Hace un par de meses escribí un post acerca de las 5 cosas que deseaba haber conocido de la lactancia antes de que naciera mi bebé. Lo hice en el afán de compartir un poquito de lo que he aprendido y tal vez ayudar a un par de mamás que como yo buscaban apoyo y respuestas en la aventura de amamantar a su bebé. Desde ese momento me quedé pensando también que existen muchos mitos que rodean el tema de la lactancia, que están súper engranados en nuestra cultura, y que me han hecho dudar en varios momentos en este primer año de mi bebé.
Si hay algo de lo que me he dado cuenta en todos estos meses es que para poder dar de mamar, hay que saber identificar los mitos de las realidades. El problema es que muchos de estos mitos son perpetuados por familiares, amistades e incluso por profesionales de la salud quienes a veces, queriendo hacer un bien, terminan por sembrar dudas que hacen que una relación de lactancia que va perfectamente bien se termine antes de lo que la mamá y el bebé querían.
Les comparto algunos de los más comunes que he escuchado / leído en este último año, que disfrazan algunas situaciones 100% normales en la lactancia como situaciones problemáticas y sobre los cuales no deberíamos de perder mucho sueño.
1. Las tomas deberían de espaciarse con los meses
Muchos de los libros de bebés e incluso profesionales de la salud usualmente nos indican que un recién nacido mama aproximadamente cada 2-3 horas. Luego, cuando van creciendo pareciera ser el consenso que las tomas se “separan” en el tiempo y los niños empiezan a aguantar 4-5 horas. La mayoría afirma que ya para el año unas 3 tomas al día son lo normal, y por supuesto, nada de tomas en la noche, porque eso debe empezarse a acabar por ahí de los 6 meses. Todo esto es basado en la capacidad gástrica de un bebé (cuanta leche/comida le cabe en la pancita) y sus reservas de energía. El problema es que pensar que un bebé solamente mama por hambre es simplificar demasiado la lactancia.
Los bebés maman cuando tienen hambre, cuando tienen sed, cuando tienen frío para calentarse con mamá, cuando el día está muy caliente para hidratarse, para el confort durante la noche… cuando van creciendo maman cuando se golpean, cuando algo los pone nerviosos, cuando necesitan recargar pilas después de un día muy activo. A veces eso significa cada 4 horas, a veces eso significa amamantar muy seguido, así el bebé tenga 1 mes o 1 año. Muchas mamás se angustian muchísimo porque su bebé de 4 meses “no aguanta las 3 horas entre tomas”, o porque su hijo de 11 meses “mama demasiado”. Esas son conductas absolutamente normales de un lactante y si no van acompañadas de otras señales de alarma (pérdida de peso, por ejemplo) no deberían de representar ninguna preocupación.
2. A partir de X momento el bebé no debe mamar en la noche
Pediatras, autores, tías, vecinos… todo el mundo “mete la cuchara” en los hábitos nocturnos de los bebés. Para los papás primerizos no hay nada más añorado que una noche seguida de sueño (tal como en los viejos tiempos), y una de las formas de lograr tan elusiva meta es logrando que los bebés no amamanten más de noche. Existen maneras de alcanzar esto: unas involucran dejar al bebé llorar hasta que deje de hacerlo (la ciencia cada vez apoya menos esta opción por razones neurológicas), otras involucran enseñarle al bebé a no relacionar el acto de mamar con dormir, sin embargo ninguna de las dos es necesaria. Por supuesto que cada quien hace lo que le parezca más apropiado para sus hijos y su situación, sin embargo nadie está en la obligación de quitarle la lactancia a su hijo de noche. Nadie le “hace un daño” a su hijo por darle de mamar en la noche, ni lo está malcriando ni malacostumbrando a nada.
Antiguamente una preocupación de la lactancia nocturna eran las caries, ya que se observaba que los bebés que realizaban tomas de chupón en la noche eran más propensos a desarrollar caries porque los dientes quedaban expuestos a la leche por muchas horas. Esto no pareciera ser así en los bebés amamantados, tanto por la composición de la leche materna, como por la posición en la que queda el pezón en la boca (muy atrás, casi sin ningún contacto con los dientes). La asociación española de pediatría recientemente dijo que no existe evidencia científica para relacionar la lactancia materna con las caries.
Otra preocupación común es que los niños nunca aprenderán a dormir toda la noche seguida y que siempre tendrán una “asociación negativa” del acto de mamar con el de dormir. Primero, no hay manera de que amamantar sea una asociación negativa, negativo sería que el bebé relacione golpes o gritos con el sueño, pero jamás algo tan dulce como mamar. Tampoco es cierto que haya que hacer algo para que algún día los hijos duerman de un sólo tirón. La evidencia científica dice que tarde o temprano los patrones de sueño de un niño maduran y se parecen más a los de un adulto. El problema usualmente es que ese tiempo no coincide con el tiempo en que los padres desearían que esto suceda. Con raras excepciones, lo normal es que los bebés mamen en la noche, y siempre que la mamá y el bebé estén cómodos y felices no hay que angustiarse por cambiar la situación.
3. A partir de cierto momento, la leche materna no tiene ningún valor nutricional
Este es uno de los mitos más populares y más poco ciertos. Cada uno le tiene una “fecha de expiración” distinta a la teta: a partir de los 6 meses ya no los alimenta, después del año es diluida, y ni que se diga después de los dos años, ahí es como tomarse un vaso de agua. Esto no tiene ningún fundamente científico. La leche materna funciona perfectamente como la única comida y bebida que los bebés necesitan hasta por ahí de los 6 meses o más, luego de eso pueden empezar a complementar su alimentación con comidas sólidas, pero no porque la leche materna ya no alimente, sino porque es el proceso normal y natural de destete de todos los mamíferos. A partir de más o menos 1 año de edad un niño puede empezar a consumir lácteos (si no tiene alergias o intolerancias a estos), sin embargo eso no quiere decir que ya la leche materna no le sirva de nada. El consumir lácteos de otra especie es una particularidad de los seres humanos, un gusto por así decirlo, no una necesidad. Somos el único mamífero que consume con regularidad la leche de otro animal y disfruta de algunos de sus beneficios, sin embargo la mejor leche para un humano sigue siendo la leche humana, tanto al nacer como después del primer año de vida, de eso podemos estar seguras.
4. El bebé te agarra de chupeta
¿Quién no ha recibido esta advertencia? Aquí el problema es uno de definiciones: el bebe no agarra la teta de chupeta, sino que usa la chupeta como teta. Si su bebé no solo usa su pecho para comer sino que además chupetea por confort, no está haciendo nada incorrecto. Está comportándose de una manera absolutamente normal y sana. Conste que con esto no estoy criticando las chupetas… Mi hija ha usado una desde que tiene un mes y ha sido mi salvación en el carro, cuando la duerme papá o cuando yo ya no doy, pero saber que no tenía nada de malo cuando ella usaba mi pecho por confort cambió por completo mi relación de lactancia.
5. La calidad de la leche depende de la alimentación de la mamá
Hace poco tiempo salió una campaña que lanzó una sociedad de pediatría de Brasil, que tenía como objetivo promover la alimentación saludable en el embarazo y la lactancia, pero que ha ayudar a perpetuar un mito e incluso quizás desincentivado la lactancia materna. En la campaña se dice que los hijos son lo que uno come y se ve un bebé pegado a un pecho que tiene dibujada una dona o alguna otra comida “chatarra”. Rápidamente uno puede pensar que si la mamá come eso la leche materna tendrá el mismo valor nutricional de una comida rápida. Eso es falso.
Si la lactancia materna fuera una cosa así tan frágil, que requiere de una dieta absolutamente perfecta para funcionar, la humanidad nunca habría evolucionado. Muchas mujeres alrededor del mundo han dado leche materna a sus bebés con dietas de distintísimas composiciones, dándole prioridad a los alimentos que culturalmente son la norma en su país. La leche materna se ve mínimamente afectada por los alimentos que consume la mamá (no estamos hablando de alergias o intolerancias de los niños, esa es otra historia) y es el mejor alimento para un bebé sin duda.
Si usted tiene una alimentación a base de alimentos azucarados, grasosos y muy procesados pues lo ideal es que haga algunos cambios e incorpore más frutas, vegetales y alimentos enteros, pero no porque vaya a tener una leche distinta o de mejor calidad, sino porque una alimentación balanceada y saludable es una manera de disminuir las probabilidades de padecer enfermedades como diabetes, hipertensión y cáncer, y para una mamá vivir más años sana significa que tiene más tiempo para disfrutar a sus hijos.
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¿Con cuáles otros mitos te has topado durante tu lactancia?
Gracias por mencionar el punto 2! Totalmente de acuerdo con vos
Me he topado con todos, y cuando uno los lee le suenan tan absurdos, pero en el momento que se los dicen a una mamá le roban la paz. ABAJO CON LOS MITOS CONTRA LA LACTANCIA! Gracias por el post, muy reconfortante.