Hoy quiero compartirles un consejo (más como un ejercicio de auto-conocimiento) que me dieron hace más de 2 años, y que ha sido como oro para mí. No lo apliqué constantemente desde el inicio para ser honesta… Las veces que lo usaba funcionaba perfecto, pero luego me volvía a distraer y se me olvidaba aplicarlo. Fue hasta que me hice la propuesta de vivir un año de crianza sin gritos que realmente empecé a utilizarlo todo el tiempo, y ha sido genial.
El ejercicio consiste en pensar en nuestro estado de ánimo como si fuese un semáforo. La primera vez que lo hice me senté y dibujé uno y pinté cada luz del color correspondiente. En este semáforo el color verde representa nuestro “mejor” humor y todas las cosas que nos caracterizan en esos momentos: somos pacientes, gentiles, nos tomamos las cosas con humor, somos responsables por nuestras emociones, empáticos, etc. Eso no quiere decir que no nos enojamos o que no nos ponemos tristes, quiere decir que reconocemos nuestras emociones, las honramos y permitimos que sean sin que lastimen a los que están a nuestro alrededor.
El color amarillo nos representa cuando estamos empezando a “perder el control”. Nuestro cuerpo y nuestra mente nos dicen que algo no anda bien. En mi caso es cuando las cosas pequeñas empiezan a desesperarme y lo que siento en mi cuerpo es como un nudo en el estómago o dolor de cabeza. Si no nos detenemos y nos hacemos conscientes de nuestras emociones para reconocerlas y honrarlas, podemos pasar de amarillo a rojo muy pronto.
El color rojo es cuando nos sentimos fuera de control. En mi caso grito, o no pienso lo que digo.
Una vez que hacemos ese ejercicio el siguiente paso es poner al lado de cada lista las cosas que podemos hacer en el día a día para mantenernos en verde, resolver el amarillo y no llegar al rojo. En mi caso hacer ejercicio, tomarme momentos en el día para hacer cosas que a mí me gustan, escribir y salir en pareja con mi esposo son cosas que me ayudan a mantenerme en “verde”. Cuando empiezo a sentirme como en amarillo, usualmente es porque no me he dado suficiente tiempo de autocuido, y lo primero que hago es pedir una pausa e ir a respirar sola, reconocer mis emociones y encontrar un momento para estar conmigo misma, o (si es imposible) para involucrar a mis hijos en algo que nos encante como poner una canción y bailar en la cocina.
Si por alguna razón ignoré todas las señales de mi cuerpo y llegué a “rojo” entonces es hora de hacer reset. Tomo agua como paso #1, y luego si mis emociones lastimaron a alguien pido perdón, y luego (un paso importante) me perdono y busco un espacio para volver al verde.
No soy perfecta y jamás espero serlo tampoco, creo que mis hijos necesitan ver que yo siento de todo y que hay veces en que no lo manejo bien, pero luego tomo acciones para corregir mis fallos. Este ejercicio ha sido una verdadera bendición en mi vida y me ha ayudado muchísimo a tener consciencia de lo que necesito para estar bien, porque cuando yo estoy bien puedo dar más y ser mejor mamá, esposa, etc. Espero que pueda ser de ayuda para ustedes también 🙂