Lo recuerdo como si fuera ayer: mi sobrino menor acababa de nacer hacía una semana y fuimos por primera vez a verlo a su casa. Mi cuñada, recuperándose aún de una cesárea nos recibió a todos con una sonrisa, y estaba intentando ayudar a comer a mi sobrino mayor. En eso el bebé (quién hasta el momento había estado en su cuna tranquilo) empezó a llorar. Primero suavecito y luego poco a poco iba aumentando el volumen hasta transformarse en un llanto desesperado. ¿Qué hicimos nosotros? Nos quedamos sentados ahí, nada más viéndonos las caras, esperando instrucciones, sin dar el primer paso mientras que mi pobre cuñada trataba de partirse en dos. Ahora que soy mamá de dos, me doy cuenta del montón de cosas que estuvieron mal con esa escena. Ninguno ayudó, no porque tuviéramos malas intenciones, sino porque simplemente no teníamos idea de como manejar la situación y de qué se debe hacer o no cuando se visita a un recién nacido y a una mujer que acaba de dar a luz.
Hay decenas de posts online que instruyen lo básico: lávese las manos, no bese al recién nacido, no se quede mucho rato de visita, entre otras. Pero hasta el momento no he leído un post que resuma las cosas que a mí me facilitaron la vida durante las primeras semanas de vida de mis dos hijos, así que decidí hacerlo yo. He aquí mi manual de instrucciones para cualquiera que visite a un recién nacido y a su madre.
Recuerde que no sólo ha nacido un niño, ha nacido una mamá
Los bebés recién nacidos obsesionan a cualquiera. Uno podría quedarse viéndolos todo el día. Con mis dos hijos yo he pasado horas nada más viendo como suben y bajan sus pancitas cuando respiran mientras duermen. Es normal llegar a admirar al pequeño, pero no se olvide de preguntarle a la mamá cómo está. Esa mujer ojerosa y despeinada que está a la par del recién nacido es una guerrera: hace pocos días ha pasado por el mayor reto de su vida dando a luz al bebé y está recuperándose física y mentalmente de un parto o una cesárea. No está durmiendo casi nada y está en alerta constante por su bebé. Pregúntele cómo está, escuche su versión de la historia y hágale saber que lo está haciendo genial.
Trate de evitar las preguntas trilladas
Ningún bebé recién nacido duerme toda la noche (ni debería hacerlo), la mayoría come a cada rato, todos los bebés son buenos (así lloren mucho o no), así que esas preguntas sobran.
No espere nada de la visita, más bien pregunte cómo puede ayudar
Llegar a la casa de una persona que acaba de dar a luz y esperar una atención impecable, que incluya comida, bebidas y atención al 100% es desconsiderado e irreal. Pregunte en qué puede colaborar, lleve más bien usted la comida y las bebidas, ayude a lavar los platos que están en el fregadero, no espere que le reciban en la puerta (puede que haya crisis en ese momento) y más bien pregunte a los papás si hay algo en lo que usted podría ayudarles.
Si hay un hermano mayor, trate de darle buena parte de su atención
Esta yo no la entendí hasta que tuve a mi hijo menor. La verdad es que incluso siendo mamá, yo pequé de visitar a una familia con dos hijos y darle mucho más atención al bebé recién nacido. A los hermanos mayores les cambia el mundo cuando nace su hermanito, y necesitan de la atención tanto de sus papás como de los que visitan, aunque ya no “hagan tanta gracia” como un bebé. Juegue con el chico mayor y trate de no hablarle solamente acerca de su nuevo rol de hermano mayor, sino de darle una pausa en la que él sea el protagonista. Un niño haciendo un berrinche necesita mucho más amor y atención en ese momento que un bebé que duerme plácidamente, aunque nuestra mente adulta quiera ignorarlo. Por nada del mundo haga comentarios como “me voy a robar al bebé” o “ahora le quitaron a papi y a mami”, etc etc.
Siempre pregunte si puede o no alzar al bebé
Hay mamás que se sienten más cómodas si ellas son las que están alzando al bebé. Yo soy una de esas mamás. Siempre pregunte antes de alzar a un niño. Puede sonar exagerado para algunos, pero un niño no es un objeto para admirar, es una persona por respetar, y su seguridad en los primeros meses está en los brazos de sus papás. A todos nos fascina “chinear”, pero siempre pregunte antes. Y nunca, nunca pero nunca despierte a un bebé que duerme plácidamente solo por tenerlo en sus brazos o tomarse una foto con él.
Pregunte si ocupan algo del supermercado antes de ir
Esta es una que a mi me salvó la vida en los primeros meses de vida de mi segundo hijo. Con una niña de 2 años y un bebé en brazos, ir al supermercado me parecía una hazaña prácticamente imposible. Cada vez que mi suegra o mi mamá me venían a visitar me preguntaban que si ocupaba algo del supermercado y la respuesta casi siempre era sí, y siempre me ayudaba muchísimo lo que me traían. Así que haga la pregunta antes de ir, puede que le esté haciendo a los ocupados nuevos papás un gran favor.