Duerme uno, duermen dos, duermen tres: colecho seguro

En mi casa hay tres habitaciones, pero desde hace más de un año todos dormimos en una sola. Si, así como lo lee, la bebé, mi esposo, nuestra perra ancianita y yo. Con excepción de la mascota, quien tiene una deliciosa camita en el suelo, todos dormimos en la misma cama. Bueno, algo así, mi hija duerme más o menos la mitad de la noche en la superficie de su cuna, pero no hay separaciones ni barrotes entre nosotros.

Hay muchas maneras de hacer colecho, las cuales involucran mantener al bebé siempre a “un brazo de distancia”. Esto puede ser con alguna cunita, moisés o encierro en el mismo cuarto de los padres (como comienzan la mayoría de los bebés), en un “co-sleeper” que es como una cunita de tres lados al mismo nivel de la cama de los papás o compartiendo la misma cama. Nosotros pasamos la noche en un híbrido de las dos últimas, ya que nuestra bebé duerme en su “co-sleeper” pero durante la noche en vuelta que va y vuelta que viene termina con la mitad del cuerpo (o el cuerpo entero) de mi lado de la cama.

El colecho no es algo que planeamos. Creo que más de la mitad de la gente que termina colechando no pensaba hacerlo así desde un inicio, no necesariamente porque piensen que es algo malo, sino porque hay una serie de reglas tácitas cuando se tiene un hijo y una de esas es que a partir de unos cuantos meses este duerma en su propia habitación. Pintamos la habitación de la bebé, compramos una cuna, pusimos un silloncito para darle de mamar y asumimos que ahí dormiría a los pocos meses, nunca nos cuestionamos esa manera de hacer las cosas.

Hay personas que se ponen muy apasionadas con respecto al tema de dormir a los bebés: que uno les hace un daño si no les da independencia y espacio, que no les pone límites al dejarlos dormir con uno, que la cama de los papás es sagrada… yo la verdad me lo tomo con un poquito más de humor: no pienso que compartir cama sea la única manera correcta de dormir a un bebé, lo que sí pienso es que es la mejor forma de dormir para mi familia en este momento y lo disfruto inmensamente. Tampoco tengo ninguna urgencia de sacar a nadie de mi cuarto, ni ahora ni en los próximos años. En un futuro, cuando esté lista, mi hija probablemente preferirá su propia habitación, pero si ella desea “pasarse” por la razón que sea nunca planeo cerrar esa puerta. Entiendo a las personas que por su situación personal o de pareja no lo vean como una opción y lo respeto muchísimo.

Empezamos a dormir así porque le doy lactancia a demanda a mi hija. Eso significa que durante las noches también toma lechita, a veces una vez, a veces 570 veces (tal vez exagero, pero creo que ese es más o menos el número de tomas cuando le está saliendo un diente). Luego de un par de semanas de tenerla en un “pack and play” a nuestro lado me resultaba muy cansado tener que sentarme, sacarla de ahí, darle de mamar en la cama y luego volverla a acostar. Hacer eso significaba que todas las veces me despertaba del todo y luego tenía que volver a conciliar el sueño… ¡y eso era teniéndola en la misma habitación! Tal vez me gane el premio a la mamá más vaga del mundo, pero me agotaba de solo pensar en tener que hacer eso pero cruzando el pasillo. Así que tomamos la decisión de que hasta que ella durmiera toda la noche de un solo tirón, dormiría con nosotros lo más cerca posible y así podría mantenerme acostada junto con ella y descansar más. Claro que en ese momento vivíamos bajo la errónea idea de que los bebés duermen toda la noche e ignorábamos que la norma biológica es que se despierten frecuentemente, en especial cuando aún maman. Éramos algo así como víctimas de lo que venden todos los libros de “especialistas en bebés”.

Una vez que empezamos a dormir juntas empecé a notar que ella a veces se despertaba y mamaba, a veces abría un ojito, se daba cuenta que yo estaba ahí y se volvía a dormir profundamente, en todo caso no duraba despierta más que un minuto, y rara vez llorando. De verdad casi de inmediato cambió mi nivel de energía durante el día: seguía cansada por supuesto (ser mamá de un bebé cansa sin importar las circunstancias) pero ya no era un “zombie”. Ella empezó también a dormir siestas más largas durante el día y a despertarse de mejor humor. Al no tratar de separarla físicamente de nosotros empezamos a ver un dichoso efecto secundario: sus horarios se empezaron a hacer más predecibles. Rápidamente me quedó muy claro que era la mejor opción para nosotros.


No sabía si era yo la que me estaba inventando todos esos efectos positivos del colecho, entonces empecé a leer e investigar más, y me encontré con el libro “Nuestros Hijos y Nosotros” de la antropóloga Meredith Small, el cual es una lectura recomendada para cualquiera que tenga un bebé. En este ella analiza las distintas maneras en las que los hijos son criados en distintas culturas y afirma que la mayoría de los bebés alrededor del mundo duermen con sus padres, y que estudios del sueño infantil indican que hay una enorme cantidad de ventajas de que un bebé y una mamá duerman juntos: se regula su temperatura corporal, su respiración es mucho más estable, sus patrones de sueño de armonizan con los de su madre, se promueve la lactancia, entre otro montón de ventajas. Resulta que aunque nosotros vemos raro el hecho de que un niño pequeño duerma con sus papás, para otras culturas esa es una parte incuestionable del inicio de la vida y más bien les resulta muy extraño que los papás en estos países contemos los días para sacar al bebé de nuestras habitaciones y le enseñemos a dormir solo. Distintas culturas valoran distintas cualidades y la nuestra le pone mucho valor a la independencia (incluso en los bebés), de ahí la disonancia.

En mis primeros días de colecho me di cuenta que hay ciertas reglas que se deben seguir para que este sea seguro (al igual que hay ciertas cosas que se deben hacer para que la cuna sea segura si esa es la opción que escogemos para nuestros bebés).  Estos son los consejos de UNICEF para que el colecho sea seguro: (también vale la pena ver este post de Crianza Natural)

  • El colchón debe ser firme y limpio, sin huecos entre el respaldar (o la pared) en los que el bebé pudiera quedar atascado. Nunca se debe dormir con el bebé en un sillón o colchón de agua.
  • Acostar al bebé siempre de espaldas, no boca abajo ni de lado (esto aplica también para cunas).
  • Ninguno de los que comparte cama con el bebé debe de haber consumido alcohol, drogas, tabaco o medicamentos que puedan afectar su capacidad de reacción.
  • Es preferible usar sabanas y fundas a colchas y edredones gruesos, tampoco se debe vestir en exceso al bebé. Muchas veces las personas recomiendan vestir a los bebés muy calientitos para domir, y eso tiene mucho sentido si los bebés dormirán solos en una cuna, pero junto a mamá se regula mejor su temperatura corporal.
  • Es preferible que el bebé duerma del lado de mamá. Aunque muchas parejas prefieren que sea entre mamá y papá (y nosotros hemos dormido varias veces así) se ha observado que las mamás lactantes siempre tienen conciencia de donde se encuentra el bebé y hasta se colocan (estando dormidas) en posiciones de “protección” con el bebé.

Cuando nuestros amigos, familiares, conocidos (o desconocidos) se enteran de la manera en la que dormimos siempre tienen las mismas dos dudas. La primera es si no tenemos miedo de aplastar a la bebé. Esa es una pregunta común, e incluso hay países que hay hecho esfuerzos por hacer campañas de miedo en contra del colecho, pero una vez que se analizan los estudios existentes restándole los factores que mencioné en la lista (padres fumadores, dormir en sillones, etc) el riesgo de esto es prácticamente nulo. Por experiencia puedo contar que nunca se ha despertado mi hija sin que yo me de cuenta, tampoco he estado ni cerca de aplastarla, botarla o siquiera de ponerle una mano encima sin darme cuenta (ni aún en los primeros días de cansancio absoluto post parto). Es importante aclarar que las cunas no son 100% libres de riesgos, en especial si los papás las llenan de “bumpers”, y cobijas o si tienen un colchón poco firme.

La segunda es acerca de nuestra vida de pareja, pues a veces un bebé se ve como una invasión al cuarto. Desde pequeñita hicimos una rutina de sueño para nuestra hija (masaje, pijamas, mamar) con luces bajas, voz suavecita y logramos (no se si por suerte o insistencia) que se acostumbrara a dormirse entre 7 y 8 p.m. En ese momento ella hace un “tirón largo” de sueño en el cual nosotros cenamos, conversamos, vemos una película, y nos ponemos como prioridad pasar tiempo de calidad. Pero creo que lo principal es que no la vemos como lo que sobra en nuestro cuarto, sino que cambiamos el chip para disfrutar de las noches con ella sabiendo que es por un tiempo limitado (sea corto o largo) en beneficio del sueño de todos y que tendremos muchos años para tener el cuarto “libre”.

Muy recientemente considerando las nuevas habilidades de escalar de mi hija, hicimos de su cuarto (que por un año no fue más que un cuarto de juegos) un espacio para dormir al estilo Montessori de manera que ella pueda dormir las siestas y el inicio de la noche (momento en el que no estamos con ella) ahí sin riesgos de caídas, pero en las noches continúa durmiendo con nosotros ya que cuando estamos todos juntos ella nunca se trata de parar, sentar, gatear o salir de la cuna o cama (supongo que cuando lo hace sola es para ir a buscarnos), y si se medio despierta a buscar mi pecho yo siempre estoy a la par y me doy cuenta de inmediato. Muy pronto estaré publicando un post escrito por una blogger invitada de todo lo que hay que saber para hacer un cuarto Montessori.

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