El 29 de diciembre me senté a hacer mis metas para el 2019. Yo sé que todo el concepto de trazar metas para un año nuevo tal vez no tiene sentido para muchos; después de todo el tiempo es contínuo y no hay mayor diferencia entre un día de un año y un día del siguiente. Pero a mí me fascina el concepto de los comienzos. Me encanta la sensación que traen todos los lunes, la esperanza que traen todos los amaneceres, así que multipliquen eso por x 365 y sabrán como me siento con respecto a los años nuevos.
De un tiempo para acá he dividido mis metas en categorías, porque yo siento que soy un montón de personas en una misma 😂. Tengo una categoría de salud física, una de salud mental, una de espiritualidad, una de maternidad, una como esposa y una financiera y de trabajo… Suena como un montón pero en realidad me trazo solo 1 o máximo 2 metas muy realistas en cada categoría. Mi meta de este año como mamá: no gritar en todo el año. Cuando lo publiqué en redes sociales muchas se unieron al reto y eso me emocionó aún más.
Ya ha pasado una semana desde que inició el año y vengo a contarles como me ha ido. En resumen: ¡no ha sido fácil! Honestamente esperaba nada más ejercer autocontrol y que todo fuera cuesta abajo, pero cuando la mente se ha acostumbrado a reaccionar de cierta manera de forma habitual, entrenarla a reaccionar de forma distinta puede ser todo un reto. Aunado a esto, estoy segura de que alguien les contó a mis hijos que me había trazado esa meta porque es como si se les hubiera cambiado a “encendido” el botón de quejas, pleitos y llantos 🤪 La verdad no los culpo, yo también quedé medio chiflada de todas las actividades de fin de año y necesito descompresionar.
He encontrado una relación súper directa entre el nivel de autocuido que yo me de (tiempo a solas, ratitos de paz, lectura, etc) y mi nivel de paciencia. Los días en que he estado más cerca de tirar el reto por el balcón han sido los días en que no he tenido ni un segundo para pensar. Y ellos definitivamente se alimentan de mi energía: si yo estoy tranquila, casi siempre (aunque no desde un inicio), ellos vuelven a un momento de paz.
En las próximas semanas seguiré escribiendo y relatando esta aventura con honestidad, y además compartiendo las cosas que me van sirviendo (y las que no) en este cambio de chip.
Y a ustedes, ¿cómo les ha ido en el reto?