El amor de una mamá y un hijo tiene miles de formas de manifestarse. Indiferentemente de como el bebé nazca o se alimente, es un vínculo que trasciende todo. En mi limitada experiencia como mamá he conocido sólo lo que he vivido con mi hija, y esto me ha llevado a escribir varios posts de lactancia materna (y muy pronto, uno de su nacimiento) que son temas que me apasionan muchísimo y me llenan de felicidad… sin embargo mi corazón entiende que el amor de una madre va mucho más allá de eso y deseo que mi blog refleje también otras formas de vivir la maternidad. En mis ratos en línea conocí a otra mamá que comparte muchas de mis perspectivas, pero tuvo experiencias muy distintas a las mías con su bebé. De inmediato sabía que ella debía ser quien contara su punto de vista y experiencia, para otras mamás que han vivido lo mismo. Sue Mey escribe acerca de su vida de mamá en thecrazywolfpack y es mi primera blogger invitada y autora del post que a continuación leerán: una historia de amor entre un bebé y su mamá.
Cuando decidimos tener un hijo, yo tenía el panorama clarísimo. Iba a dar lactancia exclusiva sin fecha de finalización, el parto iba a ser en agua, natural, sin medicamentos y demás distracciones. Mi posición sobre la lactancia y la nutrición de los hijos era bastante severa. No había espacio para la fórmula (la cual era usada por quienes no querían arruinar sus pechos, según yo) ni para la comida de paquete, cuando llegara el momento.
Fueron pasando los meses y la anticipación se sentía a flor de piel. Esperábamos al chico por ahí del 5 de octubre pero decidió venir al mundo el 19 de setiembre, en mi cumpleaños. Pero la experiencia fue completamente opuesta a todo lo que yo tenía idealizado en mi ignorancia informada.
El 18 rompí fuente y esta es la fecha en que si me preguntan qué se siente una contracción no puedo responder, no sentí nada. Hasta solicité la satanizada pitocina y nada. Muchas horas después de empezar la labor de parto y de no sentir nada, pedí que procediéramos con la cesárea. EL CONSENTIMIENTO fue la clave de mi experiencia. En mi cuarto de hospital pude moverme como quise, comer lo que había, ver a mi familia, en fin, todo eso que uno desea en esta experiencia.
Cuando fue el momento de la operación, solicité que no me quitaran los lentes y que no me durmieran, quería escuchar cada sonido de instrumentos, de líquidos y demás. A mi lado se encontraba mi esposo, quien le recordó al equipo médico que no cortaran el cordón umbilical de modo inmediato y cuando terminaron de sacar a mi hijo, todo culminó en el llanto de un niño perfecto.
Cuando salí de recuperación fue una experiencia cinematográfica, viendo a todos desde abajo mientras me llevaban al cuarto. “La tribu” estaba ahí. Hay quienes aman la individualidad y el ser aislado pero hay momentos en que se necesita ese calor humano que se ha perdido, pero por fortuna yo lo tuve. “La tribu” es necesaria, de ese modo sobrevivimos. Todo iba a pedir de boca, hasta que me trajeron a mi bebé y la lactancia se convirtió en la pesadilla que me siguió por un mes.
El bebé no quería succionar, yo sabía que lo primero que sale es el calostro y que era súper importante, por lo que hasta con cuchara se lo daba. En casa tenía mi super Pump Medela, preparado y esterilizado para comenzar el viaje. Pero lo que sacó fue un martirio, sentimientos de culpa y depresión. Pero no me iba a dar por vencida por lo que fui hasta a la Liga de la Leche y contraté una consultora de lactancia, hice power pumping por 48 horas hasta que dijimos que la salud del bebé y mi paz mental son primordiales y no dimos vuelta atrás.
La fórmula permitió que mi bebé creciera sano, grande y fuerte. No tiene rollos de piel saliéndose de su ropa, no se ha atrasado y no le ha pasado ninguna de las situaciones de las que me advirtieron, si le daba de comer tan villanizada bebida.
Este sábado mi bebé cumple un año, “la tribu” sigue ahí, apoyándonos a la distancia, con palabras, cuidando al bebé cuando no podemos hacer nada más que trabajar. Ya he superado la culpa de no poder haber alimentado a mi hijo como suponía debía ser la norma, pero no me arrepiento, no es tan grave haber usado este sustituto y saber que si padeces de hipogalactia, existen alternativas, es reconfortante.
Debemos como personas interiorizar que toda ayuda es bienvenida y que hay gente que no la necesita y todo se da de modo natural y sin problema, pero que hay otras como yo, que necesitan algo externo para poder mantener sano al cachorro y que eso está bien.
Dejemos de juzgarnos y seamos parte de LA TRIBU de otro ser humano.
Este post me encantó! Mi experiencia fue parecida. Como a todas nos pasa, tenía todo planeado, idealizado! Hasta que llegó la hora de la primera toma y nada; dos días después y nada. Ahí es donde uno decide no dejar morir al bebé y darle la fórmula, lloré demasiado cuando tuvimos que abrir ese recipiente que ya había satanizado desde el embarazo. Ahora que lo pienso fue un poco ridículo pero nunca me voy a arrepentir, mi bebé es super sana, no tiene anemia ni defensas bajas. La gran sorpresa se dio a los dos meses de nacida, no se tranquilizaba con nada, botó la chupeta y con ese instinto de recién nacida buscó la teta! Volví a producir leche en ese momento! Y aunque no en la cantidad que ella necesitaba, puedo decir orgullosa que 8 meses después sigo siendo la chupeta, la “tetanestesia” que no falla.
¡Qué historia más linda!!! ❤️❤️❤️ hiciste sin duda lo mejor para tu bebé. La historia de Sue quien escribió este post me pareció perfecta, el amor de mamá no tiene limites