El día en que casi renuncié a la lactancia

IMG_2719

Era la tercera semana de vida de mi primera hija, y yo estaba sentada en un sillón en su cuarto, con ella prendida a un pecho: ella feliz, yo no tanto. No había dormido casi nada en los últimos días, la espalda me dolía, mis pezones aún estaban empezando a acostumbrarse a la lactancia, y la verdad me sentía un poco atrapada. Atrapada debajo de ese cuerpito chiquitito que me necesitaba tanto. Era algo indelegable, ella ocupaba mi leche para sobrevivir y yo la necesitaba a ella cada vez que mis tetas se llenaban… algo que debía ser como una simbiosis, en ese momento no se sentía para nada ideal. Acababa de descubrir que ella era alérgica a la proteína de la leche de vaca, entonces además de aprender lo que había que aprender acerca de ser mamá, tenía que aprender a comer de una forma distinta para poder seguirle dando pecho. Sentía como que el mundo era súper pesado, y yo lo estaba cargando en mis hombros. En ese momento fue cuando lo pensé: la vida tal vez sería más sencilla si yo no diera de mamar… es más, me dije a mi misma que si cuando llegaba esa tarde al consultorio del pediatra él me sugería que le diera fórmula, yo iba a decirle adiós a todo el tema porque dar teta no era para mí.

Luego de ese día le di lactancia exclusiva a mi hija hasta que ella misma decidió que  no quería más. En este momento que escribo este post, estoy en el sétimo mes de lactancia exclusiva con mi segundo hijo… quien me conoce sabe que soy algo así como una activista de la teta, una verdadera apasionada del tema. Esa tarde de Noviembre hace casi 3 años, fue tan solo la primera vez que yo creía que no había nacido para dar de mamar. Luego de eso y en numerosas ocasiones me imaginé que existían varias razones para renunciar total o parcialmente a la idea de amamantar: cuando mi hija tuvo una etapa en la que solamente quería amamantar acostada, cuando me dio mastitis, cuando le salieron sus primeros dientes y le dio por morder (¡auch!), cuando ella decidió que sólo quería mamar de la teta izquierda, cuando a los 8 meses decidió que iba a pasar de dormir muchas horas seguidas a mamar cada 3 horas como un recién nacido en la noche (algo que es normal en el desarrollo). En cada una de esas ocasiones (y quizás en otras en el intermedio) el mismo pensamiento cruzó mi mente. A esos momentos yo les llamo mis “casi-casi”.

Los “casi-casi” son de esos temas tabú en la lactancia. Todo el mundo quiere hablar de las cosas divinas de dar teta (es realmente maravilloso, y de eso podría escribir no uno, sino decenas de posts), pero nadie quiere admitir sus “casi-casi”. He encontrado que cada vez que comparto alguna de estas experiencias, algunas personas piensan que soy algún tipo de mártir o masoquista, que continuó con algo que no disfrutaba al 100% en ese momento.  Creo que eso se debe más que todo a que vivimos en un mundo en el que queremos ver todo o blanco o negro, y no aceptamos que aún las cosas más lindas pueden estar pintadas de infinitas tonalidades de gris. Pero el silencio en este tema hace que muchas personas que tienen esos pensamientos sientan que quizás son las únicas, que de verdad la lactancia no debe ser para ellas, puesto que las personas que han dado teta de forma exitosa son algún tipo distinto de mujer mítica a quien todo se le dio muy fácil y que amó cada microsegundo de la experiencia. Quiero compartir mi experiencia y las cosas que hicieron que en cada uno de esos momentos yo decidiera seguir adelante, porque hay algo que si es cierto: nunca me he arrepentido de haber continuado dando de mamar.

Entiendo que este post no será para todas las mujeres. Cualquier persona puede decidir que no desea amamantar en cualquier momento o por cualquier razón que lo desee, es parte de nuestro derecho como mujer y de nuestra autonomía corporal. Hay personas que han dejado de hacerlo con mucho dolor y desilusión por razones médicas, hay personas que se han sentido liberadas y han dejado de hacerlo por razones tan sencillas como el simple hecho de no desear amamantar. Ambas situaciones son igual de válidas. Hay cuatro pilares que han sostenido mi relación de lactancia con mis hijos, y los comparto a continuación para aquellas que desean amamantar a sus hijos y que creen que los momentos de duda les superan.

Tener una tribu de apoyo

Para mí tener un grupo de personas que crean en la lactancia y que estén dispuestas a escuchar sin juzgar ha sido la parte más importante de todo. En mi caso, la principal ayuda ha venido de una de las líderes de La Liga de La Leche en mi área, a quien yo le llamo mi “ángel de lactancia”. A veces me ha ayudado dándome soluciones, y a veces simplemente me ha escuchado mientras que me desahogo y me da ánimos para continuar. Hay mujeres que vienen de una familia en las que todas han dado teta, desde su abuela, hasta su mamá, tías, etc. Ellas también pueden ser un enorme apoyo. Las parejas pueden ser un apoyo maravilloso también si están bien informadas. Hay grupos en redes sociales, chats a través del teléfono, etc. El punto es encontrar al menos una persona (ojalá varias) que estén dispuestas a escuchar y apoyar.

Encontrar profesionales de la salud pro lactancia

Una vez leí en un foro que todos los pediatras son pro lactancia. Claro, ¿cómo no habrían de serlo? si los beneficios de la leche materna son científicamente comprobados. Sin embargo, por más que un profesional de la salud afirme que la leche materna es el mejor alimento para un bebé lactante, hay algunos cuyos consejos que pueden poner hasta a la más determinada de las mamás a nadar contra corriente: dar teta con un horario fijo, introducir biberones antes de que la lactancia esté bien establecida, sugerir fórmula desde el nacimiento sin ninguna razón médica para hacerlo, negar la importancia de las consultoras de lactancia, entre otras. Todos los pediatras coinciden en una maravillosa forma: si nuestro hijo se enferma, podemos confiar en sus años de estudio y experiencia para buscar la solución, así que todos merecen respeto y admiración, pero yo en aquella tarde de Noviembre que describí al inicio de post me di cuenta de la importancia de coincidir también en otras ideas como la lactancia. Si yo hubiera entrado ese día al consultorio y mi pediatra hubiera solamente mencionado la fórmula, mi relación de lactancia no habría sido la misma, me habría perdido de un montón de momentos que atesoro en mi corazón y mi hija no hubiera recibido 14 meses del mejor alimento.

Entender que hasta las experiencias más hermosas tienen altos y bajos

Cada experiencia hermosa y valiosa de la vida tiene altos y bajos. El matrimonio es maravilloso pero nadie espera que sea fácil todos los días, viajar por el mundo es lo máximo pero hasta el mejor paseo tiene sus contratiempos, estudiar una profesión da muchísima satisfacción al final del camino, pero el camino en sí a veces es pedregoso. No por eso nos dejamos de casar, o dejamos de pasear, o renunciamos a estudiar. Sin embargo, cuando se trata de la lactancia a veces pensamos que si cada momento de la experiencia no nos hace sonreír, entonces no vale la pena. En mi opinión, vale cada segundo. Los contratiempos hacen que los momentos dulces sepan aún más dulces, y los momentos no tan hermosos nos preparan para un realidad de la maternidad: aunque amemos a nuestros hijos con todo nuestro corazón, habrán días fáciles en donde sentimos que lo tenemos todo bajo control y días más complicados, de los cuales podemos aprender y crecer muchísimo como personas.

Además es importante a veces ponerse profunda y preguntarse por qué nos sentimos como nos sentimos. La lactancia es retadora por supuesto, pero muchas veces el reto no lo presenta la lactancia en sí sino las exigencias sociales con las que sentimos que tenemos que cumplir: estar siempre arregladas, vernos siempre bien, ser súper mamá, súper esposa, la súper mujer imposible que nos han vendido. A veces basta con apagar el ruido externo y darnos cuenta de lo que es realmente importante para nosotros, en lugar de comprarnos una idea prefabricada que nos han vendido de como debería de ser una mamá exitosa.

Seguir un excelente consejo de lactancia (y de vida)

El mejor consejo de lactancia que recibí realmente no me fue dado como un consejo de lactancia, sino como uno de vida, pero aplica perfectamente para estas situaciones:

Nunca renuncies después de un mal día

Esa simple cita de Nastia Luikin, una gimnasta olímpica, la tengo grabada en mi mente y me ha ayudado en muchísimos aspectos de mi vida. En un “mal día” no siempre tenemos la mente en el lugar correcto para tomar decisiones apropiadas. Siempre al final de un día retador, en el que a veces consideraba renunciar me decía a mi misma antes de ir a la cama “hoy ha sido un mal día, hay que esperar a que las aguas se calmen antes de tomar una decisión”, y siempre al día siguiente o un par de días después, cuando todo se calmaba yo podía ver las cosas bajo otra óptica.

 

Espero que este post pueda ayudar al menos a alguna mamá que esté pasando por lo mismo, para que ella sepa que no está sola, y que otras hemos sentido lo mismo.

¿Tendré suficiente leche?

Ali TreeofLife

Lo he visto pasar muchas veces entre amigas, familiares, conocidas y no tan conocidas. Una mamá que sueña con ilusión desde su embarazo con amamantar a su bebé, ojalá de forma exclusiva… y luego nace el bebé. Entre los primeros días llenos de hormonas, dudas, consejos mixtos y gente visitando surge la misma duda (y si la mamá no se la ha preguntado, sin duda alguien más se la sugerirá): ¿tendrá suficiente leche para amamantar a su bebé?

De todos los mamíferos, los humanos somos los únicos que nos planteamos esa duda. La mayoría de las otras especies deja que su cría llegue a su pecho y se olvida del asunto, pero nosotros en parte por costumbre y en parte por cultura siempre nos cuestionamos. Por supuesto que existen personas que por razones variadas (quirúrgicas, fisiológicas o de otra índole) que no pueden amamantar a su bebé o no pueden cubrir todas sus necesidades calóricas con sólo leche materna. También hay personas que por decisión propia (basada en una serie de factores) toman la decisión de no amamantar. Este post no tiene como intención minimizar o invalidar a las personas que no han podido o querido amamantar, tampoco juzgarlas, presionarlas o “convencerlas” de cambiar de opinión. Este post está dirigido a la mamá que quiere amamantar con todas las ganas y que por alguna razón se está haciendo esa pregunta.

Cuando una mamá se plantea la pregunta de si tendrá suficiente leche usualmente se basa en ciertos parámetros, primero vamos a hablar de dos de los más comunes, que son falsos y que causan muchas veces que se abandone la lactancia.

El primero es que el bebé no “aguanta” 3 horas entre toma y toma. Muchísimas veces en foros de mamás he leído consultas de personas preocupadas porque su hijo no aguanta 2, 3, 4 horas (o cualquiera que sea el número arbitrario que se ha establecido como ideal). Esta no es una razón para pensar que no se tiene suficiente leche. Los bebés, tanto recién nacidos como más grandecitos no tienen porque aguantar ninguna cantidad establecida de tiempo entre tomas. Ellos nacen con la capacidad de autoregularse y cuando necesitan más leche la toman más frecuentemente, no hay porque asustarse si un día (o incluso muchos días) quieren amamantar mucho más seguido, por eso se dice que la lactancia es a demanda.

El segundo parámetro que hace que las mamás tengan dudas con respecto a su producción de leche es que la cantidad extraída con un sacaleches es baja. Esta tampoco es una razón para pensar que no se tiene suficiente leche. Un sacaleches no es un bebé, no succiona tan eficientemente como un bebé, ni provoca en la mamá la misma reacción fisiológica que provoca un bebé. Hay personas cuyo cuerpo responde de manera súper “buena” a un sacaleches (lease, pueden extraer una cantidad significativa) y otras que no. Por ejemplo con mi primera hija yo no logré sacarme más que 1 oz de cada pecho con un extractor, sin embargo ella recibió lactancia exclusiva por más de un año, aumentando de peso de forma apropiada, o sea obviamente recibiendo mucho más que 1 oz en cada toma. Con mi segundo hijo (y un sacaleches más poderoso) logro extraerme un poquito más, pero para hacerlo debo estar súper relajada y hasta ver una foto de él para lograrlo, mientras que cuando me lo pongo al pecho la leche simplemente baja. No se debe tomar la cantidad de leche que se extraiga como una medida de lo que está comiendo el bebé en cada toma.

Ahora, existen casos en los que el bebé no está aumentando de peso apropiadamente y no se está desarrollando adecuadamente y eso sí ocasiona que se levanten todas las advertencias de poca producción de leche. En esos casos, de la mano del pediatra y una excelente consultora de lactancia se pueden considerar varios pasos a tomar. Voy a mencionar algunos en el post porque usualmente no les son mencionados a las mamás en las consultas de “niño sano” y valen la pena evaluarse con los profesionales adecuados. Estos pasos podrían ayudar a una mamá a lograr sus objetivos de lactancia.

Revise el agarre de su bebé al pecho

La lactancia es un asunto de oferta y demanda. Entre más vacíe el pecho el bebé, más leche se produce, pero para vaciar el pecho de una forma eficiente un bebé tiene que tener un buen agarre y estar bien colocado. A veces la mamá tiene poca producción de leche, pero no porque su cuerpo no sea capaz de producir la cantidad apropiada, sino porque al tener mal agarre, el bebé no está “demandando” de la forma adecuada para que el cuerpo produzca la cantidad necesaria. Este link de La Liga de la Leche tiene información valiosa al respecto.

Chequee que su bebé no tenga frenillo lingual y/o frenillo labial

screen-shot-2017-03-05-at-7-07-59-pm
Mi hijo menor a horas de haber nacido: “rockeando” y enseñando su frenillo lingual.

Yo no sabía nada de los famosos “frenillos” antes de tener a mis hijos. Los frenillos son pliegues verticales de membrana mucosa, ya sean de la cara interna del labio superior a la encía (labial) o de la lengua al suelo de la boca (lingual), que impiden la movilidad normal, impidiendo así un buen agarre del pecho o una adecuada succión. En este link se aclara la influencia y consecuencias en la lactancia materna.  Un frenillo debe ser evaluado por un profesional, quien determina de acuerdo a su criterio los pasos a tomar.

Cuando tuve a mi hija no noté que tenía frenillo labial sino hasta el final de nuestra relación de lactancia. Muchos de los problemas por los que pasamos, como mis constantes mastitis y conductos bloqueados muy probablemente se debían a ese frenillo, que no permitía el mejor agarre. En nuestro caso tuvimos la suerte de que no interfirió con su desarrollo, ya que de alguna manera ella lograba sacar la lechita que ocupaba, pero también es casi seguro que hubiéramos tenido aún más éxito sin ese factor en juego. En el caso de ella el problema se resolvió solo, pues en Navidad del año pasado tropezó y cayó de boca y el frenillo se despegó con el golpe (suena feo, se vio feo, pero para verle el lado positivo a una mala situación, no tuvo que hacerse un procedimiento para removerlo).

Con mi hijo menor tuvimos la suerte de tener una muy observadora pediatra en la sala de partos, quien de inmediato detectó su frenillo lingual y desde antes de salir del hospital una odontopediatra pudo removerlo, mejorando de inmediato su agarre e impidiendo cualquier futuro problema de lactancia.

Aproveche las tomas de la madrugada

A nadie le gusta mucho despertarse de madrugada, de hecho una de las más frecuentes preguntas a los nuevos papás es ¿ya duerme toda la noche?. Sin embargo, nadie nos explica antes de ser mamás de la importancia de las famosas tomas de madrugada y de por que muchos bebés las necesitan. Resulta que en las madrugadas hay un pico en la producción de prolactina en las mamás, la cual es una hormona que contribuye a la producción de leche. Hay bebés que pueden dormir toda la noche sin que eso afecte la producción de leche de sus mamás para el día, pero una gran cantidad de bebés necesitan amamantar al menos un par de veces en la noche o madrugada para lograr mantener una adecuada lactancia.

La lactancia a demanda también implica ofrecer el pecho

Decir “lactancia a demanda” trae muchísimas ideas y nociones preconcebidas a la mente. Le pregunté a varias amigas que significaba para ellas y estas fueron algunas de las respuestas:

“Dar el pecho cuando el bebé lo quiera”

“No ver el reloj cuando se da de mamar”

“Amamantar cuando el bebé lo pida”

Todas las respuestas tienen algo de verdad, pero hay un aspecto que no se habla suficiente acerca de la lactancia a demanda (en especial en los primeros meses) y es que el pecho también se debe ofrecer. Muchas veces se piensa erroneamente que respetar al bebé significa no ofrecerle el pecho si no está demostrando expresamente que tiene hambre, pero hay que recordar que “no ofrecer, no negar” es una técnica de destete.

La mejor técnica durante los primeros meses es ofrecer el pecho al bebé con mucha frecuencia, además de darlo en los momentos en los que es obvio que el bebé tiene hambre. Los recién nacidos son muy dormilones, y si no se les ofrece el pecho con frecuencia, pueden pasar muchas horas entre toma y toma y esto puede afectar la producción de leche materna por un asunto de “oferta y demanda”. Además, el pecho no se da sólo para cumplir un requisito calórico, muchas veces a los bebés también les gusta tomar teta por confort, por frío (para calentarse con mamá), por calor (para saciar la sed y mantenerse hidratado), para quedarse dormidos, entre otros.

No piense en la lactancia como un todo o nada

Puede ser que luego de consultar a un profesional en lactancia y chequear todas las posibilidades sea igual necesario suplemental de alguna forma a su bebé ya sea por un tiempo limitado o por un tiempo indefinido. En ese caso, lo mejor que puede hacer es no pensar en la lactancia como un todo o nada. En otras palabras, toda gota de leche materna cuenta.

Si está leyendo esto en Costa Rica y tiene dudas con respecto a su producción de leche materna, aquí voy a dejar 3 links de excelentes profesionales en el tema de la lactancia:

Liga de la Leche

Lactanza

Impronta

Sintonizando “radio teta” 

Hay temas de la maternidad que son tan tabú que casi nadie los toca. Se me ocurre por ejemplo, el miedo que da ir al baño la primera vez después de dar a luz, o la primera llorada del post parto, en donde uno está demasiado feliz pero por alguna posesión hormonal extraña de repente nada más estalla en llanto… Otro tema del que casi nadie conversa es como a veces (muchas veces) a los bebés les encanta tocar los senos de su mamá (aunque hay bebés que no discriminan y también les gusta hacer lo mismo con los senos de sus otras cuidadoras).

“¡Nunca había visto a un bebé hacer eso!”- me dijo sorprendida una conocida la primera vez que vio a mi hija con la mano entre mi blusa mientras que amamantaba. Por supuesto la “nerd” que hay en mi sintió la necesidad de explicarle cómo es un proceso absolutamente normal y que los bebés lo hacen usualmente para estimular la bajada de la leche, pero que va, lo único que me ganó mi explicación fue otra mirada rara y un “mis hijos jamás lo hicieron”… Ok, yo lo intenté. Están tan sexualizados los senos que apenas y nos hemos ido haciendo a la idea como sociedad de que está “bien” usarlos para amamantar, pero el toque de los senos sigue siendo una cosa reservada exclusivamente para la intimidad de pareja, o para el auto examen de mamas… Un bebé tocándole el seno a su mamá puede ser visto como fuera de lugar, e incluso como una conducta a corregir.

No siempre fui tan “liberal” (a falta de una mejor palabra) con mis pechos; de hecho quizás si hubiera visto a un niño “sintonizando radio teta” (un término que me parece de lo más apropiado y jocoso) antes de ser mamá también lo habría visto como algo raro. Pero todo empezó en la labor de parto de mi primera hija. La enfermera que estaba asistiendo el parto en un momento sugirió estimular los pezones para ayudar al proceso y así empezó una tocadera que duró un par de horas hasta que di a luz. Ahí perdí todo prejuicio y cuando inicié la lactancia sabía que en algún momento en el futuro quizás mi hija utilizaría sus manos como parte del proceso de lactancia y cuando ocurrió lo asumí como normal.

Luego de su destete (esa historia la relato aquí) yo noté que aunque mi hija no estaba interesada en amamantar, si seguía “sintonizando”, en especial cuando tenía sueño. Pude haber “cortado” de inmediato la conducta, pero la verdad nunca me molestó ni lo vi con malicia y más bien sentía que si bien ella ya no quería leche, continuaba de alguna manera apegada al pecho y decidí dejar que eso fuera mermando de forma natural.

Con el tiempo la frecuencia ha disminuido y ahora sí estoy activamente tratando de redirigir su atención cuando ella quiere hacerlo porque en esta etapa de mi segundo embarazo a veces me provoca contracciones. Aún así ha sido un proceso súper respetuoso y lento, considerando sus necesidades y las mías.

Escribí este post porque a veces escriben mamás angustiadas porque su bebé usa sus manos cuando amamanta y quiero poner mi granito de arena en desmitificar la “sintonizada”. Por supuesto que si la mamá se siente incómoda o le molesta el toque, puede buscar maneras de cambiar la conducta (con un collar de lactancia, dándole besitos en la mano al bebé, etc) pero si la mamá está simplemente estresada porque asume (o le han dicho) que es una “maña” incorrecta, entonces le digo: no está sola, es normal y es parte del proceso natural de lactancia.

Cómo viajar (sin bebé) en media lactancia de forma exitosa

Los viajes que no incluyen a bebé (ya sean por ocio o trabajo) generan en las mamás lactantes muchísimas preguntas: ¿Es posible continuar con la lactancia? ¿Cómo se mantiene una producción apropiada de leche sin el bebé mamando todo el día? ¿Cómo se transporta toda la leche extraída durante el viaje?… Para responder a esas preguntas hoy una mamá súper campeona me ayudó escribiendo un post al respecto. Indiana es una exitosa comunicadora, quien por motivos de trabajo ha tenido que viajar 5 veces durante los primeros 8 meses de su bebé y lo ha logrado sin problemas. Espero que su experiencia pueda inspirar a otras mamás y darles las respuestas que necesitan con respecto a este tema. ¡Trabajar, viajar y amamantar sí se puede lograr!

pump-and-work

La primera vez que me dijeron que tenía que salir del país en período de lactancia por motivos de trabajo, sentí que el mundo se me venía abajo. Mi hijo –quien no había cumplido aún sus 4 meses- y yo estaríamos separados por 11 largos días; mi destino era ni más ni menos que Taiwán y Japón.  Así que ahí estaríamos cada uno en un extremo diferente del mundo; él extrañando su teta y yo extrañando esos instantes. En total he tenido que salir 5 veces de viaje y la verdad es que la extracción a distancia no siempre resulta sencillo, pero si uno se lo propone definitivamente se puede mantener la producción sin problema! Quise compartir mi experiencia para todas aquellas mamás que al igual que yo no sabían como hacer para manejar su lactancia y viaje de forma paralela.

Aquí les comparto un listado de tips que sin duda creo que les puede ayudar:

  1. Intentar seguir a reloj los horarios de comida: Claro que resulta difícil porque muchas veces cuando se viaja por trabajo hay reuniones, almuerzos o distintas actividades que limitan un poco mantener los mismos horarios. Yo intentaba en la medida de lo posible pensar que mi hijo estaba conmigo para así mantener los horarios de lactancia. Mi primera extracción la hacía siempre en la mañana y luego mantenía la constancia en el día y hasta la noche. Claramente no me despertaba de madrugada, pero a la mañana siguiente amanecía llena de leche lista para realizar una extracción.
  2. Cargar un sacaleches manual y uno eléctrico: Antes de viajar una amiga me dio su sacaleches manual y hasta la fecha hemos sido inseparables. Siempre me gustó más el sacaleches eléctrico pero lo cierto es que los enchufes a veces son limitados. En este caso y si se quiere mantener la constancia, también debemos tener la flexibilidad de sacarnos leche donde sea y cuando sea. Yo me he sacado leche en aeropuertos, baños, salas de lactancia, aviones, etc. Se pueden imaginar que en un viaje de cómo 20 horas uno debe sacarse leche no una sino varias veces! En este caso, recomiendo complementar lo rápido del sacaleches eléctrico con la flexibilidad que te da el sacaleches manual.
  3. Esterilizar y limpiar: En mi viaje a Asia terminé botando –con el dolor de mi alma- toda la leche. Ahí no tenía la posibilidad de almacenarla y dado el tiempo de viaje fuera y el largo viaje de regreso no tenía posibilidad de traerla de vuelta. Luego de cada extracción, botaba mi leche.  En los últimos viajes sin embargo el escenario fue otro, ya que mi destino era Guatemala y claramente eso me servía para que el tiempo de viaje no fuera tan extenso y por lo tanto podía traerme la leche de vuelta.  En este caso, fui muy estricta con el tema de esterilización. Conseguí bolsas para esterilizar y solicité en el hotel un microondas para esterilizar los chupones luego de cada sacada. El hotel se comportó excelente y me ayudaron con mi solicitud, así que mantuve la constancia tanto de la extracción como la exigencia en la esterilización.
  4. Equipo para mantener el frío: Ya sabiendo que me podía traer la leche de vuelta para mi gordito, tenía que prepararme para guardar mi leche de la mejor forma.  En el hotel guardaba las bolsitas en el mini-bar o refri que tuviera el hotel y así se iban a mantener frías por varios días.  Ya luego para el regreso a Costa Rica compré unos ice-packs y una hielera de estereofón (que es buenísima para conservar el frío), y dado que mi estadía en Guatemala era corta y no tuve que congelar mis leches, decidí traérmela dentro de la hielera de estereofón llena de ice-packs. Cerré la hielera con bastante tape grueso y al llegar al aeropuerto la forré de plástico y la registré como equipaje. Eso sí, al entregarla indiqué que lo que llevaba era leche materna, le escribí por todo lado que era algo frágil y coloqué flechas hacia arriba para que no me la movieran tanto.  Por sorpresa llegó INTACTA! Claro eso fue la segunda vez que lo intenté, ya que mi primer intento no fue tan exitoso; pero bueno como dicen por ahí “la práctica hace al maestro” ☺
  5. Dar al bebé en chupón leche materna (al menos la última antes que vos llegués): En mi caso tuve siempre mucha leche y tuve la oportunidad de dejar un stock bastante grande de leche. Antes de salir de viaje me extraje aún más cantidad para asegurar que iba a tener suficiente mientras me ausentaba. Sin embargo los escenarios pueden ser distintos. Si vas a dar fórmula para complementar, te recomiendo que dejés algunas de tus leches para dar hacia el final de tu viaje y siempre mantengas la entrega de leches de forma mixta; es decir no dar un día completo solo fórmula sino mezclarlo para que bebé sienta ambos sabores sin que se llegue a acostumbrar solo a la fórmula.  En unos de mis viajes no me iba a alcanzar el stock así que le solicité a quienes cuidaron de mi hijo que el último chupón que le tocaba antes que yo llegara fuera de leche materna, así podía ayudarlo a que se recordara de mi lechita.
  6. Llegar a dar teta:  Cuando viajé la primera vez tenía dos grandes miedos: 1) que no pudiera sacarme la leche y se me llegara a hacer una mastitis y 2) que mi hijo se olvidara de mi teta.  El primero obviamente lo podía controlar yo con las constancias de las extracciones pero el segundo me asustaba un poquito porque no dependía realmente de mí.  De eso no hay que preocuparse! Vas a ver que en cuanto te vea bebé va a querer nuevamente tomar pecho como si nada hubiera pasado. Yo lo que procuré hacer es al regreso venir llena de leche y lista para dar de mamar! Mi hijo –hasta la fecha en los viajes que he hecho más recientes- se me pega como si nada hubiera pasado y creo que tanto él como yo, disfrutamos de ese reencuentro como nada más en este mundo!

Sé que es muy difícil y uno piensa que el mundo se acaba cuando aparecen esos viajes sin bebé en media lactancia, pero créanme es posible. No aflojen y verán que el esfuerzo vale enteramente la pena!  Finalmente, ya que están de viaje sin bebé aprovechen también el tiempo para ustedes que es muy válido, disfruten y duerman rico! Al final de cuentas, regresarás a abrazar a bebé más pronto de lo que te imaginás. ☺

¡Mi bebé no quiere mamar!: huelgas de lactancia y tips para manejarlas

image

De todos los retos que pasé amamantando a mi hija, el que más me quitó el sueño fue una huelga de lactancia. La mayoría empiezan de la misma manera: todo va muy bien, mamá y bebé ya se sienten expertos en el tema y de repente un día, sin previo aviso, el bebé rechaza el pecho. La primera vez uno supone: “bueno, tal vez me equivoqué en interpretar sus señales y realmente no quería mamar”. Pero la segunda, la tercera, la cuarta… Con cada ocasión y cada rechazo crece la angustia, surgen miles de interrogantes de cómo proceder. El bebé tiene hambre, pero no se pega al pecho, la mamá siente nervios y en un solo día puede llegar a dudar de todo lo que creía saber acerca de la lactancia.

La primera vez que ocurrió mi hija tenía unos 3 meses. Una madrugada yo me desperté a medias como toda una mamá zombie y me la puse en el pecho, ella reaccionó como si nunca en su vida hubiera visto una teta: hacía la cabeza para atrás, se movía en contra del pecho, cerraba la boca en lugar de abrirla… rechazo total. En ese momento entre dormida y despierta pensé que tal vez tenía un cólico o que algo le pasaba que no era hambre, porque si así fuera de seguro habría mamado. Pero continuó así en cada toma, y siguió de la misma forma por casi 4 días. Fueron los 4 días más dificiles que he vivido, pero hubo ciertas cosas que nos ayudaron a superar este bache que hoy quiero compartir. No soy una experta en lactancia pero sí soy una mamá que pasó por esto y quisiera poder ayudar aunque sea a una mamá está pasando por lo mismo y se sienta tan perdida como yo me sentía.

Hay varias cosas que pueden ocasionar que el bebé entre en una huelga de lactancia, desde un susto (mamá gritó muy duro la primera vez que bebé la mordió), un dolor (una infección de oído o garganta), o alguna desafortunada coincidencia que ocasionara el cese temporal de la lactancia por parte del bebé.

Uno de los datos más importantes que aprendí cuando pasé por esto fue que muchas veces las mamás confundimos una huelga de lactancia con un destete iniciado por el bebé, pero son dos cosas distintas. Una huelga de lactancia es usualmente repentina, un destete es gradual, además de que no es para nada común que un bebé de meses decida destetarse: según los antropólogos la mayoría de los niños suelen destetarse voluntariamente y sin ninguna ayuda entre los 2 y los 7 años (aunque suene extrañísimo en nuestra sociedad). Así que si su bebé pequeñito de 3 meses rechaza su pecho, lo más probable no es que esté listo para destetarse sino que esté pasando por una huelga de lactancia. Hay personas que deciden aprovechar ese momento y quitarle el pecho al bebé, esta es una decisión personal y absolutamente respetable, este post es para las mamás que como yo, no sentíamos que estábamos listas para dar por terminada la lactancia.

A continuación les comparto las cosas que me sirvieron para ayudar a recuperar la relación de lactancia con mi hija en ese momento:

Contacto piel con piel

La primera recomendación que recibí y apliqué todo el tiempo que pude fue la de el contacto piel con piel. La lactancia es muchas veces una cosa de instinto y hay que volver a lo más básico si uno desea recuperarla. Por varios días y cada vez que podía yo me quitaba la ropa de la cintura para arriba, dejaba a mi bebé en pañal y la acostaba encima mío pecho con pecho. La idea nunca fue presionarla a que amamantara, sino nada más tener ese rato juntas. El contacto piel con piel ha sido relacionado muchas veces con lactancias exitosas. Para esos momentos no utilizaba ningún perfume ni jabón con olor, pues la idea es que ella pudiera sentir, oler y tocar a mamá. Fueron momentos preciosos que siempre voy a recordar y la verdad ayudaron muchísimo.

Porteo, porteo y más porteo

El rato que no podíamos estar piel con piel, entonces la “porteaba” utilizando un fular de tela elástica. Al igual que el contacto piel con piel, la cercanía constante que da el porteo puede ayudar a que los bebés vuelvan a encontrar el “chip” de lactancia que aparentemente han perdido.

Aprovechar momentos clave

Uno de los tips más importantes es no forzar al bebé a amamantar. No queremos incrementar el rechazo al pecho sino más bien relacionarlo con momentos lindos y tranquilos, de confort. En esos días descubrí que la aversión de mi hija paraba cuando tenía mucho sueño o estaba dormida. En esos momentos mamaba bien entonces yo aprovechaba cada siesta y cada rato nocturno para amamantara.

Mantener la producción de leche mientras el bebé no amamanta

Si el bebé no está amamantando entonces el pecho no está siendo estimulado. La lactancia es algo de oferta y demanda, por lo que se necesita estímulo para mantener la producción de leche. Medio día no hace ningún estrago, pero mi caso fue de 4 días, por lo que era vital estar usando el sacaleches con la misma frecuencia que mi bebé usualmente amamantaba. La idea nunca es dejar pasar hambre al bebé. Un bebé muy hambriento se puede sentir aún más frustrado en el pecho y luego de un tiempo puede estar letárgico por la falta de comida. Ninguno de los dos casos es positivo para resolver la huelga de lactancia. La lechita que se extrae se le puede dar al bebé, preferiblemente con cuchara, vasito, jeringa o algun otro método que no vaya a contribuir a enredar más la cosa como un chupón podría hacerlo. Yo siempre produje más que suficiente leche para mi bebé, sin embargo mi cuerpo no reaccionaba de la misma forma con el sacaleches, por lo que también tuve que recurrir a lechita congelada que me había extraído antes. Esto me llevó a un círculo de dudas del cual me costó mucho salir: ¿y si no tenía suficiente leche? ¿y si ella quedaba con hambre y por eso me rechazaba? ¿y si se me había secado la leche? Ahí aprendí otra cosa muy importante: el sacaleches no es un buen indicador de la producción de leche de una mamá. Habemos mamás que nunca pudimos sacarnos más de 1 oz. por pecho, y sin embargo pudimos dar teta exclusiva por meses o años, sin que los bebés perdieran peso, pasaran hambres etc. Así que una cosa no necesariamente es un indicador de la otra.

No caer en el hoyo negro de las dudas

Las huelgas de lactancia no sólo son dificiles para los bebés, son duras para las mamás. Creo que pueden hacer que hasta la mamá más segura y “lactivista” se sienta muy dudosa de lo que está haciendo, sin embargo con la información apropiada, la guía de un asesor en lactancia y una buena dosis de paciencia se pueden superar la mayoría de las veces.

Luego de ese b

La constancia da frutos

La constancia es la virtud por la que todas las cosas dan su fruto

Las últimas semanas he estado compartiendo en el blog historias acerca de mamás que han hecho “la dieta del amor”, una dieta en la cual se eliminan una gran cantidad de alimentos para poder continuar dando lactancia materna a los bebés alérgicos. Cuando pienso en todas ellas y en sus casos me vienen distintas palabras a la mente para describirlas: determinación, persistencia, paciencia… El caso que comparto hoy es el de Adriana, apenas lo leí la primera palabra en la que pensé fue “constancia”. Leyendo luego la definición en el diccionario me quedó aún más claro que esta es la palabra perfecta para describir su historia: la constancia es la voluntad inquebrantable y continuada en la determinación de hacer una cosa. Adriana fue constante en su deseo de amamantar a su hijo, y con el apoyo de su esposo y una excelente profesional de la salud logró vencer todos los obstáculos en su camino. Ella estará compartiendo su inspirador testimonio este 16 de abril a las 11 a.m. en Expo Kids.

Adriana y bebe

30 de enero del 2015. 40 semanas exactas. 10 horas de labor de parto y nació a las 2:04 am ¡el bebé más lindo del mundo! (Por lo menos así lo vi yo jeje). Durante el embarazo llevé un curso de preparación de parto en el cual Ingrid Broitman (consultora de lactancia) fue invitada a dar una charla de lactancia, muchas cosas de esa charla me marcaron pero recuerdo cuando dijo “no dejen que en el hospital le den fórmula a sus bebés a menos de que sea estrictamente necesario”. Ya mi esposo Ignacio estaba re entrenado y sabía que al nacer Mauricio no se le podía despegar y se tenía que asegurar que no recibiera nada mas que mi leche. ¡Excelente papá desde el principio y logro cumplir su misión! La primera vez que le di de mamar a pocos minutos de su nacimiento fue maravilloso, no tuve dolor, se pego y succionó perfecto y pensé “¡gracias a Dios, qué fácil!”.

A los dos días ya en casa todo iba muy bien, estábamos como todos padres primerizos un poco nerviosos pero formando un buen equipo.

Todo comenzó a sus 4 días de nacido, cuando Mauricio comenzó a vomitar. Al principio pensamos que era normal; ya me había bajado la leche tal vez había comido mucho, tal vez lo movimos mucho, tal vez esto o lo otro. Pero siguió, más cantidad, más frecuente y en proyectil. Era realmente aterrorizante su forma de vomitar.

Mi pediatra que fue un gran apoyo en el proceso nos dijo que fuéramos a verlo, eran las 10 de la noche y nos topó en el hospital. Examen físico bien, la pancita hinchada, un poquito distendida por lo que nos mando a hacer varios exámenes en esa semana.

Cada día era peor que el otro, mas vómitos, más llanto, más retorcijones. Logramos conseguir una cita de emergencia con un gastroenterólogo muy conocido, ya le llevaba resultados de exámenes y al verlos me dijo: “mijita usted no va a poder darle de mamar a este niño nunca, tiene un caso severo de Alergia a la Proteína de Leche de Vaca (APLV), le regalo este tarrito de Elecare (una fórmula especial) y aquí está la receta para el HNN… para secarse su leche compre estas pastillas etc. etc. etc.” ¿QUE?!!! No entendí nada ¿APLV? ¿Qué es eso? ¿No poder dar de mamar? ¿Cómo no voy a dar de mamar? ¡Jamás!! ¿Fórmula? ¡Pero si no tengo ni un chupón! Dar fórmula no estaba en mis radares. No, alguna solución tenía que existir. Salí de esa consulta sumamente alterada, preocupada, confundida. Llamé a mi pediatra de cabecera y me dijo que fuera adonde otro gastroenterólogo pediatra y me ayudo a conseguir la cita. Mientras tanto seguí dando de mamar y mi gordito seguía igual. Emocionalmente me estaba afectando mucho y fueron unos días muy difíciles.

A los 3 días tuve cita con la Dra. Jimenez, quien fue súper empática y comprensiva con mi deseo de dar lactancia a mi hijo. Me explicó que para hacerlo mi vida iba a cambiar y que tenía que hacer una dieta radical. Me suspendió todo lácteo y sus derivados, soya, semillas, pescado, cerdo. Tal vez no suene tanto, pero realmente el 99% de las cosas que uno normalmente come contiene alguno de estos ingredientes prohibidos.

Conversé con una mama que había pasado una situación parecida y que la había logrado superar con éxito, me dio muchos consejos e iniciamos contactando mamas que estaban pasando por lo mismo y construimos una red de apoyo que terminó en gran amistad.

Cada día el malestar de mi hijo mejoraba, sin embargo la dieta se hacía más y más difícil. Decidí dejar de comer fuera, y si teníamos algún plan familiar yo llevaba mi lonchera y pedía en los restaurants que me calentaran mi comida en el microondas. Mucha gente no lo entendía, me criticaban, me decían exagerada e incluso se burlaban, pero yo no dejé que nada de eso me afectara ya que sabía que estaba haciendo lo mejor por mi bebé. Con la dieta empecé a ver mejoría de inmediato, y aun más motivada continuaba con ella viendo a mi bebe sonreír y dejar de llorar todo el día.

A sus 3 meses, la Dra. me dijo que era hora de iniciar con las pruebas, por lo que me permitió comer algún alimento y decidimos empezar con la yema del huevo. Comí un lunes y a partir del miércoles Mauricio empezó a sangrar en sus heces y así continuó por 15 días: pañal que cambiaba tenía sangre. Prueba #1 fallida. A los dos meses hicimos de nuevo otra prueba, pescado. Prueba #2 fallida. Decidí entonces no hacer más pruebas hasta que tuviera 9 meses. Se me estaban acabando las opciones de menú, realmente me estaba agotando de comer lo mismo, ya mi hijo comía sólidos y gracias a Dios todo lo que habíamos probado hasta el momento le había caído bien. Inconscientemente cuando Mau tenia 8 meses, comí un producto sin saber que contenía soya, me di cuenta a las semanas. Es decir, comí algo sin querer, que NO podía, ¡y no había pasado nada!!! ¿Será que vuelvo a tratar? Luego lo consumí con conocimiento de que contenía un alergeno y pasaban los días y Mauricio estaba bien. De ahí en adelante fui hacienda pruebita por pruebita y como milagro de Dios no volvió a presentar ninguna reacción. Más adelante fui introduciendo alergenos en alimentos de él y ninguno parecía afectarle. A sus 10 meses y medio yo ya tenia una dieta completamente libre, ¡podía consumir cualquier cosa! Realmente siento que fue increíblemente rápido como él empezó a superar sus alergias, y también creo que la leche materna ayudaba increíblemente a superar este proceso. ¡Ahora mi bebé tiene 1 año y 2 meses y come ABSOLUTAMENTE DE TODO! Mis oraciones y paciencia fueron recompensados. Yo realmente soñaba con que mi gordo pudiera comerse un queque con helados el día de su cumpleaños, y así fue. Irónicamente no le gustan los helados ni el queque, pero bueno, ¡lo puede comer! Me siento muy contenta de haberle podido dar leche materna por mas de un año y mas aun agradecida con tanta gente como mi esposo y mi familia que me apoyaban cada día. Fue difícil, ¡pero lo volvería a hacer mil veces!

 

Adriana Mauricio

El 16 de abril a las 11:00 a.m. en el Centro de Eventos Pedregal estaremos compartiendo todas nuestras experiencias en Expo Kids, ojalá todas las mamás que estén leyendo este post pueda acompañarnos en este evento tan especial. Para conseguir una entrada hacé click en este link.

Un ejemplo de perseverancia y amor

Cada historia de lactancia es una aventura distinta, con sus propios matices, alegrías y dificultades.  Durante el próximo par de semanas el blog estará lleno de relatos de mujeres cuya perseverancia y compromiso permitió que  pudieran amamantar a sus hijos a pesar de sus alergias siguiendo una dieta especial, a la cual algunos llaman la dieta del amor. Esta es la segunda historia de esta serie, en la que sus protagonistas Gabriela y Mateo vencieron muchos obstáculos y lograron disfrutar por casi dos años de una hermosa relación de lactancia.

image

Antes de que Mateo naciera yo me leí veinte libros. Todos me decían lo importante de la lactancia materna, como consecuencia en mi mente estaba decidida: le daría lactancia exclusiva.

“El Gordi” nació por parto natural a las 38 semanas en la madrugada y mientras estuvo en la incubadora le dieron un chupón de fórmula (el cual siento yo que ayudó a que la alergia se despertara). Nota de la blogger: el llamado “biberón pirata” (la administración de fórmula durante la estancia hospitalaria) es actualmente considerado como una de las posibles causas del desarrollo de alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV) en individuos predispuestos  a la misma, de ahí el énfasis de la mamá en el tema.

Luego de eso a él se le subió la bilirrubina y la recomendación médica fue combinar fórmula con leche materna. Cualquier mamá sabe que una como primeriza se asusta mucho, y si era mi leche lo que le estaba subiendo la bilirrubina, entonces estaba bien, yo iba a ceder.

Después de eso tuvimos un par de semanas complicadas con síntomas de colitis en nuestro bebé pequeñito hasta que luego de varios exámenes la pediatra nos contó que era APLV. Yo he sido siempre intolerante a la lactosa así que mi consumo de lácteos no era muy abundante, pero no tenía idea de en qué consistía la dieta del amor.

Esta dieta para mi inició eliminando muchos alimentos que le daban reacción a través de leche materna, como huevo, semillas, carnes, ciruela, legumbres,soya y otros que ahorita ya no recuerdo. Poco a poco fui introduciendo todos los alimentos, hasta quedar sólo con la restricción de lácteos. Suena fácil, pero ¡una no se imagina a todas las  comidas a las que les ponen lácteos!

Fue así que empezamos con una lactancia mixta. Mi bajada de leche fue muy lenta y tenía una producción baja, pero yo siempre estuve determinada a quitarle la fórmula y que tuviera una lactancia exclusiva. El saca leches y yo nos volvimos mejores amigos y por fin a los cuatro meses Mateo se tomó su último chupon de fórmula. Él continuó amamantando cuando yo regresé al trabajo, usualmente cobrándome las horas de ausencia en la noche.

Llegaron los 6 meses y con ellos la hora de la ablactacion. Introdujimos todos los alimentos sin mayor complicación y mantuvimos la restricción de lácteos para ambos. Mi esposo también nos acompañaba en este camino de la dieta del amor, consumía muy pocos lácteos y buscaba siempre recetas nuevas en especial para la mamá dulcera que extrañaba los postres.

En septiembre del año pasado cuando cumplió un año y medio hizo un cambio muy grande y decidió solo pedir “tete” para dormir y en alguna que otra situación donde se sintiera incomodo o asustado como confort. Para finales de noviembre  ya solo hacía 3 tomas al día y con la salida de los colmillos comenzó a morderme un poco por lo que hablamos con él y le explicamos que a mama le dolía y que íbamos a descansar dos días para que mamita se sintiera mejor y poder seguir tomando “tete”. Resultó que así y sin más Mateo ya no volvió a pedir “tete”,  solamente me veía, se acurrucaba y nos dormíamos abrazados. Hasta ese momento me mantuve haciendo dieta por él y si bien era un sacrificio valió totalmente la pena pues sé que su salud mejoró montones y pudimos tener casi dos años de lactancia.

Hoy día él continúa haciendo dieta pues después de pruebas de alergias el Gordi necesito más restricciones, añadimos el gluten, la miel de abeja, el garbanzo, el pollo y otros; pero uno de los resultados más importantes fue que la APLV de Mateo había disminuido muchísimo y que podemos empezar a hacer pruebas en un mes.

Debido al interés que me nació en defender la lactancia materna, empecé a finales del año pasado a colaborar con la Fundación Banco de Leche Humana Catalina Vega la cual promueve la donación hospitalaria de leche humana a niños prematuros en el país a traves del Banco de Leche del Hospital de San Ramón.

image

El 16 de abril a las 11:00 a.m. en el Centro de Eventos Pedregal estaremos compartiendo todas nuestras experiencias en Expo Kids, ojalá todas las mamás que estén leyendo este post pueda acompañarnos en este evento tan especial. Para conseguir una entrada hacé click en este link.

La Fundación Banco de Leche Humana Catalina Vega también estará presente en Expo Kids con un stand. Para conocer más acerca de su misión y como ayudar podés hacer click en donandoleche.org

Para leer la primera historia de lactancia y la dieta del amor de esta serie hacé click aquí.

Yo hice la dieta del amor

“Es alérgico a su leche, ya no puede darle de mamar”
“Su leche le está haciendo daño, tiene que destetarlo”
Estas frases eran comunes hace tan sólo unos años. Cuando un niño presentaba molestias gastrointestinales constantes de una vez se sugería que la leche de la mamá era mala y que por su bien había que rescatarlo. Hoy, gracias a la ciencia, se entiende mucho más y se sabe que (salvo en muy raros casos patológicos) la leche de mamá es el mejor alimento para el lactante.
La mayoría de las mamás puede comer lo que desee durante el período de lactancia, sin embargo hay bebés (aproximadamente un 2,5%) que presentan reacciones adversas a las proteínas de ciertos alimentos que consumen sus madres y que pasan a ellos a través de la leche. La proteína de leche de vaca es la principal causante de alergias en los lactantes.
Cuando un niño es diagnosticado con alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV) la mamá, para poder continuar la lactancia, debe ajustarse a una dieta especial. Debido a que este cambio requiere de paciencia y fuerza de voluntad muchos le han llamado “la dieta del amor”.
En estas próximas semanas estaré publicando las historias de 5 valientes mamás, quienes por muchos meses vigilaron diligentemente su alimentación para poder darle a sus bebés el mejor regalo: su leche materna. Algunas de ellas amamantaron de forma exclusiva, otras (como Daniela, la protagonista de nuestra primera historia) dieron lactancia mixta. Todas ellas hicieron el mismo sacrificio con un objetivo en común: darle a su bebé el mejor alimento posible.
Espero que estas historias sirvan como inspiración y apoyo para aquellas mamás que están pasando por la misma situación.

image

Nuestra hija María Fernanda nació el 30 de Octubre del 2013, en la semana 41 de gestación por cesárea debido a una preeclampsia. Todo iba súper bien en las primeras horas, pero ese día en el hospital se demoró un poco en bajar mi presión y entre el cansancio y desconocimiento del tema, le dieron una onza de fórmula. Siempre he pensado que tal vez ese primer biberón  fue el inicio de toda su alergia, pero bueno nada que hacer.
Los primeros días Nanda era súper dormilona, yo me la ponía al pecho y se quedaba dormida; en cambio cuando agarraba el chupón se lo devoraba. Eso me puso un poco nerviosa, sin embargo a los días me visitó una muchacha de la Liga de la Leche y me dio tranquilidad de que sí me estaba saliendo leche, y continúe con una toma de pecho y una de fórmula.
A los 15 días empezamos a ver que ella hacía mucha caquita y con moco. Por órdenes del pediatra le hicimos exámenes y salió lo que parecía ser una intolerancia a la lactosa entonces ese mismo día el médico me dijo que era mejor que hiciéramos cambios. Por 5 días ella no tomó pecho, sólo una fórmula deslactosada, pero todo seguía igual o peor. Nanda empezó a vomitar todo (parecía un tubo, al piso llegaba el vómito).
Cuando volvió al pecho, las noches eran  eternas porque tenía que darle de mamar sólo sentada porque si la acostaba se vomitaba, y además tenía que dejarla quieta en posición vertical por un largo rato para que no devolviera todo lo que comió. Muy preocupados, empezamos a hacerle todo tipo de exámenes (esofagogramas, radiografías de de tórax, medicinas para el reflujo, etc), y la situación seguía empeorando.
Empecé con mi dieta super estricta pero aún no había mejoría. Ella continuaba tomando pecho y fórmula deslactosada pero cada día se ponía peor. Su alergia empezó a reflejarse a nivel respiratorio: empezó a padecer de bronquiolitis.
El momento más difícil de toda esta historia fue cuando a los casi 4 meses tuvo un episodio horrible en el que casi se ahoga. Ese día yo casi me muero de la angustia, pues sabía que eso no podía ser normal. Al día siguiente estábamos en el Hospital de Niños y la pediatra que la atendió me dijo de una vez que empezáramos a darle una fórmula hidrolizada especial para niños alérgicos en lugar de la que tomaba, en adición al pecho.
Muy pronto se fue viendo la diferencia, ella ya no vomitaba y disfrutaba de las tomas de pecho y las de chupón. Todo fue bonito hasta que empezamos a introducir alimentos sólidos. Ella se brotaba y se hinchaba con varias comidas. A los 7 meses un médico le hizo un mapeo y resultó alérgica a muchas cosas en especial a la caseína (proteína de leche de vaca), al trigo, huevo, espinaca, maíz, pollo, ayote , uvas, entre otros. Yo decidí eliminar esos de mi dieta también para continuar con la lactancia.
La opinión de las personas con respecto a mi decisión fue dividida: por un lado tenía gente que me apoyaba y me decía “que campeona!” y por otro lado la mayoría de los que me rodeaba constantemente me decían “ya no seas tonta, dejá de darle de mamar”. Tuve días muy difíciles, evitaba los restaurantes y cafés para prevenir contaminación cruzada y aunque sabía que para muchos no tenía sentido que yo me privara de ” antojos”, yo me mantuve firme pues sabía que cada gota de leche materna era valiosa para mi bebé. Terminé aliandome con una prima celíaca y su apoyo fue muy importante para mí.
Continué con la dieta y la lactancia hasta los 10 meses. Desde ese entonces mi hija paulatinamente ha empezado a tolerar muchas de las cosas que le causaban reacciones alérgicas hasta el punto de comer pequeñas cantidades de yogurt sin mayor problema.
Al poco tiempo quedé embarazada de nuevo y a los meses le dimos la bienvenida a nuestro hijo Felipe. La historia con él ha sido otra, ya que él no quiere nada que no sea teta y es súper comelón. Por recomendación médica hice la misma dieta los primeros 4
meses, pero actualmente estoy comiendo de todo gracias a Dios, con moderación.
Estoy inmensamente feliz con mis dos angelitos y no cambiaría nada de lo que pasé, ambas experiencias muy distintas, ambas muy sacrificadas, pero son lo mejor que me han pasado en mi vida. De todo esto aprendí que uno debe disfrutar lo que tiene y como viene, y que definitivamente por mis hijos haría cualquier cosa.

image


El 16 de abril a las 11:00 a.m. en el Centro de Eventos Pedregal estaremos compartiendo todas nuestras experiencias en Expo Kids, ojalá todas las mamás que estén leyendo este post pueda acompañarnos en este evento tan especial. Para conseguir una entrada hacé click aquí.

Para conocer mi experiencia con la dieta del amor y consejos de lactancia en niños alérgicos podés ver mis posts aquí y aquí.

La última gota

Ultima gota

Me tomó un rato decidir como escribir este post. Sabía que quería compartirlo, porque este blog para mí es en muchas formas un medio para hacer catarsis, pero a la vez ha sido un tema con el que me costó un poquito encontrar paz, principalmente porque no estaba lista. Hace varios días, mi hija decidió solita decirle adiós a la teta, dándole fin a una lindísima relación de lactancia de 1 año y más de 1 mes. Una mezcla de emociones entre tristeza, nostalgia y orgullo llenan mi mente y creo que desde esa óptica es que quiero compartirles esta experiencia, que cambió completamente mi vida. Quiero que ella pueda leer esto en un futuro y entender lo importante que fue esta etapa para nosotros y como esto sentó las bases de la hermosa relación que tendremos durante toda la vida.

Antes de ser mamá mi posición acerca de la lactancia era sumamente relajada: si podría, le daría de mamar a mis hijos; si se hacía muy complicado el asunto, pues entonces no perdería sueño y no les daría de mamar. Nadie me explicó que el “paquete de lactancia” viene con un montón de emociones incluidas, que tienen poco o nada que ver con que tan “práctico” es el medio de alimentación de los bebés. Resulta que en muchas formas (aunque es completamente natural) dar teta no es siempre lo más fácil del mundo: hay que saber identificar todos los obstáculos culturales y el poquísimo conocimiento que tenemos la mayoría de las mujeres acerca de este maravilloso proceso, y hay que armarse de una tribu que le de empujoncitos a uno en los primeros meses como mamá primeriza. Pero luego de subir esa cuesta inicial se llega al paraíso.

El pecho además de ser una fuente de alimento perfecto (siempre listo, siempre estéril, siempre con los nutrientes necesarios), se transforma en una forma de comunicación entre el bebé y la mamá. Para dormir, para consolar, para compartir, la teta lo tiene todo. En mi caso incluso fue más allá, y puedo asegurar que amamantar ayudó a sanarme emocionalmente. Después de años de vivir entre inseguridades, el gestar a mi hija, darla a luz y por último darle de mamar me hizo descubrir lo increíble que es mi cuerpo: un verdadero milagro. El tema de tener un “cuerpo ideal” perdió toda su importancia cuando descubrí y me maravillé en lo que era capaz de hacer. Ya tenía el cuerpo ideal, ¡solamente me hacía falta descubrir sus superpoderes!

Ultima gota 1

Por eso fue inevitable sentirme triste cuando ella empezó a dejar de amamantar. Primero fue de día: el mundo era más interesante que tomar pecho. De último llegó la noche. Yo se que la mayoría de los papás se mueren por dormir toda la noche y que sus hijos dejen de despertarse, pero para mí las tomas nocturnas eran el cielo. En la oscuridad, todo en silencio, en el calor de la cama, fue muy duro decirles adiós. Fue intermitente y después acabó.

Luego pasó un día, dos, tres, luego una semana. La esperanza que tenía al inicio de que solo fuera “una fase” y que ella fuera a volver al pecho se fue desapareciendo lentamente.

De una manera, esto es lo que yo siempre había deseado. Mi objetivo como mamá es conocerla a ella, para poder respetarla en sus decisiones y preferencias y siempre quise que nuestra relación de lactancia terminara con un destete natural: ella escogiendo que ya no quería más, sin lágrimas ni sufrimiento. Por otro lado, tenía la ilusión y la disposición de continuar con una lactancia que se extendiera más allá del año de edad, no me urgía que ella dejara la teta  y hasta escribí un post al respecto luego de su primer cumpleaños. Pero esta es la realidad y ella tomó su primera decisión independiente… ahora es mi deber como mamá honrarla y respetársela, por más duro que fuera para mí. Estoy segura de que no será la última decisión que ella tome que me hará sentir emociones encontradas, después de todo ese es el sacrificio que supone ser mamá: amar con todo a una personita y darle alma, vida y corazón para luego verlos crecer y transformarse en las personas que escojan ser.

Pero no todo es nostalgia. También me acompaña un sentimiento de orgullo, porque lo logramos. Fueron miles (literalmente) de tomas indelegables, cientos de noches de pasar pegadas, todo un año de dieta especial por las alergias alimentarias de mi bebé. Yo sé que a veces es mal visto “echarse flores” a uno mismo pero en medio de todo esto que ha sido tan inesperado para mí, lo que me hace sonreír mientras que espero que mi cuerpo deje de producir las últimas gotas, es verla jugando feliz y pensar “misión cumplida”.

Badge

Lo que nadie cuenta acerca de la lactancia después del primer año de vida

Cada experiencia de lactancia es absolutamente distinta, al igual que cada bebé es diferente. Algunas personas dan pecho a sus hijos por los primeros días, otras por los primeros meses, algunas no les dan del todo; todas lo hacen con el bienestar de su familia en mente y haciendo lo que consideran mejor para su caso y su bebé. Estando embarazada de mi hija yo quise sugerirme a mi misma una meta: 1 año de lactancia materna. En ese momento sonaba tan lejana y tan difícil de imaginar. Por alguna razón me imaginaba que cuando se cumplieran los 365 días yo iba a querer destetarla, y que para mi cumpleaños en diciembre (un par de meses después del de mi hija) iba a tener mis pechos “de vuelta”. Subestimé demasiado lo que iba a significar todo esto para mí y para mi hija.

Pareciera que fue ayer. Un sábado de octubre a las 10:08 p.m. estaba conociendo a mi hija por primera vez, bastó una mirada para saber que ese amor que sentía por ella me acompañaría toda la vida. Ese día, además de conocernos nos iniciamos en la lactancia, al principio con aparente facilidad, y luego con muchas dificultades: mastitis, conductos bloqueados, pezones lastimados, una huelga de lactancia de varios días a los 3 meses, aversión a un pecho por muchas semanas, alergias… Cada obstáculo que venía me hacía pensar si realmente valía la pena, y terminaba por convencerme más de que quería continuar dándole pecho a mi hija.

Cuando íbamos por los 9 meses y ya sentía el inminente año acercarse, empecé a ponerme nerviosa. Yo no quería terminar nuestra relación de lactancia, después de todas las dificultades era algo que ambas amábamos y disfrutábamos muchísimo, ella crecía fuerte y sana y las cosas iban súper bien. Sentía un poco de presión con mucha gente preguntando “¿y hasta cuando pensás amamantar?” o “¿ya has empezado a darle chupón?”. Deseaba continuar pero me daba cuenta de que estábamos entrando en “territorio tabú”, al menos en nuestra sociedad. Ya para algunos el hecho de que yo le diera pecho a una chiquita que se podía sentar sola y decir palabras era demasiado. Cuando ella empezó a hacer teta-yoga (entiéndase movimientos acrobáticos mientras que tomaba leche) y me pedía el pecho por nombre y apellido yo sabía que ya habíamos cruzado una línea que nunca pensé que cruzaría. Si usted es una mamá (o no) y en este momento está pensando “ay no, que barbaridad, eso no es normal” créame que la entiendo. Antes de quedar embarazada y de conocer lo que conozco de la lactancia debo aceptar que juzgué silenciosamente a las mamás que daban pecho a niños “muy mayores”, que ya podían caminar y hablar.

Podría hablar muchos párrafos de los beneficios nutricionales e inmunológicos, o contar que la edad  del destete natural del ser humano está entre los 2,5 y los 7 años según estudios antropológicos. También se podría decir que la Organización Mundial de la Salud recomienda lactancia hasta los dos años o más, pero lo más probable es que eso no haga nada por cambiar el pensamiento de que la lactancia “prolongada” es extraña, y de eso ya se ha escrito mucho. Lo que quiero compartir los detalles de los que poco se habla cuando se trata de plantear un argumento a favor de la lactancia después del año de vida, cosas que me han parecido lindas, curiosas y hasta graciosas con mi hija.

No hay “un antes y un después”

Muchas personas hacen parecer como que una vez que un niño cumple un año se parpadea un par de veces y ya se va para la universidad. Es muy distinto darle de mamar a un recién nacido chiquitito y frágil a darle a un bebé de un año, pero la transición no ocurre en el cumpleaños. Se va dando de manera muy gradual y tanto la mamá como el bebé se van acostumbrando. La verdad me imaginaba que como mínimo me iba a sentir extraña cuando mi hija interrumpiera su toma para “conversar” conmigo (tengo una bebé muy parlanchina), pero es una de las experiencias más lindas de mi vida.

La tetanalgesia es real

Últimamente en redes sociales han circulado vídeos y artículos que hablan de la tetanalgesia, que es el consuelo que reciben los bebés cuando maman, en especial en situaciones que les provocan dolor, como a la hora de las vacunas, procedimientos médicos o simplemente un golpes fuerte. Ha sido estudiada y se ha descubierto que no es solo un invento de las mamás y sus bebés consentidos, sino que amamantar de hecho alivia el dolor y tranquiliza a los lactantes. Con todo lo que se golpean los niños aprendiendo a gatear y caminar es buenísimo tener esta “herramienta” para ayudarlos a ellos y a nosotras. 

Te permite hacer pausas 

Los bebés grandes se mueven todo el día. Todo. El. Día. Es parte de la vida con chicos, pero una de las ventajas de amamantar a un pequeño de más de un año es que ese rato de lactancia nos permite hacer una alto, estar cerquita de ellos, reconectarnos y disfrutar de una deliciosa pausa.

Esta pareciera ser una razón muy “egoista”, pero me he dado cuenta que esas pausas hacen maravillas por el humor de mi hija y que ella las disfruta montones.

Sea cual sea la razón por la que una mamá decide continuar con la lactancia más allá del primer cumpleaños, debemos seguir abogando por una sociedad que la apoye en lugar de hacerla sentirse juzgada para que ella pueda sentirse cómoda con su decisión. Desmitifiquemos la lactancia después del primer año de vida y compartamos en comunidad nuestras experiencias.