansa o cree que cualquier cosa sería más sencilla: le prometo que mejorará. De todo corazón hoy le puedo decir lo que a mi me dijeron: la lactancia es una belleza. Va a llegar un momento en el que su bebé le sonría cuando vea su pecho y usted se derrita de amor y van a ser por unos minutos uno solo otra vez como cuando estaba en su pancita. No pase por esto sola, busque consejo de gente que quiera lo que usted quiere y piense como usted piensa. Esto me lleva a mi próximo ítem.

3. No subestime la ayuda de “la tribu”

Uno de los términos que más me gusta de todo lo que he leído con respecto al tema es el concepto de la tribu materna. La maternidad no está hecha para llevarse sola, realmente se requiere de una tribu para que todo funcione, y esas personas deben estar en sintonía con los deseos e instintos de la mamá para que todo fluya.

No subestime nunca la ayuda de una consultora de lactancia, o de los grupos de mujeres que se reunen a hablar del tema y compartir. Ellas son estudiosas del tema, tienen años de experiencia, saben como solucionar todos los problemas que ocurran o por lo menos saben acompañarla mientras que usted los soluciona.

Si tiene tías, abuelas o amigas que han tenido relaciones de lactancia exitosas hay que rodearse de ellas. Hágase un buen favor y no escuche historias de terror ni asuma que la habilidad para dar de mamar es algo de familias o heredable. Cada persona es distinta. Cada mamá tiene derecho a intentarlo y vivirlo en carne propia.

4. Normalizar la lactancia nos corresponde a todas

Parece absurdo que se tenga que hacer esfuerzos por “normalizar” algo que es tan natural, sin embargo todavía hay personas a las que se les hace extraño que los bebés mamen de sus mamás, en especial en público. Para la sociedad los pechos están muy bien siempre que estén en un contexto sexualizado ¡Dios guarde alguna mujer los use para lo que fueron biológicamente creados!

Pues eso nos toca a nosotras cambiarlo de la manera que más cómodas nos sintamos. Yo he aprendido a dar pecho en la playa, en el bosque, en aviones, en parqueos, en privado, en público, en donde sea que mi bebé estemos cómodas y esté felices. Eso no es exhibicionismo, es sentido común. Nadie manda a un adulto a comer al baño ni lo obliga a apartarse del contexto social cuando necesita una merienda, no hagamos lo mismo con los bebés. Nos corresponde a nosotros conversar del tema y crear espacios para la lactancia. La cosa de taparse o no taparse, apartarse o no apartarse para dar de mamar debe únicamente depender de la mamá y el bebé.

5. El destete es nuestro

El momento de destetar es suyo y de su bebé, es una de las decisiones más privadas que pueden existir. La Organización Mundial de la Salud recomienda dar de mamar por 2 años o hasta que la madre y el niño lo quieran. La Asociación Americana de Pediatría es más conservadora y habla de 1 año. Muchas mamás se ven obligadas a destetar antes de lo que deseaban por alguna situación personal urgente, otras se fijan metas (como yo al inicio) y cuando ven que esa meta se acerca se dan cuenta que ni ella ni el bebé están listos para parar. No hay ninguna edad en la que la leche materna sea dañina, no hay ninguna edad en la que dar pecho sea “por vicio”, no hay ninguna edad en la que la leche materna sea “agua” y no tenga valor nutricional. Eso no lo digo yo, lo dice la ciencia. Si usted desea dar teta a su bebé por unos cuantos meses y está convencida de eso, hágalo así y tenga la satisfacción de que le dio por un tiempo una verdadera “superfood” a su hijo, porque en la lactancia cada gota cuenta. Si usted como yo se inclina más hacia un destete natural y gradual no deje que nadie la convenza de lo contrario. En resumen la presión no debería de existir ni para dar más ni menos de lo que usted y su bebé deseen.

Y esas son las 5 cosas que yo desearía haber conocido de la lactancia antes de que naciera mi bebé. Espero de corazón que este post llegue a alguna mamita o futura mamita que lo necesite. A todas las mejores vibras y bendiciones en esta aventura de ser mamá.

Si te sentiste relacionada con este post, escribí uno nuevo que quizás te podría ser útil también. 5 mitos comunes que podrían afectar tu lactancia.